La Música del Terremoto, interpretada por Alicia Vikander, es uno de los estrenos estrella de este fin de semana en Netflix. Una película interesante, de extraño desarrollo, confusa, difícilmente clasificable, un relato a caballo entre el thriller y el drama psicológico oscuro.
La Música del Terremoto nos sitúa en las postrimerías de los años 80, en la ciudad de Tokyo. La policía japonesa investiga la desaparición de Lily Bridges (Riley Keough), una mujer occidental, recién llegada al país del Sol naciente, quien fue vista por última vez en compañía de su amiga Lucy Fly (Alicia Vikander). Lucy es requerida por los detectives de la policía para tomarle declaración y arrojar algo de luz acerca de los acontecimientos previos a esa desaparición. Lucy comenzará su narración de los hechos y de esta forma nos iremos introduciendo en un auténtico laberinto psicológico dominado por la inseguridad, los celos y el sentimiento de culpa del personaje.
Ya de primeras voy a decir que no es una película que vaya a gustar a todo el mundo. Las causas son un ritmo bastante pausado y un montaje confuso, no lineal, unido a que la narración proviene de la mente de un personaje con evidentes conflictos internos y traumas severos, totalmente incapaz de interpretar correctamente el mundo real. Lucy es claramente una enferma con brotes esquizofrénicos muy habituales, que la hacen imaginar situaciones, lo que nos sitúa como espectadores en un permanente estado de duda sobre si lo que está ocurriendo es real o tan solo lo es en su mente.
El trabajo de Alicia Vikander (Tomb Raider, 2018 o Ex Machina, 2015) en La Música del Terremoto me parece de un nivel sobresaliente y bajo mi punto de vista, el mejor de su carrera hasta el momento. No es fácil transmitir ese personaje tan inseguro y encerrado en su propio universo, pero ella lo consigue a cada instante. Los momentos de mayor crisis de Lucy están montados con un poderoso uso del sonido, trasladando perfectamente el nerviosismo y agitación que ella experimenta en esos instantes.
Riley Keough y Naoki Kobayashi completan el triángulo amoroso en el que se centra el argumento. Riley, nieta del mismísimo Elvis Presley, conocida por sus papeles de secundaria en Mad Max: Fury Road (2015), Lo que esconde Silver Lake (2018) o en la muy recomendable cinta de terror Llega de noche (2017), cumple con su papel de acompañante de Lucy, sin grandes alardes. Por su parte, Naoki Kobayashi, actor al que no conocía hasta ahora, ha sido una grata sorpresa, ya que creo que, con una actuación bastante contenida, sabe transmitir un personaje también harto difícil de interpretar, bastante extraño, huraño, asocial.
El director y guionista Wash Westmoreland lleva a la pantalla lo que creo es una complicada adaptación de una novela multipremiada de Susanna Jones. Westmoreland parece un director enfocado en representar personajes femeninos, como ya hiciera en notables trabajos anteriores como Colette (2017), Siempre Alice (2014) o Quinceañera (2006), esta última doblemente premiada en el Festival de Sundance, máximo galardón del jurado y del público a mejor película. En esta ocasión creo que sabe conducir con solvencia un texto complejo y que triunfa en llevar la laberíntica psique de su protagonista al terreno audiovisual.
Así pues, La Música del Terremoto es una película en la que se hace difícil entrar o más bien ubicarse, y que se cuece a fuego lento. Se propone un juego al espectador en el que hay que discernir lo real de lo imaginado y puede cansar o confundir demasiado, pero que si se tiene un poco de paciencia y no se desconecta, puede ser una experiencia como mínimo interesante.