Crítica de Cleptómanas (Netflix): Placeres culpables

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Cleptómanas aterrizaba en Netflix la pasada semana, bajo la sombra de Jessica Jones. Sin embargo la serie adolescente  tiene un «je ne sais quoi»… que oigan… invita al maratón.

¿Es Cleptómanas una buena serie? Mmmm, no; ¿Mala?¡NO!; sin embargo tiene ese algo que sólo los placeres culpables pueden darnos.

Imagino a Netflix devanándose los sesos ante las posibles comparaciones con ficciones de la casa, y también de los vecinos/competencia. Y es que querido lector, mi primera  impresión al darle al play fue allá vamos con un Sex Education del palo…, y una vez leída la crítica soberbia  de Euphoria ( ¡un jodido 10 señores!) todo hacía pensar que no pasaría de los primeros minutos de Cleptómanas.

Pues bien, desechen estos pensamientos a la papelera de reciclaje: porque ni lo uno ni lo otro. Y es que además mi Diogenes acumulativo de series no ha tenido nada que ver con ella. Cleptómanas engancha. Ale… ya lo he dicho. La serie protagonizada por Elodie y sus inverosímiles compañeras es una adicción pura. Cierto es que los 10 capítulos de duración y sus 25 minutos de media por episodio, ayudan convirtiendo a la serie en una delicia maratoneable. ¿Sabéis de esos findes de lluvia y apatía máxima, en que los de saltar al siguiente capítulo es tarea obligatoria? Pues eso.

La trama aunque precipitada en su final, va construyéndose a fuego lento. En Cleptómanas, Netflix usa de cada mm de metraje hasta los andares, pues todo cuenta.

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El elenco, que siempre da bastante miedo en una serie de estas características se descubre lleno de carisma. Las tres actrices desprenden magnetismo en la pantalla. Tanto Quintessa Swindell, como Brianna Hildebrand y en especial Kiana Madeira atrapan.

Podrías pensar que solo estoy hablando de una serie adolescente. Quizás caer en el error de que se tratar de un producto para millenials… y te equivocarías. La serie narra las venturas, y desventuras de las jóvenes, su florecer hacia la madurez… claro. Pero ahonda en temas tan necesarios como la pérdida, los malos tratos, la escala social y la aceptación del yo.

Digno de reseñar es el papel de las rrss, siendo un sistema de comunicación tan a la mano, el cine y las series se empeñan en eliminarlos; sin embargo aquí vemos como se implementa a la narración de forma orgánica y natural.

 

¿Lo peor? Los secundarios que abundan, y tienen tanto carisma como  una clara sin sal.

¿Os confieso un secreto? Ardo en deseos de segunda temporada.