Trainspotting, más que una película la importancia de The Idiot

Trainspotting

HACE CUARENTA AÑOS QUE THE IDIOT, EL ICÓNICO ALBUM DE IGGY POP VIO LA LUZ Y ES LA BSO DE TRAINSPOTTING (1996) EL MEDIO QUE TENEMOS PARA PRESENTARLE NUESTROS RESPETOS

Crítica de Trainspotting 2: Actualización del discurso

A mediados de la década de los 90 cuando el grunge pasaba a mejor vida el britpop recibía el testigo y Trainspotting lo dejaba claro. Danny Boyle —director inglés ganador del Óscar a mejor director en 2008 por Slumdog Millionairecon su estilo de videoclip se daba a la tarea de adaptar la novela de realismo sucio del escocés Irvine Welsh. Una película que se hizo de culto entre la juventud de la época y que contó con una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Tanto así que la Rolling Stone la ubicó en el puesto trece entre las mejores, pero más allá de las modas, el aporte de The Idiot y Lust for Life de Iggy Pop se respira.

Nada más acabarse los típicos sonidos que identifican a la Universal, una batería rompe el silencio con fuerza. Vemos unos Adidas de gamuza rojos que corren al ritmo delirante de Lust for Life: una tonada, que como pocas veces se ha asociado así a un film. Escrita en 1977 a cuatro manos entre Iggy Pop y David Bowie. Todo un hito en la carrera de Iggy y lugar No. 149 entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos (Rolling Stone, 2004). Renton (Ewan McGregor) tira su perorata sobre lo que debemos escoger, y nosotros vamos conociendo a su tropa. Spud (Ewen Bremner), el primero, va a su lado mientras otros sonidos igual de retraídos que él se unen a la batería. Gracias al montaje del film vemos a Renton caer dos veces cuando Iggy canta:

«Here comes Johnny Yen again
With the liquor and drugs
And a flesh machine»

«I choose something else», dice nuestro narrador exhalando su verdadera motivación. Ahora el turno de presentarse es de Simon ‘Sick Boy (Jonny Lee Miller). Su discurso versa sobre James Bond. Todo es felicidad, ellos ríen. Lust for live no es mutilada. En su final, cabe la presentación de Begbie (Robert Carlyle) y Tommy (Kevin McKidd), que juegan billar y entre tacada y tacada van criticando a sus amigos y su problema químico.

Pasa un tren veloz y nos deja el título de la película. Renton comienza su tratamiento y la calma que él necesita la dan los sonidos de cuerdas y vientos de Carmen – Habanera, la ópera de Bizet. ¿Qué podría ir mal? Solo Renton. La desintoxicación hubiera empezado, pero nuestro antihéroe olvidó un par de detalles que lo terminan llevando al peor baño de Escocia. Sin música, claro. Cuando damos todo por perdido, Renton hace su inusual zambullida; y es Brian Eno y sus acuosos y pacíficos sonidos en Deep Blue Day los que nos dejan listos para el aburrido tratamiento. Sick Boy decide unirse, él también tiene su perorata vital: «His unified theory of life», como la llama Renton. A pesar de los reparos del narrador, es Trainspotting  —de Primal Scream— con el moroso andar de sus sonidos sintéticos, su dilatado e hipnótico desarrollo, la que valida el punto de vista de Simon.

Ahora todos quieren ser normales. Los rápidos cambios de planos nos dan la sensación del speed con el que Spud prepara su entrevista de trabajo. Begbie, psicótico, entra en acción por primera vez y poco pueden hacer sus colegas. Tommy, levanta pesas e Iggy Pop and The Stooges le vigilan desde el póster de Raw Power. Renton y Sick Boy ven un vídeo «Intimate and highly personal», y el primero siente la nostalgia de algo perdido: el sexo. No se necesita música en la aburrida normalidad. Un Leg Opener vale £1.50, y Temptation, la rítmica canción synthpop de Heaven 17, pone a bailar a la pandilla que va de fiesta. En el Voloko Damo —tributo a La naranja mecánica (1971) ellos hablan de ellas; en el baño pasa al contrario bajo la provocadora mirada de una Iris —la niña de Taxi driver (1976)—, en tamaño gigante. Renton cubre el cuerpo y la cara de Travis, Taxi driver, pero no sus pistolas. Diane (Kelly Macdonald) es su elegida y la guitarra britpop de Sleeper suena en Atomic al tiempo que Renton le echa los perros a la salida del Volcano. Ella intimida con su rápida lectura de la situación, pero el beat de Atomic va acorde con el frenesí de los nuestros. Cada uno en lo suyo, y a todos nos meten goles. La aterrizada de una noche de fiesta cuesta: Spud hace aguas, Temptation, la de New Order, apenas se percibe en tanto Renton se afana ahora por la legalidad. Pero es Tommy quien se pierde en la vuelta a la normalidad. Claro, vamos sin música otra vez.

