La octava entrega de Dime Quién Soy ya está disponible en Movistar+. En esta ocasión la serie nos lleva a conocer la Atenas de 1944, su clima político, su resistencia y la belleza de la ciudad.
Una nueva misión conduce a Amelia hasta Atenas, lugar en el que se volverá a exponer al peligro, se relacionará con la resistencia del país y se reencontrará por sorpresa con Max. Una vez más debe poner sobre la balanza sus principios políticos contra sus sentimientos hacia él, y vuelven a ganar los primeros. Esta vez su decisión puede marcar un punto final, no solo en su relación, si no en la vida de su amado.
El asesinato del oficial de la SS no debió tener consecuencias en la vida de nuestra protagonista, porque empezamos el episodio viéndola asistir a una reunión como si nada hubiera pasado. Confirmamos que sigue ejerciendo de espía y que el compromiso antifascista sigue en ella, como también otros muchos sentimientos.
Crítica de Dime Quién Soy 1×06
Volvemos a ser testigos de cómo se articulan las redes de resistencia, de forma paralela al funcionamiento y los códigos secretos del espionaje. Por primera vez vemos actuar a Amelia sin sentirse plenamente convencida del paso que va a dar, pero ya es tarde para dar marcha atrás. Si me escuchara le daría un consejo: Amelia, la sinceridad está sobrevalorada. Tendrías que haber dicho que no sabías conducir.
Resultan especialmente interesantes los encuentros de Amelia con Albatros. Se palpa esa tensión de tanteo, de ver hasta donde está dispuesto a llegar el otro. Sus escenas están cargadas de conversaciones subliminales e incertidumbre, creando un duelo más propio de la Guerra Fría que de la Segunda Guerra Mundial que nos ocupa.
Lo más destacable de este episodio es sin duda la localización. Todo se tiñe de ocres, tonos sepia y un ambiente que rompe por completo con los destinos anteriores. Es un escenario bastante idílico, que la fotografía y la ambientación retratan de forma casi turística, pero que no pasa por alto la ocasión de visibilizar la ocupación nazi y el momento en el que se encontraba el Tercer Reich.
Crítica de Dime Quién Soy 1×07
La calma nunca permanece por mucho tiempo en la vida de Amelia, y este capítulo vuelve a ser muestra de ello. Cuando la misión parece haber finalizado y su reencuentro con Max está en lo más alto ¡pam!, la «justicia» la reclama. Consigue la libertad una vez más gracias, en parte, al alemán, pero todo se vuelve a complicar, como no podía se de otra manera en Dime Quién Soy.
La vida de ambos está marcada por el deber, la obligación y la culpa y eso les une a la vez que les separa irremediablemente. Sin embargo, sus caminos parecen destinados a encontrarse, aunque nunca sea el momento indicado. Su reencuentro debería llevar como banda sonora Rosas de La Oreja de Van Gogh, los vemos “resumiendo con prisas tiempo de silencio”. La conexión y la química es innegable y el amor que sienten el uno por el otro ya ha demostrado ser incondicional, pero sin duda esta vez ha quedado herido de guerra.
Crítica Dime Quién Soy (Movistar+, 2020): Libre y consecuente
El penúltimo capítulo de Dime Quién Soy se mantiene en la línea de todos los anteriores. Política, deber y sangre, todas las caras de la moneda. Nos encontramos ante una Amelia adulta, independiente y enamorada, que ha escapado de las consecuencias de sus actos ante el nazismo, pero ha condenado como nunca antes su vida. Esa última escena, con ciertos aires a Romeo y Julieta, es desgarradora y consigue romperla en todos los sentidos en los que se puede romper una persona. Al final parece haber ganado el corazón, ¿será demasiado tarde?