¿Es Algo Celosa una obra maestra? ¿Cae en los tópicos de eso que llamamos ahora cine de snobs? ¿Hay que ver la nueva cinta de los hermanos Foenkinos?
Algunas de las mejores comedias de la historia del cine suelen esconder, bajo la pátina del humor, un matiz trágico, incluso amargo, especialmente en aquellas en las que el componente cómico llega a través de la formulación narrativa, los diálogos, escenas cómicas, en definitiva, más por el como te cuentan la historia que por la misma en si. Y como uno no puede evitar citar El Apartamento (Billy Wilder, 1960), como epítome en esto de las comedias que te pueden dejar algo tocado, podemos incluir Algo Celosa (David Foenkinos, Stephanie Foenkinos) en esa lista de ejercicios divertidos pero construidos sobre las miserias del ser humano.
Algo celosa nos presenta a Nathalie Pécheux (Karin Viard), una mujer de mediana edad, divorciada y madre de Mathilde, recién llegada a la edad adulta, en un momento en el que toda su vida parece dispuesta para alentar su mayor defecto: una envidia enfermiza, corrosiva, en forma de ingenio dialéctico del que se ven infectados todos y cuantos la rodean, su ex marido, sus citas, su mejor amiga, los compañeros de trabajo e incluso su propia hija.
Escrita y dirigida por los hermanos David y Stephanie Foenkinos, Algo Celosa utiliza el mencionado ingenio de Nathalie para hacernos reír sin tapujos en certeras escenas cómicas y al mismo tiempo usar esa dialéctica para mostrarnos un declive más cercano al de un adicto que al de alguien más amargado de la cuenta: Nathalie no distingue víctimas, ni atisba consecuencias, dispara sin medida y en ello Algo Celosa deriva de la comedia a la tragicomedia en la segunda mitad del film.
Sin embargo, y eso podría ser el gran mérito del film, los hermanos Foenkinos logran la plena atención del espectador ya que clavan la mayor de las resonancias emocionales en una comedia de este tipo: la empatía. No es que uno congenie con Nathalie, y mucho menos con su comportamiento, pero el desaire ante la felicidad de los demás es tan humana como los personajes que pululan por esta pequeña delicia francesa.
Cuanto más bajo cae Nathalie, y en su instinto de supervivencia trata primero de recuperarse a si misma, empieza a vivir más allá de sus envidias, descubre los vigores de la natación (como aquella Juliette Binoche en Tres Colores: Azul, de Krzysztof Kieslowski, 1992) o la innegable belleza de la danza que llena la vida y el futuro de su única hija.
Si además, como a un servidor, gusta de un entorno urbano y casi temático, qué más se puede pedir? Algo celosa aplica la misma fórmula social vista en otras comedias francesas, así como en los films de Woody Allen, en el que el estudio de personajes se rodea de un ámbito urbano de clase bien, con ese buen sabor de boca por la riqueza ajena, sin que tengas tiempo a preguntarte si, con ese tipo de vida, tal vez se tenga más disposición a preocuparse por la felicidad de los demás.