Tras poder disfrutar del, hasta ahora, mejor episodio de la Cuarta Temporada, Hang the DJ, le toca el turno a Black Mirror 4×05: Cabeza de Metal, un cambio de 180º respecto a lo visto con anterioridad y que choca con los capítulos anteriores.
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Atención: Esta entrada tiene spoilers hasta en el Carnet de Identidad. Si un achaque le habíamos echado a la Cuarta Temporada de Black Mirror hasta ahora, es esa pérdida de la sorpresa que la había caracterizado como serie. Episodio que irrumpían de una forma, tenían un giro argumental al término del Primer Acto y devenían en un segundo giro que trastocaba completamente los planes que tuviera el espectador más vívido, dejándolo estupefacto aunque hubiera pillado completamente el mensaje entre líneas. Black Mirror 4×05: Cabeza de Metal es una Rara Avis dentro del universo construido por Charlie Brooker allá por 2011, y es que no tiene ni una cosa ni la otra. Es decir, no hay ni chicha ni limoná pero que: 1.- Sorprender, sorprende y 2.- Atrapar, atrapa. Pero con matices. Diseccionemos esta afirmación.
Echa un vistazo al tráiler del episodio
Cabeza de Metal nos sumerge, desde los primeros compases de la trama, dentro de un Universo Distópico filmado en Blanco y Negro donde tres supervivientes debaten, mientras viajan en coche, acerca de la fisionomía del cerdo y de cómo el morro está a la misma altura que el culo. Lo cuál le da, paradójicamente, una sensación igualitaria que no tenemos los humanos. Y aquí, mucho ojo, radica toda la esencia del capítulo resumida en un par de minutos: en tres supervivientes, sean cuales sean, hablando sobre el trasero y el morro de un cerdo mientras van hacia cualquier sitio que les venga en gana. Y, también, por esto, el episodio no tiene apenas ningún diálogo más: porque no hay nada que añadir.



Es por esto que su duración es tan corta, 40 minutos, no hay giros argumentales y sus personajes se pueden resumir en un humano que huye de un perro metálico que quiere destruirlo. Y no hay más. ¿Por qué? Porque el capítulo nos sirve en bandeja de plata las ideas que quiere transmitirnos desde un inicio: una humanidad ennegrecida por sus avances futuristas ha prostituido a la tecnología hasta el punto que esta se ha revelado contra ella. Punto y final. David Slade compone una interesante y bien filmada persecución que nos recuerda a algunos episodios de The Walking Dead, multitud de películas distópicas y algunos títulos de zombies, donde los humanos se ven presas de un cazador que lleva por nombre el objeto de su propia creación; en este caso, la tecnología.



Hubiera sido interesante ver al episodio transformarse en mitad de su narrativa y dar un giro de 180º, pero un@ se da cuenta que su mensaje queda tan claro desde el principio que la intención de Brooker es, simplemente, hacernos sentar en el sillón, poner el botón Off de nuestro cerebro y entretenernos con casi 40 minutos de tensión con algún que otro respiro. Sorprender, sorprende; pero, Charlie Brooker, buen hombre, ¿esto no está muy visto a estas alturas -ejem, Ghost In The Shell, Terminator, ejem-? Tú sabes hacerlo mejor. ¡Nos vemos en los comentarios!