Sex Education llega a Netflix con la intención de permear en un público muy específico, pero llega más lejos; una serie con potencial para convertirse en un producto generacional.
El punto de partida de un relato siempre marca mucho el interés que puede generar en un espectador concreto, y supongo que el sexo es algo que le interesa a cualquiera, así que… De algún modo, Sex Education nos habla a todos. Algunos la escucharán con más atención, pero a todos les vendrá bien oírla; sobre todo cuando el tono escogido y el subtexto que desprende se percibe como algo verdaderamente genuino, algo ya complicado de ver en nuestros días, donde todo parece la copia de una copia; o, en el mejor de los casos, sacado de un molde.
Nos encontramos con un chico adolescente, algo extraño, con un amigo gay y con problemas para relacionarse; todo podría ir hacia el melodrama teen, o convertirse en una buena serie enmarcada en el coming-of-age; pero si añadimos a una madre terapeuta sexual y a una amiga promiscua de repente nos apetece prestar un poco de atención y darle al menos la opción de captar nuestro interés; pasan unos minutos y nos encontramos alejados de nuestro momento vital y revivimos ciertos pasajes de nuestra juventud más experimental.
La historia consigue atraparnos con unos personajes que rezuman verdad, con una historia que no es tal, sino el propio viaje interior de los protagonistas, los cuales nos interesan cada vez más a medida que avanzan los capítulos; con un Asa Butterfield que nos entrega un Otis Thompson perfecto en su composión como persona y no como caricatura de una edad que les queda lejos a los guionistas, los cuales se lo pasan en grande escribiendo líneas de diálogo a una Gillian Anderson divertidísima y con espirítu inspirador y desafiante.
La entrada en la vida de Otis por parte de Maeve supone el giro de guion necesario que da lugar a un conflicto dramático que sirve de telón de fondo para, en realidad, hablarnos de algo más profundo, de algo que todos experimentamos: el rechazo, la dignidad, el orgullo… Una amalgama de emociones que terminan por componer un lienzo de la etapa más jodida de la vida de todos nosotros, la adolescencia.