Gaspar Noé: Ojos primitivos bañados en LSD

Gaspar Noé

Todos los ojos dicen algo, pero ¿qué dicen los de Gaspar Noé? Para algunos, nada bueno. Para otros, una vía de escape única y maravillosa. El director de obras maestras como Irreversible o Clímax ya forma parte de ese selecto club de autores que amas u odias. Nada pone (ni pondrá) de acuerdo a sus feligreses y a sus detractores, sin embargo, poco parece importarle eso a Noé.

El mundo de las drogas ha sido el motor de grandes obras magnas del cine como Trainspotting o Boogie Nights. Es un mundo fascinante (el de la conceptualización, no el del consumo) y oscuro que esconde mucho más de lo que ofrece a simple vista. Si Trainspotting podría parecer un film sobre la heroína, una vez te adentras en él te das cuenta de que esconde una crítica mordaz a la generación perdida de la Escocia de los años 90. El descenso a los infiernos que reside en el viaje psicodélico que promete la droga es uno de los grandes tabúes (y con razón) de la sociedad, y pocos directores se han atrevido a intentar relatarlo.

Gaspar Noé es un director y guionista de cine argentino; lo digo porque aunque parezca increíble hay gente que no conoce a este genio. Noé estudió cine en Francia a temprana edad y desde entonces reside ahí, donde ha realizado la mayoría de sus obras. En primera instancia, resulta llamativo que en 22 años de carrera tan solo haya dirigido cinco largometrajes, un puñado de cortos y un mediometraje, pero han sido suficientes para catalogar a Noé como uno de los grandes genios del cine contemporáneo.

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Hablar de Gaspar Noé es hablar de un estilo intransferible. Su modo de hacer cine es indiscutiblemente único, tal vez porque pocas personas que hayan consumido tanta droga como este hombre han acabado siendo directores de cine. Y ese es uno de sus pilares fundamentales: la droga. De todo tipo: cocaína, LSD, ácido… Noé tiene todo el catálogo de drogas experimentales a su abasto y ha sabido hacer películas que provoquen efectos similares a ellas. El viaje psicodélico bañado en ácido que propone en Clímax (su mejor obra) es tan agobiante como placentero. El espectáculo visual de luces y movimientos imposibles de cámara que agita la pantalla durante hora y media debe ser lo más cercano que ha estado un abstemio a una sobredosis.

Y Gaspar Noé no es solo droga, también es provocación. El Lars Von Trier franco-argentino busca cuestionar los valores que con tanta seguridad defiende la sociedad occidental. Su ya mítico plano secuencia de la violación en Irreversible es un must de cualquier ránking de «las escenas más fuertes de la historia del cine». La violencia explícita, otra característica clave de Noé, aparece en Irreversible de la forma más cruda posible: con un plano fijo que huye del hiperrealismo para ofrecernos la experiencia más natural y desagradable posible. Una escena que hasta los más duros de roer son incapaces de ver sin apartar la vista.

Pero en Noé no importa tanto el qué, sino el cómo. Los temas que toca están tan trillados como cualquier otro (en el siglo XXI no hay nada por descubrir), pero los toca como nadie. Su habilidad con la cámara permite construir secuencias que transmiten mucho más de lo que parece. Clímax no se entiende si se intenta entender. Es una película que te tiene que hacer sentir como si estuvieras en una fiesta y el LSD hubiera tomado el control de tu cuerpo. Preguntarse si los diálogos pasarán a la historia del cine o cuestionar su estructura narrativa es demostrar que no tienes ni idea de lo que significa Gaspar Noé. Si quieres ver un guión férreo, en el cine clásico tienen innumerables opciones que serán de tu agrado. Si quieres sentir algo único, sumérgete en Clímax. No hay trampa. Solo certezas.

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El ser humano es tan primitivo como cualquier otro animal. Son las capas con las que nos hemos cubierto los que nos vuelve «humanos» (qué sinsentido, realmente). En situaciones extremas es cuando nos destapamos como lo que realmente somos. Envidiosos. Violentos. Celosos. Egoístas. Irritables. Todo eso y más es el ser humano real y no el arquetipo que la sociedad ha moldeado para ocultar eso que jamás desaparecerá. Reflexión tan cruda como real que Gaspar Noé se empeña en retratar siempre que tiene la oportunidad de llevar a sus personajes a situaciones extremas. Fiestas, rodajes, episodios de venganza, viajes psicodélicos… y amor. No hay nada que vuelva más primitivo al ser humano que el amor.

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Camúflate u ofrece al mundo la versión real de ti mismo. Eso está en tus manos. Como también lo está darle una oportunidad a uno de los cineastas más interesantes que podemos encontrar ahora mismo en las carteleras. Yo conocí a Gaspar Noé en Sitges con Clímax. ¿Dónde lo conocerás tú?