Destripando el Slasher: Muñeco diabólico

muñeco diabólico

En plena efervescencia de asesinos encapuchados mata-niñatos, el género se reinventó a si mismo en la que sería la primera de sus sucesivas reconversiones. Después de que Wes Craven hiciera de Freddy Kruegger un personaje con personalidad propia y no un mero ejecutor impersonal, Tom Holland siguió la misma senda. Y lo hizo rizando más el rizo si cabe.

No se concibe Chucky sin atender a cómo Freddy había revolucionado el género. Para empezar, la primera idea para el guión era mantener el concepto del asesino impersonal. El muñeco no era un personaje como tal sino la manifestación de la ira. Ira que su dueño Andy había depositado en él para que por las noches asesinara a todos los que se metían con él. La idea, potentísima (y que espero que algún día se retome) se desechó a favor de un Chucky con personalidad propia.

Al final, esta ha sido su gran baza, ya que ha sido la saga Slasher que mejor ha sabido reinventarse a si misma y adaptarse al momento que vivía. Y eso que, a priori, no prometía que fuera a tener mucha longevidad. La historia de un asesino en serie que introduce su alma en un muñeco por medio del vudú puede parecer ridícula. Seguramente así sea, pero para Tom Holland no era en absoluto. Había debutado en el cine como guionista. El éxito de su secuela de Psicosis le permitió debutar como director con el clásico Noche de miedo.

Su película obtuvo unas críticas impresionantes y un flamante sobresaliente en Rotten Tomatoes. Su siguiente trabajo fue una comedia de acción protagonizada por Whoppy Goldberg y Sam Elliott que, pese a no haber funcionado mal en taquilla y crítica, no tuvo la misma repercusión. Así pues, cuando le llegó el guión de Don Mancini sobre un muñeco psicópata, le otorgó algo que cualquier otro director hubiera obviado: Dignidad. Esa es la diferencia entre un producto de serie B de usar y tirar y un clásico aún vivo (y con películas en producción). Holland entendió que la base sobre la que se tenía que sostener la película era en el carisma de Chucky. Si eso funcionaba, el resto de la cinta lo haría. Para ello recurrió a Brad Douriff, con quien ya había trabajado en Fatal Beauty. El acierto de Holland fue tal que aun hoy, Douriff sigue siendo la voz del muñeco.

La película fue todo un éxito de taquilla y las secuelas no tardaron en llegar. El humor socarrón de Chucky fue aumentando a cada entrega, pero la recaudación mermaba con cada estreno, por lo que la primera era de El muñeco diabólico terminó a la tercera película. Esto no presagiaba en absoluto que sería la saga más longeva y productiva de todos los slashers. La primera era de Viernes 13 se compone de nueve películas. La de Halloween, de 6. La saga inicial de Freddy Kruegger son 7 entregas. En otras palabras: que Muñeco diabólico sólo contara con tres títulos ni siquiera puede catalogarse como saga. Pero llegó los años noventa y Wes Craven reseteó el género, dándole un nuevo impulso e iniciando la segunda era del Slasher.

Esta hornada se caracterizó por una autoconciencia de género en menor o mayor grado. Scream, Sé lo que hicisteis el último verano, The Faculty o Leyenda Urbana sabían que eran slashers, pero ninguno de ellos quería ser Halloween o Viernes 13. Habían aprendido de los clásicos pero no pretendían serlo, sino añadir sabia nueva a la ya existente ¿Dónde cabe aquí Chucky? En ninguna parte y, aún así, El muñeco diabólico volvió dando un puñetazo sobre la mesa.

La importancia de La novia de Chucky fue doble. En primer lugar abrió una vía para el regreso de las sagas clásicas. En segundo lugar, lo hizo cambiando todas las reglas. Como el director Ronny Yu confesó, era imposible tomarse en serio a un muñeco asesino a esas alturas, por lo que la manera más sensata de volver era hacerlo desde la comedia. La cuarta parte de la saga no era una parodia sino un giro hacia el humor desde el propio género. Este planteamiento se vería continuado en Jasón X o, ya desde la caricatura, en Scary Movie.

El éxito de la película le procuró una nueva película aún más divertida que la anterior, pero que no funcionó en taquilla. En 1998 el regreso de Chucky supuso sangre fresca en un momento en el que el Slasher volvía a estar en plena ebullición, pero seis años después el momento había pasado. La semilla de Chucky ya estaba pasada de moda, por lo que su tibio recibimiento supuso que el muñeco volviera al cajón.

Y allí seguiría guardado nada menos que siete años. Tendría que esperar una nueva década, que cambiara el hábito de consumo de cine (y que Don Mancini tuviera que llegar a fin de mes) para recuperar a Chucky. El creador y guionista de todas las entregas tomó por primera vez la batuta con La maldición de Chucky, película de bajísimo presupuesto que supuso su primera entrada directa en DVD y pago por visión. Fue todo un acierto y ha sido el primer slasher en avecinar el éxito del formato doméstico (El segundo sería Scream). Minipunto para Mancini.

También fue la primera vez que Chucky aparecía creado con un (horripilante) CGI. Esta es la peor decisión de la película cuando, no olvidemos, Chucky ya es de por si un muñeco. Contra todo pronóstico, se convirtió en la entrega de toda la saga mejor valorada por la crítica, con un impresionante 83% en Rotten Tomatoes. Aun así, Don Mancini se tomó cinco años en retomar la historia con Cult of Chucky, también para el mercado doméstico y con idéntico éxito crítico.

Crítica de Cult of Chucky (2017): No hay quien mate al muñeco diabólico, ni al slasher

Así pues, hay muñeco para rato. Visto el éxito de la distribución televisiva, se está preparando su propia serie. ¿Significa eso que el slasher abandona la gran pantalla? Pues visto el esperado regreso de Michael Myers este Halloween, no parece que vaya a ser así. Chucky, por su parte, tiene en preproducción un reboot que veremos a ver qué tal funciona. Ningún reinicio de las grandes sagas ha funcionado realmente. Quizá la visión de Rob Zombie sobre Halloween, pero quizá se esperaba más de él. Además, ese momento ha pasado ya. Pero como Chucky ha ido siempre por libre, lo mismo hasta funciona y todo. El otro proyecto cinematográfico que se baraja es más descabellado aún. No sólo el reboot de El muñeco diabólico llega cuando la tercera ola de slashers ya ha terminado… encima Mancini pretende volver a la segunda ola con un crossover entre Freddy Kruegger y Chucky. El proyecto se llamaría “Child’s play on Elm Street” (Juego de niños es el título original de Muñeco diabólico) y está aún negociándose. Es cierto que por la propia naturaleza de sus personajes, este cruce de caminos tiene más sentido que mezclar Elm Street con Viernes 13. Lo que no hay que olvidar es que fue Freddy vs. Jasón la película que agota el género y finaliza la segunda era del slasher. ¿Funcionaría ahora algo que fracasó hace más de quince años? Si a lo mejor fuera con Anabelle… Lo único que sé es que aquí quien os escribe no se lo perderá.