Hacia la recta final en el festival de Morelia, las estrellas no dejan de desfilar, la ocasional lluvia no deja de importunar y el cine… de dar sorpresas, aun cuando sean decepciones. Waiting for the Barbarians nos hace preguntarnos qué le pasó a la poesía visual de Ciro Guerra, y Il Traditore ¿alguna vez el cine de gangsters italianos dejará de enamorarnos? Joanna Hogg nos reta y nos trae una de las obras más autorales del año. ¿Qué más se puede pedir? Esto es lo más interesante y poco convencional que nos ofreció la 17ª edición del FICM.
Waiting for the barbarians
El director Ciro Guerra venía siendo uno de los directores más prometedores, si no del mundo, cuando menos de Latinoamérica. Su estilo y sus temas pueden aun preconizar una ola sudamericana que dé a las voces olvidadas un escaparate. Pero más que eso, los aborígenes latinoamericanos necesitan su propia narrativa, su discurso, y que esta se traduzca en una estética auténtica. Esta promesa no encuentra continuidad en Waiting For The Barbarians, la más reciente película del colombiano, si bien su potente mensaje trasciende fronteras y, si en alguno encuentra eco, es en Latinoamérica.



Waiting for the Barbarians se basa en la novela del mismo nombre, que sin especificar su temporalidad o geografía, desarrolla una historia sobre los efectos brutales del imperialismo con especial atención a la tortura y su normalización. Su adaptación, a cargo del propio autor, J. M. Coetzee, muestra una sobriedad llevada a veces con tal parsimonia que se sospecha de una intención somnífera. Su intensidad se mueve entre dos extremos: alta o nula, pues los momentos de salvajismo son dolorosos, aunque sin generar otros sentimientos. Otra dualidad está en el personaje de Mark Rylance, como faro de humanidad, y en la brutalidad de los personajes de Depp y Pattinson. Guerra ofrece poca complejidad aunada a un formalismo estético y narrativo que desperdicia los espacios y las aristas de sus personajes. Una historia que solo impresiona y villaniza, más de lo que denuncia.
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The Souvenir
Joanna Hogg recrea una anécdota personal mezclada con su conflictuado proceso para construir su visión del cine. Para esto narra la historia de una joven que, deseosa de hacer una película sobre un tema ajeno a sus experiencias, conoce a un hombre de mundo, cultura y espíritu libre. Con él logra una experiencia amorosa intensa y trascendente en su maduración personal y artística. Estos elementos resultan idóneos para elaborar una obra que juega con la narrativa para crear efectos impresionistas, dando además un carácter muy personal. Es una película donde se nota el aprecio e involucramiento personal de su autora, por la franqueza con la que se retrata la relación amorosa, y lo difícil y tormentoso en que se torna. El metraje está lleno de momentos melancólicamente bellos que lamentan los hechos pero celebran la experiencia.



Vif-Argent
Quizá la cinta presentada fuera de competencia que más riesgos se toma, sin sacrificar del todo el efectismo. Cuenta la experiencia de Juste, un joven que no parece listo para vivir ni para morir; habiendo pasado el umbral de la muerte, ahora ayuda a otras personas a “pasar” al otro lado, mientras deambula invisible entre los vivos. Su orden se perturba cuando una mujer -un antiguo amor-, lo reconoce, produciendo un conflicto existencial que sirve de medio para reflexionar la muerte, el amor, el consuelo y la experiencia del tiempo.
Sin haber demasiada complejidad narrativa, su minimalismo argumentativo inicial permite que sean las formas las que comunican antes que las palabras. Su final difuso invita a las reflexiones lejos de provocar insatisfacción por su surrealismo. Por otro lado, los recursos visuales en apariencia rudimentarios, acentúan su carácter genuino. Destaca que siendo un romance que en ocasiones busca conectar con clásicos norteamericanos como Ghost, de Jerry Zucker. Sin embargo eleva sus guiños al incorporar influencias de Wenders con El Cielo Sobre Berlín, y recogiendo ideas de Kore-eda en After Life. Se crea así una cinta de fantasía poética que hace de los vivos y los muertos creaturas semejantes, para quienes los recuerdos permiten no solo vivir sino ser. Quizá la vida misma es un recuerdo que se procesa de forma instantánea, como verdadero mecanismo de nuestra existencia.



Il Traditore
Aun cuando muchas de las obras más laureadas sobre gangsters italianos son las más revisionadas por críticos y cinéfilos, este subgénero se mantiene en forma para fascinar. Y si no hay grandes cosas que contar, la forma de hacerlo permite extraer aún más jugo cuando se trata de entrar en la mente los sociópatas. Il traditore relata la guerra ocurrida en el interior de la Cosa Nostra a principios de los años 80, que termina con la conversión de Tommaso Buscetta en soplón para la policía. La cinta desarrolla el proceso de los juicios y declaraciones, así como la vida de Buscetta al volverse testigo protegido. El director Marco Bellocchio consigue aportarle fuerza y sazón a una historia que por sus hechos y detalles corría el riesgo de perderse en engorrosos procedimientos judiciales y monótonos relatos. El dinamismo en los diálogos y la musicalidad que da a la repitición de los nombres italianos, rivaliza con el mejor Scorsese. La forma en que se muestran los choques entre capos y la colisión de principios de la ética gangsteril, genera una auténtica sensación de presenciar historia escribiéndose.


