Los Espabilados es la serie que trae de vuelta a Albert Espinosa a la televisión y estará disponible a partir del 29 de enero en Movistar+. Es una ficción fresca, dinámica y cargada de vitalidad protagonizada por cinco preadolescentes con muchas ganas de vivir.
Enfermedad y adolescencia. No, no es un flashback de Pulseras Rojas, es Los Espabilados, el último estreno de Albert Espinosa. Esta historia de aventuras tiene como punto de partida el centro psiquiátrico en el que están internos Los Espabilados, un grupo de preadolescentes que hartos de ser medicados deciden escapar en busca de la vida que anhelan.
Los dos primeros episodios de la serie, a los que hemos tenido acceso en Cinéfilos Frustrados, son toda una declaración de intenciones. El centro psiquiátrico sirve como punto de encuentro del grupo, pero la historia se vive fuera. La salud mental juega un papel fundamental, sin embargo, no es en lo que esta producción quiere profundizar.
El primer punto positivo de Los Espabilados es que demuestra que las personas son mucho más que un diagnóstico, en todos los casos, pero especialmente en enfermedades mentales. Rompe tabús y estereotipos de un tema siempre complicado de abordar como lo es la salud mental, más en este caso cuando se trata de menores de edad que no pueden decidir por si solos.
Los adolescentes llevan la voz cantante de su propia historia. Ellos mismos exteriorizan sus sentimientos y emociones respecto al encierro y la medicación. Visibilizan que tener un trastorno mental ni te hace diferente ni debe excluirte y ni mucho menos te incapacita para llevar una vida en libertad. Se agradece que se evidencie que una persona con intenciones suicidas no está siempre triste y se rompa el estereotipo de persona depresiva que tenemos todos en mente de forma errónea.
Estamos ante una serie llena de color y vitalidad, un intento de dar luz a situaciones que suelen vivirse en soledad, silencio y opacidad. Los planos están cargados de dinamismo y se usan estilos muy actuales, como por ejemplo que en ocasiones los actores hablen mirando a cámara, captando de forma más cercana la atención del espectador. El casting es uno de sus grandes aciertos, los protagonistas tienen la edad de los personajes que interpretan y eso aporta frescura y realismo.
El enfoque es innovador y acerca a la audiencia realidades que no solemos ver en pantalla. Sin embargo, un tema tan delicado y hasta hace tan poco tabú como es la salud mental debería tratarse con más cuidado. La serie cae en una demonización de la psiquiatría nada generosa ni con la profesión ni con la tarea de concienciación de la importancia de pedir ayuda que lleva años intentando llevarse a cabo. Cruza la delgada línea entre normalizar y banalizar.
La representación que se hace sobre el centro, sus profesionales, sus métodos e incluso las familias que les confían a sus hijos es injusta. Habrá centros de todo tipo, pero que uno de los primeros que se haya ficcionado sea así hace un flaco favor. De alguna manera se criminaliza el uso de medicación, que sin duda es desproporcionado en el caso de la serie y en la vida real, pero en un buen uso sigue siendo necesaria, como también lo son los ingresos.
También te puede interesar Crítica Chemical Hearts (Prime, 2020): El puzle de la adolescencia
Es una lástima que se pierda la oportunidad de poner sobre la mesa un debate sobre el tratamiento que reciben los menores de edad en esas circunstancias, que podría ser un primer paso para un cambio estructural. La denuncia está tan llevada a la polarización que puede ahuyentar al espectador, algo que no pasaría con un mensaje más sutil y una representación más completa y matizada. En definitiva, no hace falta ser espabilado para pillar ninguno de sus mensajes, ni la trama, que es algo simple y con diálogos forzados.
Los Espabilados es una serie muy rápida de ver, con un formato similar a las sitcoms, con siete episodios de menos de media hora de duración. Mantiene el sello de Albert Espinosa, esencia que también consigue plasmar Alfred García en la canción original. Consigue despertar ternura, pero peca de ser demasiado evidente en sus premisas, que solo serían válidas en una utopía o en un producto de Mr. Wonderful.