Memento (2000): El primer escalón de Nolan

Dirección: Christopher Nolan | Guión: Christopher Nolan y Jonathan Nolan | Fotografía: Wally Pfister | Música: David Julyan | Reparto: Guy Pearce, Joe Pantoliano y Carrie-Ann Moss | Productora: Newmarket Films y Team Todd

Memento

Toda leyenda tiene su inicio. Memento fue la segunda película de Christopher Nolan tras Following, su humilde, y reveladora, ópera prima. 21 años después de su estreno, Memento sigue siendo un referente del mind-game y es considerada el primer escalón que Nolan esculpió para alcanzar el olimpo del cine contemporáneo.

La transgresión temporal es el pilar fundamental de Nolan. Por encima de sus historias y sus personajes, las obras del director de Tenet, Dunkirk o Interstellar se caracterizan por jugar con el tiempo con total libertad y sin ningún tipo de reparo. Su hermano, Jonathan Nolan, y él sacudieron el panorama audiovisual gracias a una visión del tiempo como algo moldeable a los sueños e ideas de cada uno. Esta idea es puro Nolan y sus películas adaptan esta idea a diversas formas a cada cual más confusa y admirable.

The Prestige fragmentó el tiempo narrativo para narrar una historia que abarca años y años de duelo entre dos magos; Inception mezcla tiempo real y tiempo de los distintos niveles de sueño (cuanto más profundos, más dilatados); Interstellar se aprovecha de la Ley de la Relatividad para contar dos historias simultáneas con tiempos narrativos muy diferentes (una hora en el planeta de Miller son siete años en la tierra); Dunkirk fragmenta el tiempo en tres (una semana, un día y una hora) para narrar tres relatos que acaban cruzándose en determinados puntos; y Tenet avanza durante días para volver a recorrer el camino a la inversa. Todos estas grandes obras del cine son un escalón más en la escalera que Nolan lleva décadas esculpiendo, pero todo camino empieza con un primer paso, y aquí es cuando entra en juego Memento.

Para muchos su mejor obra, Memento es la segunda película de Christopher Nolan tras Following, su humilde ópera prima que consiguió reflejar algunas de sus obsesiones como cineasta, pero que no dejaba de ser una obra menor. Memento, en cambio, aún es considerada una obra maestra del thriller y del cine contemporáneo. En esta ocasión, Nolan pretende que te metas en la piel del protagonista (un hombre que a causa de un golpe pierde memoria a corto plazo).

Leonard, interpretado por Guy Pearce, quiere vengarse del hombre que violó y asesinó a su mujer, pero su «condición» (es incapaz de generar nuevos recuerdos) le dificulta enormemente llevar a cabo este cometido. Para ello, Leonard siempre lleva consigo un bloc de notas, una cámara fotográfica y tatuajes por todo su cuerpo para guiarse hasta el asesino de su mujer.

La premisa es compleja y un tanto enrevesada, pero no debería suponer mayor complicación para el espectador. Ahora bien, estamos ante una obra de Nolan, por lo que nada va a ser fácil. Manteniéndose fiel al estilo que ha ido puliendo con los años, Nolan destruye cualquier tipo de convención cinematográfica e invierte la narración. Memento empieza por el final y acaba por el principio. Entre medias, para brindar algún tipo de lógica a los cortes que suceden al retroceder en el tiempo de la narración, vemos una secuencia más convencional que nos ayuda a ubicarnos en cierto punto del relato y a entender algunos aspectos del film.

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Este resquebrajamientos del tiempo narrativo de Memento no es nada gratuito (como no lo es en ninguna obra de Nolan). El sentido que reside en «complicar tanto las cosas» es pretender que el espectador se meta en la piel de Leonard. Memento es terriblemente confusa por retar a nuestra comprensión del tiempo lineal. Esta confusión constante la permite ser tremendamente entretenida y no dejar espacio al aburrimiento. Por otro lado, imposibilita cualquier tipo de comprensión a la primera por parte del espectador. Es tan diferente a todo aquello a lo que estamos acostumbrados que nos sacude hasta decir basta.

A pesar de que muchísima gente esto lo ve como algo negativo, a mí me parece una de las mayores cualidades de Nolan. Sus obras son tan grandes, ya sea por presupuesto o por idea, que tan solo se pueden apreciar totalmente con varios visionados. «Interstellar no se entiende. «Tenet es muy liosa». «Inception es un insulto al espectador». Si eres un hater de Nolan, todo es muy sencillo. Si no, te abres a un mundo tan complejo y fascinante como solo puede serlo el cine.

Memento supone la gran obra maestra del «primer Nolan». Aquel cineasta que acababa de entrar en el cine y que estaba dispuesto a no dejar a nadie indiferente encontró en esta sádica obra su «Seven«. Su primera etapa, mucho más modesta y comedida que la segunda, se compuso de tres películas: Following, Memento e Insomnia. Tres thrillers oscuros y desafiantes que no pueden ser considerados bajo ningún pretexto como malos ejemplos de cine. Insomnia fue la más floja (tanto de su primera como de su segunda etapa) y aún así es una obra nada desdeñable con aspectos interesantes. Memento, por otro lado, fue su gran carta de presentación al mundo del cine.

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Memento fue el principio de todo. Fue el inicio de Nolan, de sus haters, de sus fans y de su fenómeno. A partir de ahí, crecería hasta llegar a un olimpo que se ha ganado con total merecimiento. Pocos directores son capaces de ser reconocidos mundialmente por ser fenómenos de masas y autores al mismo tiempo. Esta larga escalera de escalones mastodónticos no empezó con The Dark Knight, ni con Interstellar, ni con Dunkirk. Empezó con Memento, un film que se meterá en tu cabeza y te cuestionará hasta tu comprensión del tiempo.