Año: 1980 | Dirección: Stanley Kubrick | Producción: Warner Bros. Pictures | Guión: Stanley Kubrick, Diane Johnson | Música: Wendy Carlos, Rachel Elkind | Fotografía: John Alcott | Reparto: Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers | Género: Terror, drama psicológico | Duración: 146 minutos
Cada película de Stanley Kubrick es un pequeño universo. Por algo la crítica le considera el mejor director de la historia. Antes de rodar El Resplandor, el maestro neoyorkino ya había llegado al punto más álgido de su carrera. Pero después de haber sabido dominar tanto el drama como la comedia, y de haber tocado temas tan delicados como la guerra, la naturaleza violenta del hombre e incluso la pederastia, sintió que le faltaba algo. Su última película había sido Barry Lyndon, y aunque fue apreciada por la crítica, no tuvo la misma suerte en taquilla. El fracaso comercial de Barry Lyndon llevó a la Warner Bros. a obligar a Kubrick a hacer algo más comercial. Antes de la publicación de la novela, El Resplandor, en 1977, le llegaron las primeras muestras. Fue entonces cuando decidió su incursión en el cine de terror.
La historia de El Resplandor se sitúa en el Hotel Overlook, Colorado. El escritor Jack Torrance (Jack Nicholson) ha sido elegido para ser el guarda del hotel durante el invierno. Por lo tanto, se muda con su mujer, Wendy, (Shelley Duvall) y su hijo de 7 años, Danny (Danny Lloyd). Poco antes irse a vivir allí, los encargados de Overlook les advierten de una serie de desgracias que ocurrieron allí hace unos años. Al llegar allí, Danny comienza a comportarse de forma extraña. Afirma que tiene un amigo imaginario que le está avisando de la maldad del lugar. La soledad y el aislamiento que sufre la familia poco a poco les irá perturbando. A simple vista la sinopsis puede parecer poca cosa, simplemente otra película más del género. Sin embargo, la dirección de Kubrick lleva las cosas por otro camino.
La película tiene un ambiente opresivo durante todo el metraje. Kubrick consigue crearnos esa sensación a través, primero, de la música. El resultado de mezclar música clásica con un sintetizador es un sonido peculiar, a ratos desagradable, que consigue ponernos en tensión continua. A través de cada diálogo se va aumentando este malestar. Se nos menciona el origen del hotel, los problemas de Danny y el pasado de Jack.
Cuando la acción llega a Overlook, Kubrick juega una de sus mejores cartas: la steadicam. En la actualidad el uso de la steadicam —una cámara estabilizada para grabar en movimiento— nos parece normal, pero antes del estreno no era muy común. Gracias a su uso en El Resplandor, se puso de moda. Y no es para menos. La cámara de Kubrick nos guía por los pasillos de Overlook, nos marea y nos pone nerviosos. Destacan especialmente unas secuencias en las que la steadicam sigue a Danny en triciclo por los pasillos. Nunca antes —ni ahora— se había conseguido generar suspense con algo tan simple.
Quien esté leyendo esto y no haya visto la película se estará imaginando unos pasillos a oscuras, en un silencio sepulcral. Pues no. Al contrario del 99% de los filmes de terror, la película no abusa de la oscuridad, un recurso un tanto tramposo para conseguir transmitir la sensación de angustia. Todas las secuencias están bien iluminadas. Como en todas las obras a color de Kubrick, la fotografía es ejemplar. El uso del color está premeditado en cada plano, buscando transmitir lo máximo posible. Destaca el uso de la simetría, que tanto le gustaba al realizador. Tampoco se abusa del silencio para crear tensión. El sonido está muy bien logrado y ayuda a crear atmósfera. Una atmósfera que va de menos a más durante el metraje y que llega a niveles altísimos al final de la cinta.
Por otra parte las interpretaciones son de mucha calidad. Jack Nicholson lo da todo en un papel que le va como anillo al dedo. Shelley Duvall se muestra aterrada, notamos el miedo que tiene. Danny Lloyd es, en mi opinión, la mejor interpretación de toda la película. Cubre con creces su papel de niño inseguro con toques paranormales. Lástima que no haya rodado nada más en su vida.
La película abre diferentes subtramas que deben ser interpretadas como cada uno quiera. Como todo el cine de Kubrick, es sugerente y aporta más preguntas que respuestas. Sin embargo, tampoco hace falta buscar el simbolismo en cada plano. Déjense llevar.
A modo de curiosidad, la película no gustó mucho en su estreno. Aunque funcionó mejor en taquilla que Barry Lyndon, no convenció ni a crítica ni a público. A la crítica no le gustó porque no cumple los códigos del género. Y al público… porque esperaba otra cosa. De hecho, fue nominada a dos Razzies —los antiÓscar: peor actriz (Duvall) y peor director—. No le gustó ni a Stephen King. Ironías de la vida.