Las honrosas diferencias entre ambas Ghost In The Shell (1995 – 2017)

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Antes del estreno de la actual Ghost In The Shell: El Alma de la Máquina, la adaptación cinematográfica del clásico anime y manga, Paramount nos bombardeó los oídos con imágenes, vídeos y declaraciones que juraban y perjuraban que el título sería un retrato fiel del original. Ahora, tras el estreno de la misma, la realidad pinta bien diferente a lo prometido.

Y tan diferente. Desde los primeros minutos de esta adaptación, en teoría, acorde a los tiempos que corren, pero manteniéndose firme al discurso de la original, observamos que Paramount Pictures ha decidido ir por un camino muy diferente al establecido, y no precisamente mejor.

Para empezar, la parte distópica que engloba el Cyberpunk -subgénero de la ciencia ficción en que se basa la obra en cuestión- es muy diferente al propio movimiento que hace gala la obra original. No he presenciado por ningún sitio esa obsesión futurista-distópica del hombre que termina en su degeneración y, de hecho, la propia trama no me ha dado pie a reflexionarlo -ya que no se aleja del típico guion estándar palomitero- entre tanta relación sacada de la chistera e historia ideada para alargar unos minutos. Luego, continuando en el tema, la arquitectura de la ciudad se basa en enormes rascacielos bonitos y azulados con potentes hologramas que no aportan nada salvo espectacularidad visual. Algo que trastoca con el resto de filmes del género, como Blade Runner, sin ir más lejos, y esas ciudades dementes con callejuelas estrechas y gente apelotonada. En Ghost In The Shell: El Alma de la Máquina tenemos una gigantesca ciudad que derrocha el desaprovecho por todos lados, ya que no se ha ahondado absolutamente nada en el carácter psicológico e intangible del Cyberpunk y sí se ha elevado a la enésima potencia el despliegue de FX y color. Para muestra, un botón: los implantes cibernéticos son tratados como una gran mejora en sí, y es que realmente lo son, ya que ningún personaje se ve asqueado por el mero hecho de tenerlos. Todo lo contrario, les encanta. ¿Dónde está la distopía? 

Pero bueno, podríamos pensar que si la trama estableciese relaciones con la Ghost In The Shell original el resultado merecería la pena. Pero ni por esas. En El Alma de la Máquina se ha alterado el discurso, la forma de narrarlo y la propia consecución en sí; algo que choca con las escenas calcadas casi plano a plano del anime y que realmente transmite un cúmulo de sensaciones bien diferentes respecto al que nos brinda la cinta de 1995. En ella se planteaba un debate tan interesante como la propia conciencia de las máquinas y lo peligroso que podría resultar el descalabro en este aspecto -algo teóricamente Cyberpunk, ya que ese resultado ejemplificaría la propia degeneración del hombre en sus propios logros-, desembocando así pues en un final en forma de advertencia entre líneas para los propios actos del hombre. Aquí, sin embargo, la trama -o el discurso, llámese como quiera- parte de la propia obsesión del humano a la hora de realizar implantes cibernéticos, y el cómo ese objetivo podría retirarle su propia condición orgánica y dotarle la inmortalidad requerida. Es decir, un enfoque ampliamente diferente ya que no nos referimos a máquinas, si no humanos. Y esto cambia completamente el argumento, por muchas similitudes que pueda presentar a priori.

Por último y, por si fuera poco, la gran diferencia que se establece entre ambos títulos radica en la manera de centrarse en la acción. En el anime observamos una narración más enfocada al apartado filosófico y a cómo el hombre podría verse ahogado en sus propios sueños y/o creaciones, dejando la propia violencia y asesinatos en un segundo plano y viéndose subyugada a sí misma en muchas ocasiones ante las exigencias de la narrativa filosófica. Sin embargo, en el largometraje recientemente estrenado observamos una acción generada en base a situaciones y no a consecuencias, como la propia búsqueda del hacker en cuestión. Lo que, nuevamente, trastoca la adaptación en sí y nos brinda un simple blockbuster de entre tantos habidos y por haber. No obstante, puedo llegar a entender este punto, ya que Ghost In The Shell: El Alma de la Máquina es una producción millonaria enfocada al gran público, y no debemos olvidar que entre sus objetivos el está ganar una cuantiosa cifra de dinero. Por lo que, teniendo en cuenta que no deja de ser una ciencia ficción estética y no psicológica, es un mal menor. Aquí tenemos las dos versiones de la canción principal para ejemplificar esto: 

– Ghost In The Shell (1995):

Ghost In The Shell: El Alma de la Máquina (2017): 

En definitiva, el mayor problema de la película actual es llamarse Ghost In The Shell, ya que como blockbuster mantiene el tipo durante todo el metraje. Pero su enfoque postmodernista -que no postmoderno- y la filosofía para niños que nos presenta la hacen alejarse a años luz de aquella joya de la animación japonesa que supo plantearnos un dilema moral ante el crecimiento tecnológico y que, de hecho, se mantiene impoluta ante el paso de los años. Es lo que tienen las buenas obras, que nunca mueren. 

No olvides echar un vistazo a nuestra crítica de Ghost In The Shell: El Alma de la Máquina y, sobre todo, compartir con nosotros todas tus dudas, inquietudes y opiniones acerca del estreno de la obra y el anime -o manga- original. ¡Nos vemos en los comentarios!