Año: 2020 / Título: Dime Quién Soy / Dirección: Eduard Cortés / Guion: Piti Español, José Manuel Lorenzo, Julia Navarro (Novela: Julia Navarro) / Música: Lucas Vidal / Fotografía: David Omedes / Producción: DLO Producciones, Movistar+, Telemundo International Studios. / Distribución: Movistar+ / Duración: 9 episodios / Reparto: Irene Escolar, Maria Pia Calzone, Pablo Derqui, Will Keen, Pierre Kiwiit, Oriol Pla, Stefan Weinert, Lana Vlady, Valeria Alonso, Juan Martín Gravina, Jochen Hägele, Sergi Martínez, Ciro Miró, Vasileios Papatheocharis, Jordi Planas, Anthony Rotsa, Alberto Ruano, Maximilian Anthony, George Mendel, Mariola Sanz, Matthias Zera / País: España
La sexta entrega de Dime Quién Soy, ya disponible en Movistar+, nos lleva a los bajos fondos de la Polonia de 1941, invitándonos a presenciar la desesperación, la resistencia y el peligro que suponía la vida en los guetos.
La marcha de Max deja a Amelia sola en Varsovia, dándole la oportunidad de relacionarse con la resistencia polaca. La guerra se sigue interponiendo entre la pareja, siendo una parte más de su relación y el mayor de sus obstáculos. La decisión de Amelia pone su unión en peligro, como las noticias que llegan por parte de la mujer del militar, que reaparece para ponerla en su sitio de una forma muy elegante.
Adrenalina en estado puro, eso es el sexto capítulo de Dime Quién Soy. Los hechos se suceden de forma trepidante, generando emoción a la par que angustia en el espectador, que tiene pocos momentos en los que relajarse. Todo se mueve en la clandestinidad, cargada de acción y de riesgo. Es curioso conocer su funcionamiento, sus códigos y reglas, pero también desasosegante.
Este capítulo es todo un ejercicio de contrastes. El ambiente lujoso al que estamos habituados disminuye dando paso a la oscuridad, la humedad y la cruda realidad en la que vivían los oprimidos por el nazismo. La niebla del entorno es la misma que viven los protagonistas, cuyas situaciones de supervivencia solo les permiten pensar en lo esencial. La fotografía vuelve a estar a la altura una vez más consiguiendo plasmar el ambiente de pesadumbre y transportándonos a la capital polaca.
Desde el principio del episodio conocemos a uno de los personajes que complicarán la vida de nuestra protagonista. Ella tiene una tendencia natural a correr riesgos y en esta ocasión no hay nadie que le cubra las espaldas. Sus sentimientos la empujan a exponerse para ayudar al pueblo judío; y a estas alturas ya sabemos que cuando elige un bando lo da todo sin medir en las consecuencias que puede suponer para ella.
A pesar de que el contenido histórico que se relata es conocido por todos, el enfoque que se le da sale de lo convencional. Rehúye de los campos de concentración y pone el foco en la vida en los guetos. De esta manera, somos testigos de la supervivencia de sus habitantes, de sus pésimas condiciones y de la extrema crueldad con la que eran tratados; tanto ellos como cualquiera que intentase ayudarlos. El trato inhumano es doloroso de ver, pero ayuda a visibilizar todo lo que pasó.
La supervivencia saca lo mejor y lo peor de las personas. Surgen recelos, violencia, responsabilidades e inseguridades, pero por otro lado suscita un compromiso verdadero, despierta solidaridad y empatía y supone un rayo de esperanza. Es especialmente tierno verlo en las escenas en las que cuidan de los enfermos, sabiendo que lo único que les están aportando es un final menos amargo.
En el anterior episodio veíamos la faceta fría de la política, el terreno teórico en el que algunos toman las decisiones que marcarán la vida de otros. Ahora hemos conocido el lado práctico conociendo a esos otros. Hemos sentido su dolor, hemos visto la falta de piedad del régimen y las consecuencias de lo que tiene lugar tras los despachos cerrados. Amelia actúa de nexo entre ambas esferas, mostrando su polivalencia y su capacidad de adecuación.
En este episodio pasa todo lo malo que puede pasar. En el peor de los casos nos deja temiendo por la vida de Amelia, y en el mejor, sabemos que ya nada volverá a ser cómo era. La primera que lo sabe es ella, conociendo a Max sabe que sus valores no le permitirán abandonar a la familia que está a punto de tener. Además, ¿cómo justificará su colaboración con los judíos? ¿Seguirá siendo el amor suficiente?
Los gatos tienen siete vidas, pero ¿cuántas tiene Amelia? No sabemos el número exacto, pero está claro que muchas de ellas ya las ha gastado. Hasta ahora había caído relativamente de pie, sin embargo, el final del episodio nos deja con la duda de cuál será su futuro, si es que lo tiene. En el caso de que haya quemado su última bala lo habrá hecho siendo fiel a si misma, a sus ideales y a su compromiso con quién la necesitaba.
En definitiva, el sexto episodio de Dime Quién Soy nos muestra una realidad dolorosa, un ejercicio de resistencia y supervivencia que pone en valor la importancia del trabajo en equipo, el no mirar para otro lado. Nos empuja a una reflexión inevitable, sabiendo que los hechos que vemos en pantalla sucedieron en un pasado no tan lejano. Nos deja con el corazón en un puño, acabando en alto y con el posible último suspiro de Amelia Garayoa.