Oxígeno se estrena este miércoles 12 de mayo en la plataforma de streaming de Netflix. Una película que ya de primeras recuerda mucho, mucho a lo que planteaba Rodrigo Cortés con su Buried (Enterrado). El hype nos llega a los amantes del género por medio de su director Alexandre Aja, quien ya ha dejado algún buen título anteriormente.
Oxígeno comienza con una ratita blanca dando vueltas en un intrincado laberinto. Esa rata será la protagonista de la película y por extensión, nosotros como espectadores. Una mujer, de la que no sabemos, al menos de primeras, su nombre, despierta en una cápsula de criogenización. No recuerda nada de nada, tiene amnesia total y la inteligencia artificial que regula la cápsula le informa de que hay un fallo en el sistema y el nivel de oxígeno es muy bajo y se acabará en poco tiempo, llevándose la vida de su ocupante.



Es inevitable comparar esta película con Buried (Enterrado) de 2010. Las analogías a primera vista son evidentes. En aquella el protagonista despierta encerrado en un ataúd de madera y solo dispone de un mechero y un teléfono móvil que no funciona muy bien debido a la poca cobertura existente. Creo que aquella Buried manejaba muy bien el tempo y la tensión durante todo el metraje, no dejaba lugar al tedio en ningún momento, mientras que en esta Oxígeno creo que falla en su primera parte, ya que se hace un poco larga y la actitud de la ocupante es un tanto cargante.
Oxígeno, como ya he dejado intuir, es una de esas películas de las que decimos que va de menos a más. Si la primera parte se puede hacer un poco aburrida, en su segunda, según se va arrojando luz, coge vuelo y se hace bastante interesante. Sus dos o tres giros son eficaces y ciertamente, al menos a mí así me lo han parecido, sorpresivos. Alguno bastante poderoso por su belleza y simbología, como el de las semillas helicoidales de arce. Hacen que te sientas recompensado por esos 35-40 minutos iniciales en los que casi te planteas dejar el asunto por alguna otra ocupación más sugestiva.



Si Buried se sustentaba única y exclusivamente en un único actor, un excelso Ryan Reynolds, en esta Oxígeno tenemos algún otro personaje que alivia un poco la carga de Mélanie Laurent. Esto viene dado al incluir el elemento de la cápsula y su IA que le permite a su ocupante comunicarse y tener acceso a la red de Internet. Dato curioso es el hecho de la conexión entre los dos actores, ya que coincidieron en otra película como protagonistas… 6 en la sombra (2019), dirigida por el rey de las explosiones, Michael Bay, y curiosamente, también original de Netflix.
Alexandre Aja es un director que suele valerse de la tensión en sus trabajos para transmitir desasosiego al espectador. En mi opinión es un tipo que empezó muy fuerte con sus primeros trabajos y creo que se ha ido desdibujando un poco. Alta tensión (2003) supuso un resurgimiento del género slasher y una de las películas más notables del movimiento cinematográfico francés llamado New French Extremity, junto a Al interior (2007) o Martyrs (Mártires) (2008), aunque muy por debajo de Irreversible (2002) y Enter the Void (2009) del talentoso realizador Gaspar Noé.



Posteriormente, Aja, conseguiría realizar un remake bastante interesante de Las colinas tienen ojos, que, para muchos (me incluyo) mejora el material original. Le siguieron años más oscuros… Reflejos (Mirrors) (2008), Piraña 3D (2010), Cuernos (2013) y La resurrección de Louis Drax (2016), todos ellos trabajos de menor calado que a los que nos tenía acostumbrados. No es hasta Infierno bajo el agua (2019) cuando parece que Aja retoma el buen camino y nos regala la que puede ser la mejor cinta de terror con cocodrilos de las hechas hasta el momento.
En resumen, a esta Oxígeno, no recomendada para claustrofóbicos, hay que darle un poco de chance a su primer tramo para llegar a una segunda parte mucho más interesante y que creo satisfará los fans del thriller y de la ciencia ficción.
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