1977 fue «Full time business», como dice Renton en Trainsportting cuando vuelve a su oficio principal, para Iggy Pop. De la mano de su amigo David Bowie grabó dos de los discos más representativos de su carrera como solista: The Idiot y Lust for Life. De ese primer álbum, Nightclubbing es la canción escogida para ver a Renton y los suyos volver a visitar a la Madre Superiora. La melodía de Ziggy Pop, como le llama Diane, es la bisagra de ese pasado setentero con el presente. Ella se oye en su completa extensión durante la cual vemos cómo se hace el trabajo nada fácil. La heroína hierve, los brazos están hambrientos, pero los gritos de Allison enturbian el viaje. Ella necesita un nuevo chute en la escena más bestial del filme. «I’m cooking up» fue lo más humano que salió de la boca del narrador.

Se cierra la elipsis al volver a la escena inicial; mas la fuerza y el empuje de Iggy nos han abandonado y han sido reemplazados por la melancolía noventera de Blur que con Sing termina llevando de la mano a Spud encarcelado. Renton decide chutar la pena. La sangre se mezcla con el líquido ámbar en el cilindro cuando el émbolo se retrotrae. En el instante en que la mezcla llega a nuestro antihéroe, él tiene el sol a las espaldas con Lou Reed hablando del día perfecto donde «Weekenders on our own». Otro «hit», esta vez de adrenalina, despacha a Lou. El tratamiento real comienza. ¿Quién es The Idiot?

Los sedimentos de la heroína abandonan el cuerpo de Renton. En un montaje estilo videoclip, los compases del pop electrónico de Dark and Long de Underworld acompañan a Renton a atravesar de vuelta el Aqueronte. Y aunque Diane le canta, Caronte no se lo deja fácil: Begbie se mete en su cama, Sick boy le aconseja, los remordimientos se personifican en Tommy, en el bebé de Allison y en Spud que le habla desde la cárcel. Y vamos al bingo por el premio mayor: Tommy. Solo queda filosofar, y aportar a la causa por supuesto. En la orilla de la vida es Diane la que recibe a nuestro narrador, y la arenga que esta le da le hace apartarse de The Idiot. Renton se nos caspea, se nos hace comercial. Se hace britpop, que no es poco. La fotografía ahora desafía la charla típica del londinense promedio, y en Londres el sol entra a todas partes. La ciudad saluda a Renton al ritmo del eurodance Think about the way del rapero Ice MC. El narrador contradice su discurso inicial recitando palabras de yuppie. Hay cartas premonitorias, como cuando Pulp canta en Mile End

«We didn’t have no where to live, / we didn’t have nowhere to go ‘til someone said / «I know this place off Burditt Road.»

Begbie se une a la vida familiar. Bad Boy gana y hay que celebrar. Con For what you dream of, la voz negra de KYO se oye en el trance de Bedrock, la fiesta empieza, y el fotograma se lee «No ball games»: un mal chiste e irrepetible para Begbie. Y llega Sick boy, para rematar, de la mano de melodía y armonía alternativa de Elástica con 2:1 que explica la reinvención de nuevo huésped. La situación de Renton es deliciosa, y aunque la promoción de Elástica se acaba, él tiene la delicadeza de dejar a sus amigos ubicados. Muchas veces, el volver a casa es una obligación que pasa por la tierra y en el sermón de despedida de Tommy, el cura nos recuerda “Lust for Life” desvanecido. El 2:1 vuelve por un instante en forma de un pasmoso plan que incluye el transporte y la comercialización de casi dos kilos de H. A final hit el dub techno de Letfield nos acompaña cuando Renton honra el título de la canción. Y sí, el sol ha salido el Londres de nuevo.

Ahora los perdedores de siempre ganan por una vez. Y se siente bien, más la amistad muchas veces es apenas una palabra. Born Sleepy (NUXX) y el beat de Underworld nos sube la adrenalina con esa forma de hacer música electrónica de los ingleses que se adueño del mundo. Casi diez minutos de secuencias que descontrolan a cualquiera. ¿Quién se puede quedar quieto con ella de fondo?, ¿quién no quiere que subirle el volumen hasta sentir los bajos en la pelvis? Renton, que se sabe calmar en el momento que toca, y nos amenaza con ser como nosotros. Nos lo recita en la cara.

Más como buena fiesta, toca bajar el acelerón. El chill out es Closet Romantic y Damon Albarn enlista las películas de James Bond protagonizadas por Sean Connery. Acertada elección para un filme capaz de encadenar, como buen DJ, las numerosas referencias a los 70 y 80 con su presente. Trainspotting es un homenaje a Iggy Pop, a David Bowie, a Lou Reed, a Taxi Driver, a La naranja mecánica. Y más allá de ello, es una carta de presentación de la música electrónica al lograr equipararla en importancia con el rock de siempre. Ahora, solo, sube el volumen a Iggy —como Renton en T2—.