La reciente victoria del movimiento #ReleaseTheSnyderCut nos invita a reflexionar sobre las motivaciones que tiene Hollywood para manipular la versión artística de sus autores aún sabiendo que siempre acaba en fracaso. Directores como Zack Snyder, David Ayer o Ruben Fleischer pueden dar buena prueba del eterno conflicto.
Siempre ha habido un eterno conflicto en el mundo del arte entre la parte creativa y la empresarial. Las motivaciones de un autor no siempre coinciden con las de una productora ansiosa de ganar dinero. Les interesa llegar a todos los públicos posibles, independientemente de la visión del equipo artístico del proyecto. Ya sea a través de recortar minutaje al producto final o de «suavizar» el tono de la película (quitarle la calificación «R», por ejemplo), las productoras, en concreto las majors, están empeñadas en tropezarse constantemente con una piedra tan grande y distinguible que resulta insultante que no sean capaces de verla.
El caso más frustante de todos los últimos años fue el protagonizado por David Ayer y «su» Suicide Squad (digo «su» porque de Ayer solo tiene el nombre en los créditos). El primer trailer de la película sobre los villanos del UCDC esbozaba un film oscuro, violento y crudo muy en la línea de su director, pero a Warner le entró el miedo. Consideraron que habían producido una película restringida para un sector importante del público y decidieron modificar el film para que fuera para «suave». Craso error. Suicide Squad acabó siendo un fracaso entre la crítica y el público. Su mediocridad ha llevado al UCDC a hacer una nueva versión de la película, esta vez dirigida por James Gunn. Esperábamos ver una película de Ayer y acabamos viendo un bodrio infumable. Sirvió más como comedia accidentada que como cinta de acción.
A raíz de Suicide Squad, el UCDC ha estado herido de muerte durante años. Solo Wonder Woman ha sido un éxito entre crítica y público, mientras que Aquaman, Birds of Prey o Shazam! han pasado sin pena ni gloria (aunque esta última fuera una revelación muy interesante). El burdo intento de imitar al UCM ha acabado en un estropicio de cientos de millones de dolares que tiene en Justice League su pieza más significativa.
A pesar de que iban a mil kilómetros por hora con tal de reunir a los miembros de la Liga de la Justicia en pantalla grande, Justice League se presentaba como una película, al menos, interesante. Dirigida por Zack Snyder y estrenada tan solo unos meses después del éxito de Wonder Woman, aspiraba a consolidar un universo cinematográfico que desde su segunda película ya cojeaba. Nuevo craso error. Justice League es una de las peores películas de la historia de los superhéroes.
Tenemos a un director inepto intentando imitar a un verdadero autor; una banda sonora antitética a los épicos temas que Hans Zimmer y Junkie XL habían compuesto para Batman V Superman: Dawn of Justice; unos personajes mal escritos; y una historia que roza la parodia. Y ojo, que ni he comentado el bigote de Henry Cavill. Es un horror de película que acabó con cualquier esperanza del fandom de Batman, Superman y cía.
DCEU, CRÓNICA DE UN DESASTRE: BATMAN V SUPERMAN (2016)
Tres años después de extensa crónica, la versión de Snyder por fin saldrá a la luz (aunque no en cines, obviamente). Es un triunfo agridulce por parte del arte por encima de las majors, pero un triunfo al fin y al cabo. Una vez más, la sucia mano de productores frustrados manchó la imagen de un director que lleva tres años intentando recuperar lo que era suyo. Podremos ver Justice League en HBO MAX a partir de 2021. Esperemos no tener que vivir una batalla más del eterno conflicto que sacude al arte cada vez que aparece.