FICM: Día 1| Arrancó la competencia mexicana

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El Día 1 del FICM, luego de la inauguración con presencia del director belga Luc Dardenne, presentando su cinta Le Jeune Ahmed, han comenzado las presentaciones de los filmes en competencia con algunos títulos que ya han dado de qué hablar.

Y es que en la temporada donde la ciudad, otrora llamada “el jardín de la Nueva España”, florece con uno de sus más preciosos frutos el FICM. Este que cada año adquiere más importancia en el impulso de nuevos realizadores mexicanos y visibilizando al talento del futuro. Uno de los beneficios extra de este evento se haya por supuesto en los estrenos internacionales que permiten al público mexicano apreciar lo que grandes festivales como Cannes, Locarno y Berlín han brindado como lo mejor año.

El día 1 del FICM arrancaba con Mano de obra, primer largometraje de David Zonana concursando como largo de ficción, es probablemente el drama social que muchos directores actualmente anhelan realizar en el sentido de su logro en visibilización de problemáticas pero sin comprometerse con un discurso político. Los claros comentarios de su director —así como de Michel Franco, productor, pero cuya mano directora se nota en la estética y estilo narrativo de la película— sobre rechazar la idea de su obra como un panfleto, muestran que no siempre se entiende que toda película es primero la intención de su creador y segundo el mensaje que termina por comunicar. De cualquier forma, la película protagonizada por el genial Luís Alberti, provoca en la humanización de sus personajes una compleja reunión de circunstancias donde no se teme mostrar desde defectos humanos hasta defectos de clase. Los trabajadores de la construcción retratados primero como víctimas de una (tristemente) cotidiana explotación laboral son después beneficiarios de ese perverso subsistema en el que no se corrompe no sale adelante. Un cambio de roles manejado con solidez y verosimilitud en una cinta que en un comienzo pinta predecible pero avanza con provocadora y divertida evolución.

Dia 1 del FICM
Dia 1 del FICM

Esto No Es Berlín, del ya veterano director Hari Sama, también vió la luz en este día 1, y viene a concursar en el FICM después de una positiva aceptación en el festival de Sundance y de acumular una entusiasta expectativa que seguramente le jugará a favor. Se trata de una película que lo tiene casi todo para convertirse en un filme de culto por su jovial energía y sus embelesantes momentos. Juega en contra que la efervescencia del momento que retrata puede no hacer click con el espíritu de los tiempos actuales, y el hecho de que en todo el extravagante viaje por los clandestinos ambientes artísticos de los años ochenta. El único discurso que parece transmitirse es una lección de un viejo navegante de las aguas del arte: “encuentra tu voz”. Y es que la cinta se alimenta de nostalgia, más que de inspiración, y encuentra quizá mayor valor como recuento histórico en homenaje de aquella furiosa escena artística capitalina que como disrupción de los estándares actuales. Ciertamente no habrá un desubicado que quiera censurarla por sus escenas de desnudos, sexo y uso de drogas por adolescentes; pero quizá sí por su ligero tratamiento de temas como las brechas sociales dentro del mundo artístico y la epidemia del SIDA. No es poco valorable sin embargo el sólido trabajo de producción, fotografía, diseño de arte, música y edición que hacen de esta cinta algo que sí es especial en el cine mexicano, una obra hecha con rigor y calidad.

Día 1 del FICM
Día 1 del FICM

Little Joe, de Jessica Hausner, una cinta austriaca fuera de concurso que por su minucioso cuidado con una estética aséptica y creación de ambientes que saben a laboratorio pero huelen a corporativo, logra desconcertar creando una historia que sumerge en un mundo que no se define como realidad alterna, realidad o surrealismo, ni el ambiguo desarrollo de las psicologías se aclara como parte de un thriller psicológico, un luminoso neo-noir o un terrorífico slasher al estilo austriaco, donde la violencia es oculta y todo se disfraza con la ominosa tecnicidad y perfección de los países desarrollados. Trata de una científica cultivadora de plantas que ha creado una flor cuyo polen produce felicidad y que sin embargo es estéril, al mismo tiempo que vive sola con su hijo preadolescente de quien no quiere separarse, creando una serie de correspondencias psicológicas y trampas del subconsciente que hacen dudar de todo. La película puede dejar un sabor insatisfecho por la decisión final de su protagonista, cuya –quizá- más grave declaración, es que el rendirse a lo que nuestra naturaleza psicológica dicta, puede ser lo más sano.

Por Miguel Mejía desde Morelia