Jennifer Lopez desquiciada por Nueva York, amigas atolondradas, un novio prototipo, una fantasía laboral hecha realidad, toneladas de clichés, productos de belleza y un poco de humor slapstick. ¿Qué podría salir mal?
La comedia romántica, como género, puede detonar en el espectador la vivencia de una fantasía con la misma fuerza que una película aventuras: nos arrastran hacia la resolución positiva de una situación tan plausible como la vida real. Ahí radica su encanto y el motivo de esa fascinación perenne desde los años treinta de Hollywood: tienden a ser cuentos de hadas protagonizados por gente de carne y hueso. Gente como nosotros. Como Jennifer Lopez. Un momento… Bueno, da igual.
La premisa de Jefa por accidente se presta a esa fórmula: Maya Vargas, una mujer de 40 y tantos (Jennifer Lopez tiene 49, pero no me atrevía a cuantificar el tantos), consigue el trabajo de sus sueños (jefa de departamento en una firma de cosméticos) a partir de un currículum falso.
El cuento de hadas se pone en marcha y viajamos durante 100 y tantos inacabables minutos por la enésima iteración de la Cenicienta: Nueva York, el mundo de los negocios y las cremas faciales, una reconciliación con el pasado, modelitos varios, bailes, copas de vino after work con tu amiga, curar alguna enfermedad, resolver la hambruna mundial…
Lamentablemente el género tiene pocos Billy Wilder a su servicio y mucha (pero mucha) morralla. La cantidad de elementos que no funcionan en este film es proporcional a la fe que hay que tener para creerse a Jennifer Lopez en ese papel: más allá de su escaso carisma, y sus equivalentes dotes interpretativas, parece que en cualquier momento puede empezar a arremeter contra el resto del casting a manotazo limpio. Esta mujer impone. Concedo.
¿Entonces qué falla en este vehículo para el lucimiento (¿qué?) de Jennifer Lopez? Todo. Directamente. La entrega sin reparos al cliché tras cliché no es problema en un género que demanda esas trolas amables (Nueva York en si misma parece ya un meme andante).
Peter Segal entrega un film fallido que no sabe ni a lo que está jugando: la comedia no funciona, en algunos momentos viramos inexplicablemente hacia gags de tipo slapstick, el drama es cuanto menos discutible y multitud de escenas se sienten forzadas a estar ahí porque, a priori, parecían una buena idea.
¿Quieren saber qué tipo de película es Jefa por accidente? Pues de aquellas en las que un personaje viaja a Londres y para mostrarnos que está ahí, y no en París, le vemos tomando un café con el Big Ben al fondo. Y sí, lo sentimos, pero Jennifer Lopez baila durante la película y, peor, incluso suena alguna canción suya. Ahí está el drama, imagino.