Felix Van Groeningen plasma en Beatiful Boy, una historia real sobre la irrupción de la droga en una familia. No le interesa mostrarnos cómo destruye a la persona ni a su entorno, y mucho menos juzgarlos. De hecho, nos deja muy claro que Nic Sheff se droga porque la vida es maravillosa cuando estás colocado. Lo que sientes, lo que percibes, lo que vives en ese estado alterado no se experimenta en la vida real. Eso es un hecho innegable y Nic se droga porque su vida es mejor cuando está drogado.
Pero la película no la cuenta Nic sino su padre David. Sin embargo, (repito) Beautiful Boy no es una historia sobre cómo la droga destruye a una familia. Es un relato sobre cómo la droga afecta de igual medida al adicto y a quien trata de ayudarle. Son las dos caras de la misma moneda. Los dos son muertos en vida, los dos tienen una única razón para actuar. Ninguno de los dos puede vencer a la droga y son ambos quienes necesitan ayuda y apoyo. Beautiful Boy da voz a quienes parece que no sufren la droga porque no son los drogadictos y, sin embargo, la viven exactamente igual.
El punto fuerte de la cinta es, sin duda alguna, el apartado interpretativo. Timothée Chalamet demuestra que ni es flor de un día ni su revelación en Call me by your name fue casualidad. Vale que tiene un personaje muy agradecido para cualquier actor, pero no por eso es sencillo de solucionar. Hay que tener en cuenta que sin ser el antagonista de la película, es su vaso conductor, pero no es ni verdugo ni víctima. Van Groeningen tenía muy claro este punto, pero quizá un actor menos dotado no habría podido situarse fuera de la dualidad malo-bueno.
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Pero, por encima de todo, está Steve Carell. Hay actores talentosos, hay actores en estado de gracia y luego está él. Aunque el resto de la película no mereciera la pena (que no es así), su sola presencia salvaría el conjunto. Ya hemos hablado en otras ocasiones de los actores cómicos cuando encaran un papel dramático (y es llamativo que otra cómica, Amy Ryan, interprete a la madre de Chalamet). Consiguen trasmitir una empatía total con el espectador y en esta película era algo imprescindible. Algunas decisiones del personaje podrían haber sido juzgadas por el espectador y Carell lo evita.
Es impresionante cómo este actor puede llevar su registro interpretativo al límite (como este mismo año en Vice) y frenarlo cuando es necesario con un control absoluto. En cada plano trasmite que lleva todo el peso del universo sobre sus hombros sin un sólo gesto o mueca. Es su actitud, su energía. Su personaje, David Sheff, no vive. No le vemos trabajar, no le vemos jugar con sus otros hijos, no es cariñoso con su esposa, no tiene amigos. El único centro de su vida es salvar a su hijo politoxicómano.
Sólo hay un elemento narrativo que no termina de funcionar y es el apartado musical. No hay banda sonora como tal, sino una selección de canciones. Eso no es problema, en principio, lo que ocurre es que no existe coherencia entre las canciones escogidas. No sucede como en el caso de Tarantino, en quien la heterogeneidad musical busca acompañar tanto la narración fracturada como potenciar el lado pop (cuando no directamente kitsch). En Beautiful Boy produce extrañeza y no parece que haya sido algo pretendido.
Por último, ¿Te has dado cuenta de que no hay nada menos cinematográfico que un smartphone? El estar continuamente localizado, conectado con el resto de la humanidad y albergando todo el conocimiento universal en el bolsillo se carga de un tirón cualquier tipo de narrativa. El smartphone es el enemigo natural de géneros como el suspense o el slasher. Si te fijas, en las películas actuales está completamente restringido y los personajes lo usan infinitamente menos que cualquier persona en la vida real.
En Beautiful Boy tiene un pase porque está ambientada en la década pasada, pero si uno ve cualquier película actual, parece que se rodó antes de 2009. Es curioso que un objeto tan cotidiano, que nos ha cambiado la forma de actuar, de relacionarnos y hasta de pensar, no encuentre su lugar dentro del cine. Y eso que muchas veces esas películas las vemos desde un smartphone. Beautiful Boy es una producción de Amazon Studios y se ha rodado en 16:9, el formato casero/telefónico. Y aun así el cine no sabe cómo meter un telefóno inteligente en su narrativa. Vivimos unos tiempos muy, pero que muy extraños.