Ya han salido a la luz las primeras imágenes promocionales de Ha nacido una estrella. Este remake de otro remake, supone un doble debut cinematográfico: El de Lady Gaga en la gran pantalla y de Bradley Cooper tras la cámara.
Este proyecto nació del interés de Clint Eastwood, quien pensó muy acertadamente en Beyoncé Knowles como actriz principal. El problema es que la diva se quedó embarazada, la producción se paralizó y el señor Eastwood no espera a nadie. El director se embarcó en otro musical y cuando a Cooper le llegó el guion, se vino arriba y dijo que la película era suya. Así que aprovechamos esta confianza en sí mismo del nada menos que triple nominado al Óscar para hablar de películas que cambiaron de director, de lo que pudieron haber sido y lo que terminaron siendo. Porque un cambio de director no es un intercambio de cromos.
El director de una película es el máximo responsable del resultado final. Toma las decisiones artísticas, elige el tono, afina cómo contar la historia. Una película cambia si se sustituye al protagonista, al director de arte, al de fotografía o de vestuario. Pero si se sustituye al director, no es que la película varíe, es que se convierte en otra completamente distinta. Así que empezamos este recuento por la película que ha dado origen al artículo.
Ha nacido una estrella
¿Quién iba a dirigirla?
Pues como ya hemos dicho, era un proyecto nacido directamente del mismísimo Clint Eastwood, uno de los pocos directores de los que uno se fía hasta cuando escucha la palabra «remake«. Como el proyecto se prolongaba, y él no está para tonterías, terminó pasando del tema para dedicarse a otros menesteres. Además, el encargo de Jersey Boys le desquitó la espinita de rodar un musical y no volvió a preguntar sobre qué había pasado con Ha nacido una estrella. Realmente quien salió perdiendo fue Beyoncé, porque protagonizar una cinta de Eastwood hubiera significado el espaldarazo definitivo a su carrera como actriz… Beyoncé y el resto de espectadores, como Cooper la pifie en su debut.
¿Cómo hubiera sido?
Pues el cómo será la tercera versión de A star is born es aun un misterio. Los actores suelen tener fortuna cuando se pasan a la dirección (a excepción de Jesús Bonilla) así que otorguemos el beneficio de la duda a Bradley Cooper, por muy rematadamente mal que pinte el proyecto. Esperemos que haya aprendido lo suficiente del maestro Eastwood, al fin y al cabo, no hay mejor escuela de dirección que trabajar con los mejores directores del planeta. ¿Y qué hubiera sido de haberla tomado Clint? Pues desde luego algo, a priori, mucho más deseable. Si algo sabe hacer es contar cómo nacen y se desarrollan las diferentes relaciones humanas. Ha demostrado su maestría en algo tan sumamente difícil de contar como las uniones parento-filiares entre personas que no son familia (Millón dollar baby, Gran Torino) así que esta historia de conocimiento, amor, decadencia y celos le venía ni que pintada.
Bradley, confiamos en ti.
La lista de Schlinder/El cabo del miedo
¿Quien iba a dirigirla?
Estamos ante uno de los casos más curiosos de este artículo: En origen el drama del holocausto estaba previsto para Scorcesse y el thriller de venganza para Spielberg. En el fondo, no es tan extraña elección como parece. La lista de Schlindler no deja de ser una historia individual de redención dentro de un grupo de malos malísimos, y ese es el medio natural de Scorcesse. Por su lado, El cabo del miedo es una historia sobre una familia con problemas unida ante una amenaza exterior, material 100% Spielberg. Sea como sea, menos mal que alguien recapacitó y devolvió todo a su orden natural.
¿Cómo hubiera sido?
