Euphoria llegaba anoche a HBO España; de la mano de Zendaya nos adentramos en el subversivo mundo de la adolescencia…
Euphoria es el coming-of-age de la nueva década, sí, es cierto; aún quedan 6 meses para alcanzarla, por lo que HBO se adelanta a su tiempo y nos trae algo de nuevo cuño, post Skins; pero de sello renovado. ¿Cumple las expectativas?
HBO se mete de lleno en el mundo de la adolescencia; sexo, violencia, drogas. Lo cierto es que estamos ante una propuesta, sobre el papel, poco llamativa. Series que traten la temática de un modo descarnado y decididamente abierto se contabilizan por decenas. Ahora bien, llegados a este punto en el que se producen alrededor de 500 series al año, lo importante no es lo original del relato, sino lo personal del punto de vista.
Euphoria tiene detrás a Sam Levinson, y si bien es cierto que adapta la serie homónima Israelí, estamos ante un autor con una pluma muy particular y un carácter autoral claro. El autor de Another Happy Day y, sobre todo, Assassination Nation, nos entrega una serie completamente personal, en la que escribe todos y cada uno de los episodios de esta primera temporada.
Escribo estas palabras instantes después de haber finalizado este primer episodio y debo hacer dos confesiones. La primera es que la serie entra de lleno en un subgénero apasionante para mí; y la segunda es que, a pesar de mis tremendas expectativas, con tan solo ese prólogo perfecto, la propuesta ya me había atrapado. Es así, las grandes obras no necesitan más que unos pocos segundos para estimularte y convencerte. Por supuesto, con el paso de los minutos todo se confirma y la sonrisa se apodera de ti al saber que tienes delante algo que te va a llevar por caminos que te va a encantar transitar; sin divagaciones ni tretas televisivas, el principal valor del relato es que transmite verdad en todo momento. Tanto cuando es literal como cuando no lo es.
Con una dirección -trato de contener mi entusiasmo- exquisita, una de las pocas series que he visto últimamente en la que la dirección y planificación es absolutamente relevante y que pone de manifiesto a través de cosas normalmente infrautilizadas en el medio televisivo como el montaje o el uso del sonido. La narración a través de la construcción atmosférica, justificada por el momento concreto de cada personaje, y la abstracción mediante la banda sonora componen, junto a la construcción visual, momentos que suelo puedo definir como realismo mágico.
Mención aparte también para el uso del color y la fotografía, con influencias mucho más cercanas a Harmony Korine y su obra maestra que a cualquier otra obra de temática similar. De la cual, por cierto, Levinson ya bebía, más en términos literarios y de subtexto que formales, para su obra previa. Si a esto le añadimos unos actores perfectos para unos personajes que apenas llegamos a arañar la superficie de su complejidad; tenemos delante una serie que ha venido para quedarse; a la que será un placer seguir semana a semana y por la que llevábamos tiempo esperando y ni siquiera lo sabíamos.
Para concluir, tres escenas para el recuerdo. Ese prólogo perfecto en el vientre de la madre, el instante alucinado del pasillo y el monólogo del descubrimiento de las drogas.
CRÍTICA DE KILLING EVE, 2ª TEMPORADA