Cerramos Sitges 2020 echando la vista atrás y repasando lo que nos deja la edición más atípica de su historia. No habrá llegado a la excelencia de otros años, pero que se celebre el cine, pase lo que pase, siempre es una buena noticia.
No voy a descubrir que este año está siendo frustrante para todos. A nadie le ha gustado ver cómo muchas de las cosas que considerábamos normales desaparecieran de nuestra vida de un día para otro. Esto es negativo, no cabe ninguna duda, pero de todo lo malo sale algo bueno. Gracias a esta inclasificable época que nos ha tocado vivir hemos aprendido a apreciar cosas que a nuestros ojos antes carecían de valor. El cine es una de esas cosas que muchos han aprendido a amar en estos meses. ¿Cómo ha sido este Sitges 2020?
Gracias al cine podemos huir de este mundo y visitar otros. Transportarte a mundos maravillosamente irreales y perderse entre ellos buscando una nueva visión de las cosas. Adentrarte en mentes de genios que ven en expresarse artísticamente una necesidad vital. El cine es todo eso y mucho más, y cuando las cosas se ponen difíciles es cuando más lo sabe apreciar la gente.
Por eso que se haya celebrado Sitges 2020 es tan importante. Gracias a estos diez días de cine de género hemos podido evadirnos del mundo real. Aunque las mascarillas no desaparecieran de nuestra cara, la cabeza iba por libre navegando entre mundos distópicos, violentos o pesadillescos. Cada uno ha vivido el festival a su manera. En mi caso, ha sido una edición muy irregular, pero más necesaria que nunca.
He visto zombies en Malnazidos, falsas vampiras en La vampira de Barcelona, noches bañadas de neón en No matarás, decadencia en The Owners, decepción en Relic, puro cine en La cosmética del enemigo y falta de adjetivos descalificativos en Superdeep. Ha sido una cosecha bastante floja, pero suficiente dadas las circunstancias.
CRÍTICA DE FALLING (2020): VIGGO MORTENSEN, DEBUT Y EMOCIÓN
No creo que haga falta comentar en profundidad las sensaciones que me han dejado estas siete películas. Tan solo recordar que por muy mal que esté todo, siempre nos quedará el cine y el arte en general. A veces tan solo necesitamos entrar en una sala oscura y perdernos a los sueños y pesadillas de otros.