Crítica de Ex-Machina (2015): Ex-Humanus

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TÍTULO ORIGINAL: EX-MACHINA | DIRECCIÓN: ALEX GARLAND | PRODUCCIÓN: DNA FILMS, FILM 4, UNIVERSAL PICTURES | GUIÓN: ALEX GARLAND | MÚSICA: GEOFF BARROW, BEN SALISBURY | FOTOGRAFÍA: ROB HARDY | REPARTO: DOMHNALL GLEESON, ALICIA VIKANDER, OSCAR ISAAC, SONOYA MINUZO | GÉNERO: CIENCIA FICCIÓN, THRILLER PSICOLÓGICO | DURACIÓN: 108 MINUTOS

Es algo común decir que la ciencia ficción se sitúa en el futuro para hablarnos del presente. Y cierto es, pero la buena ciencia ficción de lo que nos habla es de nosotros mismos.

El drama, la comedia, el suspense o el thriller coloca al ser humano delante de lo que es. La ciencia ficción nos enseña lo que podemos llegar a ser. Y esa visión, generalmente, suele ser aterradora. Títulos como Blade Runner, Abre los ojos, Cube, Terminator, Matrix o Robocop no hablan ni de replicantes, ni de asesinos del futuro, ni de laberintos imposibles ni de caras desfiguradas. Nos hablan de la frontera entre la humanidad y la máquina, sobre nuestra propia naturaleza, sobre la posibilidad de discernir entre realidad o ilusión o la imposible certeza de saber hacia dónde nos dirigimos. Por eso estas películas no terminan cuando vemos los créditos finales. Las seguimos rodando nosotros en nuestro cerebro para tratar de darles una resolución que nunca tendrán.

Ex-machina se suma a esta lista de clásicos en los que la ciencia ficción es un pretexto para la reflexión filosófica del hombre ante su potencial creativo. El punto de partida (nada camuflado) es Blade Runner, más exactamente la secuencia del test para (o anti) replicantes. Alex Garland continúa la historia de Scott hacia otro derrotero, pero no es difícil imaginar que la Blade Runner original se bifurca en ese momento en dos películas.

El mérito de Garland es por un lado estar contando una historia compleja a nivel científico y filosófico de la manera más sencilla posible (que no simple). No es posible perderte ni en la trama ni en la propuesta conceptual de la película. Seguramente en manos de otro director menos seguro de lo que está contando se habría convertido en una maraña ininteligible. La complejidad conceptual contrasta con la minimalista propuesta visual. Tres actores, más una cuarta como observadora muda en una única localización. Sólo eso necesita Garland para contar lo que necesita. Están aislados en una casa. Enfrenta al ser humano ante sí mismo sin permitirle que se distraiga o mire a otro lado. Y lo que es peor, sin darle la oportunidad de escapar.

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El aséptico del diseño de producción nos evoca más a un laboratorio que una casa. El millonario Nathan ha hecho de su propio hogar un hábitat inhóspito. Se ha levantado su propia cárcel conectada al mundo a modo de perversa metáfora de esta era de las nuevas tecnologías. El minimalismo del espacio nos envuelve en una atmósfera atemporal. La historia que nos presenta está ambientada en el futuro, pero podría ser perfectamente mañana o pasado mañana. Los que nos muestra Garland es peligrosamente cercano. Cuando Spielberg estrenó Inteligencia artificial, medio mundo se asombró porque en su página web un programa de ordenador charlaba con nosotros como si fuera una persona. La otra mitad del mundo se horrorizó. Hoy en día, todo eso ha quedado a la altura del Tamagotchi. Estamos más cerca de sentarnos delante de la androide Ava y conversar con ella que de escribirle cuatro frases a la primitiva IA de Spielberg.

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Los personajes de Gleeson y Isaac son las dos caras de una misma moneda. Los dos igual de inteligentes e igual de solos e inadaptados. Los dos están buscando lo mismo. Los dos creen que están manipulando al otro. Los dos han creado una muralla alrededor de su talón de Aquiles y lo único que han conseguido es que éste sea aún más obvio. Los dos son aliados y, del mismo modo, adversarios. Se necesitan, pero no durarán ni un segundo en destruirse mutuamente. Lo más terrorífico es que con los mismos términos podemos describir a Ava. El enfermizo círculo (o triángulo) vicioso que crean no es más que las tres patas del mismo banco.

El ser humano ha hecho tres grandes revoluciones a lo largo de su existencia: La primera, el descubrimiento de la agricultura y el sedentarismo. La segunda, la implementación de la industria y la maquinaria. La tercera la estamos viviendo en estos momentos, domamos a la naturaleza, a las máquinas y ahora a la tecnología. ¿Quién es el amo y quién es esclavo?

Reseña
Ex-Machina
10
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Redactor de cinefilosfrustrados.com - Iba para DaVinci pero me quedé en Christian Gálvez
critica-ex-machina-2016-ex-humanusNathan, un programador multimillonario con fama de reclusivo, selecciona a Caleb, un joven empleado de su empresa, para que pase una semana con él en un lugar remoto en las montañas con el objetivo de que participe en un test en el que está involucrada su última creación: Ava, un robot-mujer en el que inteligencia artificial lo es todo.