DOS FAMILIAS QUE VEN ALTERADOS SU STATUS QUO FAMILIAR, DIALOGOS SIN PRETENSIONES, GAVIOTAS QUE NOS RECUERDAN QUE ESTO ES LA BRETAÑA, AROMA DE LAS MEJORES COMEDIAS FRANCESAS Y UN PEQUEÑO ENREDO SE AGITAN SUAVEMENTE EN SACAME DE DUDAS. ¿A QUE SUENA DELICIOSO?
Si algo he apreciado siempre en las comedias francesas (aunque podríamos extender el asunto a una índole europea, pero no es el momento) es el anclaje emocional que logran con historias sencillas, corrientes, a veces insulsas, pero que conectan irremediablemente con el espectador, asumiendo incluso un entorno idiomático y cultural algo ajeno (desde nuestra óptica, como vecinos, algo queda). Sácame de dudas, que jamás deshonra su título, se añade a esa generosa lista de delicias francesas.
Erwan Gourmelon (François Damiens), un viudo de 45 años y padre de una hija embarazada de un hombre cuya identidad no quiere revelar, descubre que es adoptado e inicia la búsqueda de su padre biológico con la ayuda de una detective.
Sácame de dudas no es una comedia al uso, es más, su directora y co-guionista Cariene Tardieu, evita cualquier posible viraje hacia ello, no, lo que nos muestra es el desplome emocional de la paternidad como idea en cuatro hombres: el que debe asumir que su hijo ha descubierto que es adoptado; el que descubre una nueva paternidad a una edad avanzada; el que debe asumir las decisiones de su propia hija; y el que, aún sin ser padre, preferiría huir a Marte antes que asumir dicha realidad.
Ambientada en la Bretaña francesa, con el sonido de las gaviotas, el aire marítimo, y una lograda sensación de tranquilidad casi costumbrista, Sácame de dudas brilla en momentos de reposo, como en las charlas de Erwan con su nuevo padre (excepcional André Wilms), en una soleada mañana de cualquier día, sentados en un banco frente al mar. O en la hija del primero (Alice de Lencquesaing) huyendo a casa de su abuelo donde este, como solución instantánea, le ofrece una cena casera.
El bebé descrito en el título, el que espera la hija de Erwan, Juliette Gourmelon, une a esos cuatro padres, es el ingrediente humano que inicia todo ese torrente de novedades, reposado en emociones, por momentos de gran belleza, y de tal plausible simplicidad como el rostro de Erwan. Y ante tanta realidad era inevitable un catalizador femenino para Erwan, Anna Levkin (Cécile de France), arrebatadora, con esa naturalidad que desprenden muchos de los actores de la escuela francesa.
Es eso mismo, uno está disfrutando de Sácame de dudas y debe ir recordando que esto es un film, una dramatización, porque en ese sentir natural es donde Carine Tardieu no sólo te cuenta una historia, sino que te invita a pasarte un rato por ese pueblo y tomarte algo con ellos. Sentados en un banco, con el sol a la espalda y mirando al mar, a poder ser.