Crítica de Jóvenes y brujas (2020): La magía no funciona

Título Original: The Craft: Legacy | Dirección: Zoe Lister Jones | Guion: Zoe Lister Jones | Fotografía: Hillary Spera | Productora Blumhouse Productions, distribuida por Sony | Reparto: Cailee Spaeny, Michelle Monaghan, David Duchovny, Gideon Adlon, Nicholas Galitzine

Jóvenes y brujas

Jóvenes y brujas, la mítica película de 1996 regresa a la gran pantalla en forma de remake y/o secuela este Halloween

Blumhouse Productions, conocida principalmente por producir películas de terror de bajo presupuesto, ha decido sacar del baúl de los recuerdos la mítica película que dirigiese por aquel entonces Andrew Fleming, y que pese a no ser una maravilla, tenía encanto propio. Ahora bien, parece ser que los remakes y secuelas están en auge, tanto es así que por rascar algo más de nostalgia ni el mismo nombre se cambia, portando ambas el mismo título en España, Jóvenes y brujas. No así sucede con el título original (The Craft: Legacy) donde sí se deja entrever una necesidad de secuela más que de remake.

CRÍTICA DE ANTIDISTURBIOS

Más allá de compartir nombre, ambas tienen la misma apertura y concepto, pues bien, como sucede en la original todo comienza con la llegada de la chica nueva (Cailee Spaeny) al instituto de turno en el que conocerá a un grupo de chicas a las que les gusta jugar con magía y que deberan completar el cuarteto para formar un auténtico aquelarre. Hasta aquí todo igual o similar.

Jóvenes y brujas Pero los tiempos cambian así como los discursos, porque ya no estamos en 1996, donde otras ideas y mentalidades copaban las temáticas de las películas. Y es que si por algo se caracteríza Jóvenes y brujas, la de este año, no nos confundamos, es por su discurso tan actual, amplio y sobre todo forzado. Obviando que hay un intento de crear una historia, esta es engullida en su totalidad por un discruso impostado, desde el bullying, la sexualidad, el patriarcado, la integración… no dejando que la película respire por si misma ni dé oportunidad de crear algo más desarrollado que pueda ser atractivo de ver y leer por el espectador. Pues el metraje también es otro de los inconvenientes que acrecenta esto, siendo insuficiente la hora y media de duración, y resultando en un consuelo su corta duración.

Alejándonos del cenagal que resulta ser su mensaje, y enfrentándola a su predecesora, tenemos una línea divisoria bastante notable sobre todo en lo referente a la forma. Donde en una nos encontramos con una atmósfera más oscura y un tono algo más serio sin abandonar el ambiente adolescente que impregna la película, en la otra es casi lo contrapuesto, se abandona ese ambiente oscuro por algo más fancy, siendo las problemáticas generadas mucho más distendidas y plomizas, evadiendo todo rastro de credibildad que una película así pueda tener.

Jóvenes y brujas

A todo lo anteriormente mencionado y para añadir otro lastre más a Jovenes y brujas, no hay que olvidar el mal desarrollo que experimentan los mismos hechos, así como los personajes que los originan, dejando un vacío en el movil de las acciones de estos, dando como resultado unos catastróficos 30 minutos finales donde apresurarse por finalizar con un villano es lo más importante para dar el colofón final.

En definitiva, si buscas un remember de su predecesora, te encontrarás algo distinto, quedando solo vestigios en forma de cameos o pequeñas referencias a lo largo de la película.

Un remake/secuela/reboot un tanto innecesario.