El mundo del cine, al igual que en el resto del arte, ha sido censurado en multitud de ocasiones. Directores como Pasolini (cuyo asesinato está lleno de misterio) o Ang Lee ya sufrieron censuras. Pero Stanley Kubrick ha sido uno de los más censurados, tratando en esta ocasión las causas de la censura de una de sus grandes películas, Senderos de Gloria.
En estos tiempos en los que parece que estamos perdiendo libertades a pasos agigantados, quizás nadie sepa que esto de la censura tiene unos años. Ahora son simples tweets (de mal gusto por cierto), pero grandes artistas de todos los ámbitos también han sido censurados. Uno de ellos fue Stanley Kubrick, el cual realizó una película que no gustó nada en un país como Francia, que representa la máxima expresión de libertad. Además de en el país galo, países como Marruecos, Canadá, Suiza, Bélgica y España (debido al carácter antimilitarista de la película, totalmente opuesto al régimen dictatorial del general Francisco Franco).
Kubrick siempre fué un director incómodo. Películas como Espartaco (en plena Caza de Brujas en EE.UU.), Lolita (la adaptación de la novela de Nabokov que recibió críticas de los sectores más conservadores estadounidenses) o La Naranja Mecánica (que fue censurada en varios países por su violento contenido) ya sufrieron varias prohibiciones y cortes de metraje. Pero, quizás, Senderos de Gloria (Paths of Glory, 1957) es el caso más llamativo, debido al carácter antimilitarista que emana la película, una denuncia en toda regla a la guerra con un fenomenal Kirk Douglas al frente del reparto como el Coronel Dax. Fué el propio Kirk, una vez leído el guión, quién hizo todo lo posible para que los estudios United Artist la financiasen. A pesar de ello, contó con un presupuesto muy reducido.
La película nos traslada a la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército francés acomete al alemán en un ataque suicida en la colina de las hormigas (Ant Hill), un punto estratégico que fue de vital importancia durante el desarrollo de la Gran Guerra. El ataque fué un rotundo fracaso para el bando francés, por lo que el general Mireau (George Macready) -uno de los principales responsables de este error que provocó una auténtica carnicería en las tropas francesas- convoca un consejo de guerra en el que sus superiores acusan, al azar, a tres soldados que son condenados falsamente por cobardía ante el enemigo a la pena de muerte por fusilamiento, todo ello con el fin de amedrentar a las tropas y no asumir su fracaso.
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Hay que decir que, al igual que la novela original, estos hechos están parcialmente inspirados en acontecimiento reales ocurridos durante la primera Gran Guerra, más concretamente con el ocurrido en la Brigada 119 de infantería del ejército francés, en la que cuatro soldados fueron ejecutados por insubordinación. Este caso ocultó, en cierta medida, el terrible suceso provocado por el general Géraud Réveilhac, el cual obligó a la artillería bombardear sus propias trincheras para provocar que las tropas atacarán las posiciones enemigas. El comandante de las baterías se negó sin una orden por escrito. Más tarde, el general volvió a ordenar el ataque, aduciendo que ese día no se habían alcanzado el número de bajas suficientes.
Estos fusilamientos por cobardía se realizaron en la mayoría de países que intervinieron, un recurso que ya utilizaban los romanos en sus legiones. Este caso de pena de muerte aleatoria es la base central de la trama de la película, en la que se pueden apreciar las grandes injusticias que se llegan a cometer en las guerras -que ya de por si son injustas- por la notoriedad que tratan de conseguir ciertos personajes sin escrúpulos.
»fue la película con la que Stanley Kubrick entró en el rango de los grandes directores, que no abandonó nunca.» Roger EBERT, crítico del Chicago Sun-Times
La película contó con una modesta recaudación en taquilla. A pesar de ello, fue aclamada por la crítica y, hoy en día, en un clásico antimilitarista. Si bien no tuvo problemas en su estreno en Estados Unidos, si que los empezó a tener cuando llegó a Europa. Ya en el rodaje tuvo que desplazarse a Alemania, debido a las presiones de países europeos para que se rodara en ellos, así que el estreno no iba a estar exento de polémica. Todo ello debido a la forma en que mostraba la guerra, en la que la muerte de seres humanos servía para conseguir ambiciones personales o ascensos en la cadena de mando. Después de su proyección en Bruselas, las autoridades francés y las asociaciones de excombatientes de dicho país, presionaron para que la película no se proyectara en suelo francés, instando al resto de países cercanos a Francia a hacer lo propio, considerando un trato injusto y de sarta de mentiras lo que se contaba en ella. Con todo, también hubo otra vertiente que apoyaba la película, sobre todo por parte de sectores antimilitaristas.
United Artist, distribuidora del film, decidió suspender la emisión de la película, que luego volvió a exhibirse en Brusela con una nota explicativa y el himno de La Marsellesa de fondo al principio y al final del visionado. En Francia hubo que esperar hasta el año 1975 para que se pudiera estrenar. En España hubo que esperar hasta 1986 para que se proyectara, once años después del término de la dictadura de Franco.
»La película no transmite mensaje alguno. En ningún caso es una película que vaya en contra ni a favor del ejército. Como máximo, es una película contra la guerra, que puede llevar a los hombres a semejantes conflictos de conciencia.» Stanley Kubrick
Como curiosidad, Stanley Kubrick intentó plasmar a la perfección lo vivido dentro de las trincheras durante la guerra. Las trincheras no constaba de pasarelas de madera, sino que los soldados pisaban tierra que, debido a las lluvias o al terreno en el que se realizaban, hacía que se convirtiera en barro y que fuera muy incómodo andar por ellas. En muchas de ellas, para evitar esos problemas, se usaban los cadáveres de los soldados para estabilizar los terrenos, un hecho cruento que podía provocar también importantes epidemias en el frente. Esto es lo que también quiso mostrar el director, aunque finalmente tuvo que conformarse con hacer pasarelas de madera en las trincheras. Lo que no se ha aclarado nunca es si fué por falta de presupuesto o por presión del propio estudio. Lo que si que está claro es que Senderos de Gloria es una de las mejores películas de Stanley Kubrick, un director tan excelente como distinto al resto.