Arranca la Cuarta Temporada de Black Mirror y con ella empezamos nuestros particulares análisis, al igual que hicimos con la Tercera Temporada. ¿Habrá sido Charlie Brooker capaz de superar sus propios límites?
¿Alguna vez habéis soñado con ser el/la más guap@ de la clase, o el más chulo de los amigos? Parece ser que Charlie Brooker sí, y por ello esta Cuarta Temporada de Black Mirror comienza con un interesante pero inconsistente USS Callister, un episodio que aboga por las relaciones entre nosotros poniendo la Ciencia Ficción de fondo y la Realidad Virtual, un territorio explorado por el creador en la Tercera Temporada.
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Para ello, USS Callister empieza con una secuencia como introducción que funciona perfectamente y sin tapujos como un homenaje a Star Trek. Charlie Brooker no se ha cortado ni un pelo en reverenciar a una de las sagas banderas de lo Sci-fi y, desde los trajes hasta los efectos visuales, la escena es prácticamente lo que sería un trozo de algún episodio de la serie. Cosa que está bastante bien.
Pasado esto, el capítulo nos presenta al personaje de Daly y su relación dentro de la empresa donde trabaja: una desarrolladora de vídeojuegos donde, gracias a su intelecto, es mundialmente conocida pero, por culpa de su carácter, se ve apartado por el grupo de personas que conforman la empresa; teniendo él su propia oficina apartado de los demás. Tras unos minutos introductorios donde se deja evidente que él es el pringao del grupo, una nueva compañera y admiradora de él se presenta en su despacho, tratando de agradarlo; pero los compañeros la advertirán de sus comportamientos y ella se irá alejando progresivamente de él, generando su rechazo.
Puesto esto sobre la mesa, la narrativa toma fuerza y comienza a mostrar las cartas: USS Callister no es más que una simulación modificada del vídeojuego de Realidad Virtual Infinity y allí hay copias de algunos compañeros de oficina, los que en algún momento molestaron al bueno de Daly. Es decir, como he mencionado al principio, Daly crea el mundo de fantasía que muchos hemos soñado donde es invencible, poderoso y funciona bajo sus propias normas. Una mezcla entre el paraíso de San Junipero, la Realiad Virtual de PlayTesting y el peligro de los avances dentro del campo informático, lo que, al igual que puede generar falsos cielos donde llevar el alma una vez fallecido el ser, puede desembocar en copias viviendo encerradas bajo un Dios opresor. ¿Recuerdan el Episodio de Los Simpson en el que Bart hace lo que quiere con el micromundo de Lisa y los habitantes se vengan? Pues justo eso, pero con la Realidad Virtual y la Ciencia Ficción como telón de fondo, y con Star Trek de continuo homenaje.
La gran baza con la que cuenta USS Callister es la disyuntiva moral donde nos ubica como espectadores. ¿Quién es más culpable? ¿Daly por tener encerradas a copias generadas del ADN de compañeros o ellos por machacarlo día sí, día también? (APUNTE) ¿Y no sería mejor, digo yo, que se sentaran todos a hablar y solucionar sus diferencias? Es por ello que la distancia entre protagonista-antagonista se ve difusa en la trama, algo que funciona como debiere. ¿Cuál es el problema? Que el episodio hace cada vez más aguas según va avanzando y una trama interesante se convierte en inconsistente al término de la misma a pesar de las excusas de Brooker para que el espectador se crea los acontecimientos -especialmente, lo de Skins-. El final se torna amargo por el, bajo mi punto de vista, excesivo castigo infringido a Daly y la sensación de que le ha pasado porque le tenía que pasar. ¿Por qué no podía salir del juego? ¿Cómo juega una nave tripulada por nadie en Infinity? ¿Algún bot se ha puesto al mando?
En definitiva, un episodio interesante y arriesgado que podría haber funcionado perfectamente en cualquier contexto, pero que, paradójicamente, va perdiendo fuelle según avanzan los acontecimientos en cuanto se destapa toda la baraja. Incosistencia galáctica.