La cuarta (¿y última?) entrega del Monsterverse de Warner Bros. se ha convertido en uno de los pocos fenómenos cinematográficos del último año. Godzilla vs. Kong ha destronado a Tenet como la película más taquillera postconfinamiento y ha revivido una saga que algunos creíamos muerta. ¿Se le puede pedir más a una pelea entre un gigantesco gorila y un monstruo radiactivo?
Existe la hipótesis de que las películas deben ser, en primera instancia, buenas historias, y que luego venga todo lo demás. Es obvio que un buen guión, un correcto desarrollo de personajes y una originalidad en la historia que se nos narra siempre es mejor que nada, pero hay casos en los que todos estos elementos pueden quedar en un segundo plano y no pasa absolutamente nada. Ese es el caso del Godzilla vs Kong, una de las películas más tontas y divertidas que se han hecho en los últimos años. Pero antes de abordar este espectáculo visual, hablemos del Monsterverse.
El Monsterverse fue concebido como una consecuencia directa del Universo Cinematográfico Marvel y de esta fiebre hipermoderna de interrelacionar historias en aras de dotarlas de una mayor transcendencia dentro de universos ficticios.
Empezó en 2014 con la notable Godzilla, cuya historia y guión fueron realmente rompedoras para lo que se esperaba de una película así. Se criticó en su momento que Godzilla tuviera un papel testimonial en la obra, pero justamente por eso fue notable: los protagonistas eran los humanos, y estaban bien planteados y desarrollados. La saga dio su segundo paso con Kong: Skull Island, cuyo mérito fue regalarnos algunas de las mejores escenas que se recuerdan en el cine de aventuras de los últimos tiempos. Desafortunadamente, el Monsterverse cayó a los infiernos con Godzilla: King of the Monsters, un pobre espectáculo de CGI donde los personajes no pueden ser más arquetípicos, planos y aburridos. Todo lo que funcionó en Godzilla aquí se lo cargaron para dejar a los humanos como meros espectadores de peleas insoportables entre monstruos.
Llegamos a 2021. Acabamos de vivir una pandemia, el cine se encuentra en un momento sumamente crítico y las plataformas de streaming ganas fuerza a pasos agigantados. Warner Bros. decide no cometer el mismo «error» que hizo con Tenet y se plantea estrenar la cuarta entrega del Monsterverse en cines y en HBO Max, simultáneamente. Así acaba siendo y Godzilla vs Kong ve la luz del día el 31 de marzo. Todo lo que sigue a su estreno es una campaña de marketing muy meritoria para los tiempos que estamos viviendo y una repercusión notoria por redes sociales, cuyas timelines rebosan memes de una de las peleas más esperadas del cine contemporáneo.
Godzilla vs Kong es un éxito rotundo. Ahora bien, ¿es una película mala? No, en absoluto. Como comentaba antes, existe la creencia de que todas las películas deben tener un guión fuerte y sin fisuras para que la experiencia sea disfrutable. Dejemos las cosas claras: estamos hablando de una película en la que un gorila y un monstruo se dan de hostias. No pidas coherencia narrativa, buenos plot twists o un desarrollo brutal de personajes. Es cierto que en Godzilla vs Kong se usa la misma fórmula que en Godzilla: King of the Monsters, pero aquí sí que funciona el hecho de dar protagonismo a los monstruos. Las escenas de acción son espectaculares, de lo mejor que se ha visto en mucho tiempo; los rugidos y las hostias retumban en tu cabeza durante varios minutos; y la dirección de Adam Wingard es brutal, lo mejor de la película.
Adam Wingard es uno de los directores más estimulantes del nuevo terror contemporáneo. You’re Next, The Guest y Blair Witch son tres títulos por descubrir realmente interesantes, llenos de personalidad y ciertamente divertidos. Su nombre saltó a los medios con la adaptación a acción real de Death Note para Netflix, cuya recepción no fue precisamente positiva. Desde entonces llamaba la atención saber a qué nuevo proyecto se enfrentaría ante semejante fracaso. Podría haberse decantado por volver a sus orígenes en el horror indie, pero decidió hacerse cargo de una de las obras más ambiciosas de los últimos tiempos. Afortunadamente, esta vez la suerte le ha sonreído y su trabajo en Godzilla vs Kong es admirable. Nos regala escenas que te dejan boquiabierto, controla perfectamente el pulso de una cinta de estas características y hace gala de su solvencia a la hora de rodar escenas que se queden en tu retina.
NOMADLAND (2020): FUERZA DILAPIDADA EN LA CARRETERA
Es ridículo no disfrutar de una película como Godzilla vs Kong por prejuicios contra este tipo de cine. No es El Padrino, no es La Lista de Schindler, no es La Diligencia. Lo sabemos, pero no debería importarnos. Es una película donde los agujeros de guión provocan que literalmente no haya guión. En tu mano está disfrutarla o no. Yo la he disfrutado. Mucho.