Dolls comienza con una tormenta repentina en mitad de la noche en una zona rural de los Estados Unidos. Los coches de los viajeros quedan atrapados misteriosamente en el fango aledaño a una espectacular y tétrica mansión. En ella, una estrafalaria pareja de ancianos recibe a los empapados viajeros y, de forma sospechosamente hospitalaria, los invitan a cenar y hospedarse para pasar lo que el anciano llama… «la noche más larga del mundo«.
Dolls, del año 1987, es la película elegida para continuar con este especial de «Muñecos diabólicos» que venimos elaborando en nuestro blog de cine y series, Cinéfilos Frustrados. Son varias las razones por las que he seleccionado esta cinta para hacer mi crítica. La primera y más evidente es el hecho de que fuera estrenada un año y medio antes que la primera de Chucky, que es indudablemente la película más famosa e influyente de este subgénero. Otras de las razones más obvias serían su notable calidad, teniendo en cuenta la época, y su relativa buena fama entre los «entendidos» del cine de terror. Pero la razón de mayor peso en su elección ha sido que me parece una joyita prácticamente olvidada, que se merece que le quitemos el polvo acumulado y que ensalcemos sus excelsas cualidades.
Actualmente, Dolls está disponible en el catálogo de Filmin.
Dolls, que contó con un presupuesto de 2 millones de dólares de la época, está dirigida por Stuart Gordon, habitualmente reconocido como uno de los maestros del cine de terror. Por aquel 1987 ya había creado dos obras de culto para los amantes del género, Re-Animator (1985) y Re-sonator (1986). Ambas fueron realizadas en colaboración con otro de los más célebres nombres de la escena terror-gore, el filipino Brian Yuzna. Esta Dolls, sería su tercera colaboración, a la que en esta ocasión, se unió el guionista Ed Naha, quien acababa de escribir el libreto de Troll (1986), otro reseñable filme de terror de la época.
El apartado del reparto está bastante correcto en su gran mayoría. Pienso que a excepción del eterno secundario Stephen Lee, todas las actuaciones resultan, como mínimo, aceptables y creíbles. Algunas de ellas, como es el caso de la niña Carrie Lorraine o el del anfitrión Guy Rolfe (Ivanhoe, 1952 o saga Puppet Master) resultan notables y hacen que nos metamos de lleno en esta fabulosa cinta de terror.
¡¡¡¡ OJO SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ !!!
En Dolls llegan 2 coches de madrugada a la mansión Hartwicke. En el primero de ellos viaja la pequeña Judy con su iracundo padre David y su perversa madrastra Rosemary. Con el segundo coche que arriba al caserío llegan Ralph, un hombre de aspecto bonachón y con la candidez propia de un chiquillo, y 2 jóvenes autoestopistas de vestimenta pop ochentera, que guardan oscuras intenciones y que no se librarán de recibir su castigo por parte de los diabólicos muñecos y muñecas que habitan la morada.
El anfitrión Gabriel Hartwicke es un artesano juguetero que irradia amor por sus creaciones y al que no le gusta que los adultos pierdan ese niño interior que todos llevamos o hemos llevado dentro. Durante esa «noche más larga del mundo«, como Gabriel anuncia en los primeros compases de la película, comienzan a sucederse asesinatos por parte de toda clase de muñecos y juguetes vivientes, cuyos movimientos son animados usando de forma sobresaliente la técnica de stop-motion. Solo se salvarán de su destino fatal aquellos que aún conserven en su interior el niño que fueron.
En Dolls tenemos muñecos y juguetes con vida propia. Una historia y puesta en escena que evoca cuentos fantásticos clásicos como el de Hansel y Gretel. Brujería. Asesinatos sangrientos propios de un slasher. Tomas que rozan y mucho el gore… Y una atmósfera de misterio en una lúgubre mansión muy cercana a los relatos de Agatha Christie. Un plato con toda la magia y singularidades inherentes a ese cine ochentero que tanto añoramos… ¡La mejor propuesta para estas vísperas de Halloween!
¿Tú también puedes recordar cada juguete que tuviste en tu niñez?