Y por fin, tras haber visionado todos los episodios de la Cuarta Temporada de Black Mirror, abordamos el que será el último análisis de esta tanda y, a efectos sonoros, el último de la serie si Netflix sabe hacer las cosas como Dios manda y darle a la ficción el carpetazo en un nivel alto o, de lo contrario, darle una resurrección como dictan los canones. Pero nosotros dejemos de soñar y abordemos la review de Black Mirror 4×06: Black Museum. ¿Es el museo del crimen un homenaje a la serie?
Black Mirror: Todas las reviews de la Temporada Tres
Black Mirror 4×01 ‘USS Callister’: Inconsistencia Galáctica
Black Mirror 4×02 ‘Arkangel’: Jodie Foster, es usted una madraza
Black Mirror 4×03 ‘Cocodrilo’: Ideas Recicladas
Black Mirror 4×04 ‘Hang the DJ’: Es mucho más fácil cuando todo está planeado
Black Mirror 4×05 ‘Cabeza de Metal’: Yugo Distópico
Todo lo que sube, baja; y todo lo que baja, sube. Es ley de vida. Ya lo decía Daenerys Targaryen en Juego de Tronos, cuando la serie no era en lo que se ha convertido ahora, que la vida se teje en torno a una rueda donde una vez están arriba unos y otra vez lo están otros. Me ahorro lo de que ella lo cambiará porque nadie tiene tres dragones para destrozar todo equilibrio ni ninguna serie puede mantener eternamente el ritmo, véase la propia JdT, The Walking Dead, The Big Bang Theory, Cómo Conocí A Vuestra Madre o, sin ir más lejos, Black Mirror. Y es que la ficción distópica ideada por Charlie Brooker sorprendió en 2011 gracias a una narrativa que reflejaba nuestra pobredumbre como humanos al son que mirábamos nuestro negro reflejo en una pantalla de última generación, hecho que caló e, incluso, fue cumplido en un futuro. Ahora, pasados unos años, nos encontramos ante una Cuarta Temporada que ha agotado la fórmula, ha agotado las ideas y se queda en un tintero de buenos momentos puntuales que no llevan a alcanzar la gloria de anteriores tandas de capítulos, lo cual la hace cumplimentarse, a todas luces, como la más inferior (que tampoco mala) en su conjunto. Black Mirror 4×06: Black Museum recoge una parte del espíritu de la serie, la homenajea de manera directa e indirecta, y nos brinda más de una hora con olor a despedida chamuscada que viene de más a menos.
Echa un vistazo al póster del episodio
El capítulo irrumpe con una joven conduciendo un coche en plena autopista. Por el camino, debido al tema de las energías renovables y demás (que está muy bien), decide cargar su coche aparcada en una gasolinera abandonada (paradójico), en la que hay al lado una especie de museo, Black Museum, que contiene objetos criminológicos supuestamente auténticos.
Dicho esto, el capítulo avanza en un vaivén de flashback y conversaciones en los que, como se ha mencionado antes, se muestra gran parte de la esencia que ha hecho a Black Mirror eterna: el cómo los avances tecnológicos han podrido nuestro ser y deshumanizado nuestra sociedad. La primera historia es la más representativa, ya que plasma todo esto sin tapujos en forma de un médico con ganas de conocer y un empresario con ganas de vender, con el progreso como telón de fondo. Sin embargo, es a partir de la siguiente cuando todo comienza a tambalearse y el episodio pierde la fuerza que había ganado en los primeros minutos. El drama familiar cortado a tijera, porque no hay tiempo de más, se mezcla con el paso del tiempo, la degradación de las relaciones y las explicaciones que se requieren para que podamos llegar a entender la historieta. Y cuantas más explicaciones des, peor.
No obstante es en la tercera historia, la más importante a efectos prácticos, cuando el presente toma relevancia y se destapa la conexión de lo contado con lo mostrado, que no es más que unir la historia de la chica que visita el museo con la del holograma encerrado que tiene en frente. Por el camino se nos brinda un interesante debate sobre las pocas preguntas que nos hacemos a veces y, sobre todo, del dolor ajeno y las inmundicias que somos capaces de ver con tal de satisfacer nuestro morbo. Lo cual, si lo extrapolamos a diferentes apartados de la sociedad -ejem, telebasura, ejem- tiene su símil. Sin embargo, aunque la historia principal -la de la joven protagonista- tiene originalidad y sabe mezclar correctamente lo visto para no estallar por todos lados, da la impresión de que está demasiado introducida con calzador para darle un final atractivo al episodio.
Y es precisamente aquí cuando Charlie Brooker nos brinda la última perla final y se despide, quien sabe si para siempre, de Black Mirror. El Episodio está repleto de homenajes a la serie y sus gadgets dentro del museo, por lo que al final verlo todo arder dentro de algo denominado Black Museum tiene un aire de despedida y, además, funciona como todo lo malo que ha empobrecido nuestro ser y que debe ser eliminado.
En definitiva, esta Cuarta Temporada de Black Mirror, aunque ha tenido momentos puntuales y un notable episodio como Hang The DJ, no ha sabido o no ha querido ser lo suficientemente rompedora como se pedía tras la despedida de la Tercera. Los espectadores esperábamos ver todo a un nuevo nivel y, sin embargo, hemos respirado un aire conservador que no ha sabido verse del todo refrescado con las cosas que, teóricamente, deberían habernos sorprendido para bien. Espero y deseo que, si la serie no prosigue, Charlie Brooker se embauque en otro proyecto y vuelva a asombrarnos con nuevas ideas tan cínicas y arriesgadas como hizo Black Mirror en 2011. O, que de lo contrario, se deje reposar la serie lo suficiente para que llegado su regreso sepa hacer lo que, desgraciadamente, no ha sabido hacer tan bien en estos 6 episodios. Perdonado está usted Brooker y esta temporada ha estado bien; el problema es ese, que solo bien. ¡Nos vemos en los comentarios!