Muy bien, con esta rabieta de abuelo Cebolleta me he ganado tu atención (e incluso tu ira). Déjame que me explique antes de bloquearme. No es exactamente que se haga peor CGI, son las ganas con las que se hace.
Acababa de empezar la década de los 90 y España estaba que se salía. Nos esperaba las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla y algo todavía más gradioso: Chiquito de la Calzada. El mundo del cine tenía que contrarrestar con algo a la misma altura y vaya si lo hizo: No nos habíamos repuesto aun del primer «te da cuen» cuando tuvimos que enfrentarnos a la mayor revolución cinematográfica desde la irrupción del sonido: la era digital. A nuestra vida llegaron tres siglas que en 1990 no significaban gran cosa y a día de hoy son casi más importantes que el propio director: CGI (Computer generated imagery).
En honor a la verdad, los primeros tanteos venían desde los años 70, pero ni siquiera Tron parecía en ese momento un antes y un después en la historia del lenguaje cinematográfico. ¿Qué pasó? Que llegó Cameron con Abyss en 1989 y abrió la caja de los truenos. Entramos en los 90 y tres hitos marcaron un antes y un después en la manera de hacer cine: Dos largometrajes, Parque Jurásico y Terminator 2, y un videoclip: Black or White. Ya no había marcha atrás. El cine nunca volvería ser lo que había sido.
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Y llegamos al quid de la cuestión. Como nunca se había implementado de esa manera el CGI con la imagen real, cada elemento digital en la película tenía que parecer de verdad. Eso es lo que ha cambiado en los últimos treinta años (me ha temblado la mano al escribirlo. Joputa el tiempo, qué rapido pasa), que nos hemos acomodado a la imagen digital. Ya no pasa nada por que se note que algo está hecho por ordenador. Total, ahora todo se hace con un teclado (y espérate a que lleguen de verdad las impresoras 3D).
El ojo y la sensibilidad se nos han viciado con la estética digital y ya no nos chirría. Los vengadores en 1995 nos hubieran maravillado, pero nadie se lo hubiera creído. Como película de animación sí, eso sin duda. Nos lo hubiéramos tomado como una evolución de Quién engañó a Rogger Rabbit, pero no como «película de verdad». Hoy nos hace gracia el Hulk de la serie televisiva, pero te apuesto a que en treinta años se van a reír del de ahora. Nosotros nos hemos acostumbrado al aspecto irreal de las películas actuales, pero fíjate bien que no hay quien se crea que eso pudiera ser verdadero.
Incluso una película sobre la frontera entre el mundo real y el virtual, como es Matrix, no cae en parecer un videojuego. ¿Qué película de esta década puede decir lo mismo? Sólo las «serias». Tus padres seguramente no se metan a ver una de Marvel, pero sí El renacido, Ex-Machina, First Man o Gravity. Eso es otra cosa. Son películas para un público potencial que no está viciado a la Playstation. Ahí todo tiene que colar, no se puede parecer que tienes un mando entre las manos.
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Así pues, obviamente el CGI ha mejorado en treinta años, lo que hemos perdido es la exigencia de que no parezca CGI. Terminator 2 y Los vengadores son como Madonna y Andy McDowell. La cantante tiene más dinero que la actriz y va más a por todas, pero el tiempo es un juez demasiado cabrón. Una te sigue dejando maravillado y la otra te da pelín de grima. Pues acuérdate de Madonna cuando dentro de 30 años vuelvas a ver Los vengadores.