Hablamos, analizamos, debatimos, y sobre todo, disfrutamos, de la nueva pieza intimista de The National, la bellisima Light Years.
No son pocos los que en los últimos años, han esgrimido, con cierto rencor, desdén – y por que no decirlo, ignorancia – el calificativo «videoclipero» como algo negativo. La música, y la germinación visual alrededor de ella, no solo no debe tener una connotación negativa per se, sino que en cierto modo, ha sido uno de los vehículos creativos y artísticos más estimulantes en lo que llevamos de siglo. En esta nueva sección, nos sumergiremos en algunos de ellos.



Y no se me ocurría mejor forma de empezar, que con una de las bandas mas icónicas de lo que llevamos de siglo. Amados por unos cuantos fieles – entre los que me incluyo-, o calificados por otros como «grupo turra», The National ha sabido crecer en las armonías más dulces y melancólicas, recuperando la palabra romance a su verdadera concepción -anterior al siglo XX-, en una misión suicida y kamikaze para cualquier persona que se atreva a amar en 2019.
Pero si por algo han destacado, a parte de por su inmediata conexión interior con el oyente, es por sus arreglos minimalistas, aparentemente invisibles, pero terriblemente complejos. Y quiero que os quedéis con la palabra minimalista, porque cuando se ha tratado de llevar su música a lo visual, como en el plano que aquí nos ocupa, esa ha sido su principal fuente de creación.
Light Years
Light Years es el primer single de su reciente «I am Easy to Find», uno de los mejores discos de lo que llevamos de 2019, y para la realización de su videoclip, ha contado en la dirección con Mike Mills, que también dirige un corto experimental en el que la música del álbum determina la narrativa de una forma sensacional.
Pero quizás el nombre más conocido para todos sea el de su protagonista, Alicia Vikander. En un contenido blanco y negro, seco, y con la cámara apuntando directamente al cielo, comienza el nacimiento, desarrollo, y vació, de la representación biológica de un ser vivo, perdido en un limbo de emociones y experiencias vividas, y finalmente, olvidadas.
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La canción, que dialoga entre los fueros internos de un personaje que literalmente «se encuentra a años luz de distancia de otro» juega más un papel evocador, que descriptivo, de lo que vemos. Es en la armonía, que navega entre inversiones de acordes mayores y menores, donde obtenemos esa sensación de melancolía, como de una vida que se evapora sin que nos demos cuenta.
Mills hace de la elipsis, el principal recurso de su narrativa, condensando en tres minutos, incluso elementos simbólicos dentro de la propia trama -ella empezando a caminar sola vs ella corriendo con su hijo – o la importancia de los arboles, como elementos inamovibles que nos observan crecer a medida que nosotros marchitamos. También utiliza el famoso recurso de la repetición cíclica, comenzando con un pequeño travelling hacia el cielo, y repitiéndolo al final, creando la ilusión de que todo es una experiencia cíclica, lo que inconscientemente, incide en una reflexión en el espectador.
Otro elemento interesante – y que intensifica de forma mucho más intensa en el cortometraje – es el uso del sonido directo en el propio videoclip. Este pequeño detalle, que sirve para enfatizar emociones del personaje – las hojas del suelo moviéndose, la comunión de la protagonista con el entorno, como un ser vivo mas – ya lo diferenciaría, estéticamente, del 90% de videoclips que suelen verse a lo largo de cada año. Pero aun hay más.



A nivel de movimientos de cámara, vemos como nos acercamos, alejamos, e incluso, nos quedamos estáticos, ante las acciones de la historia. Hay momentos en los que se nos acerca a ellos con la cámara -momento de intimidad entre ellos, bailando – se nos aleja – muerte del Padre – y nos quedamos estáticos – la madre junto al hijo al lado del árbol -. Ese juego de distanciamiento y alejamiento, tiene un funcionamiento magnifico a la hora de crear la empatía con el espectador, pues la muerte se nos representa como algo de lo que intentamos escapar, mientras que los momentos dulces, son algo a conseguir.
En los momentos estáticos, está la reflexión. Y quizás, así se queda uno, un tanto estático, al presenciar en tan solo tres minutos, como estos años luz de distancia, se resumen a minutos de pura nostalgia y vació.