Pues sin duda, el personaje de Oskar Schindler habría sido más complejo, con más aristas y moralmente más ambiguo en manos de Scorcesse. No tendríamos a ese santo del judaísmo que nos ha dado Spielberg. Por contra, La lista de Schlinder habría perdido la poesía y la épica de la que le dotó el rey Midas de Hollywood. El cabo del miedo también habría perdido oscuridad, primando la relación de la familia desestructurada y primaría la relación entre padre e hija. Ninguna de las dos hubiera sido forzosamente peor, pero vistas ambas obras maestras, nos alegramos de que hayan quedado como están.
Pompeya
¿Quién la iba a dirigir?
Aunque parezca increíble, Roman Polanski, adaptando el best-seller de Robert Harris y con Orlando Bloom y Scarlett Johanson de protagonistas. La huelga de guionistas de Hollywood le pilló por medio y consideró que tampoco le entusiasmaba tanto la novela como para esperar indefinidamente. El director polaco pasó página, nos legó Un dios salvaje y un ejecutivo productora le dio Pompeya a Paul W. S. Anderson. Espero que le hayan despedido porque el resultado final fue más devastador que el Vesubio.
¿Cómo hubiera sido?
Una obra maestra. La película de Anderson no toma el libro como referente sino que creó una historia distinta. La novela de Harris no deja de ser un Best-Seller, pero bajo la dirección de Polanski hubiera ganado en humanidad. El desastre del Vesubio aun está esperando su película definitiva y ésta podría haberlo sido. Pero en los despachos de Hollywood todo puede terminar y un proyecto de clase A con un director de clase AAA+ degeneró en una película de clase B y un director de clase Z. ¡Eso es Hollywood!
Espartaco
¿Quién la iba a dirigir?
Anthony Mann, director de uno de los westerns más célebres, Winchester 73, pero más famoso en España por ser el marido de Sara Montiel y rodar en nuestro país. Por mucho que Espartaco sea una de las películas cumbre de Kubrick, Mann no era en absoluto una mala elección. Por esos momentos rodaría dos películas de espíritu similar: La caída del imperio romano y El Cid, así que este encargo caía por su propio peso. Llegó a ser contratado, pero el mal ambiente que generó en el rodaje supuso su despido y puesta al frente del genio de Nueva York. El resultado es historia del cine.
¿Cómo hubiera sido?
Básicamente un videobook de Peter Ustinov, que fue lo que supuso la destitución del director. Mann, completamente obnubilado por ese monstruo interpretativo, comenzó a hacer caso de todas las propuestas del actor. Ustinov ya debía estar considerando su salto tras la cámara y tomó Espartaco como laboratorio de pruebas. Mann se lo permitió y eso le costó el puesto. Todos sabemos que lo que más le gusta a un actor es chupar plano, así que el personaje de Léntulo Batiato habría ocupado el 100% del metraje final. Sea como sea, con el cambio de director todo el mundo salió ganando. Mann se vino a España, Kubrick consolidó su carrera y el mismísimo Ustinov ganó el Óscar. ¿Alguien da más?
Brokeback mountain
¿Quién la iba a dirigir?
Pedro Almodóvar. El director manchego ha acariciado en varias ocasiones el salto a Hollywood, siendo la cinta de Ang Lee el proyecto que más cerca estuvo de materializarse. Obviamente, el divo español demandaba un control artístico absoluto, por lo que los productores le compraron el billete de vuelta a casa. El chico del periódico es la otra película que pasó por las manos de Almodóvar, pero no parece que a la tercera vaya a venir la vencida.
¿Cómo hubiera sido?
Pues una especie de Laberinto de pasiones go west. Más sexo, más escándalo, más exhibición, más desnudo y más crudeza. Dudo que Almodóvar hubiera sabido reflejar el espíritu de soledad y rudeza de esos dos pastores de la América profunda como lo hizo el taiwanés. Hubiera sido una película de Almodóvar, de eso no hay duda, pero no creo que hubiéramos ganado con el cambio. Ang Lee dotó a la historia justo de lo que ésta pedía: Un lirismo, una sensibilidad, un sosiego y un grito descarnado pero ahogado que ha pasado a la historia.
¡No te pierdas el próximo volumen!