Crítica de Carmen y Lola (2017): Échame una mano prima que viene mi novia a verme

Tras triunfar en la noche de los Goyas, llega nuestra crítica a una de las películas de la temporada: Carmen y Lola. ¿Cómo? ¿De la temporada? ¿A estas alturas?, te preguntarás… En efecto, pero es que en Cinéfilos frustrados somos como las grandes divas de la escena. Llegamos elegantemente tarde para provocar mayor expectación.

Carmen y Lola es la historia de amor entre dos adolescentes gitanas de extrarradio. Si eso te parece una propuesta polémica no te equivocas, lo que jamás te imaginarías es de donde ha venido la polémica: del colectivo de mujeres feministas gitanas. Ahí, con dos ovarios. Pues sí. La asociación la ha tachado de tópica, de perpetuar estereotipos y de no haber atendido a sus recomendaciones.

Pero, a ver que nos entendamos, señoras del colectivo gitano feminista. Es cierto que la directora os consultó mientras rodaba, pero no perdamos la perspectiva: Os pidió opinión, no permiso, que son dos cosas que no tienen nada que ver. Y en segundo lugar, por supuesto que hay personas gitanas leídas, viajadas y pudientes. Eso no lo pone en duda nadie y mucho menos Arantxcha Echevarría. Pero la historia de amor entre una abogada de Chamberí y una ingeniera de La Moraleja hubiera sido una historia completamente distinta. No sé, no me parece algo tan difícil de entender.

Y espérate que ahí no queda la cosa. Atención a la apoteosis final: La han culpado de contar una historia de gitanas sin serlo ella. ¿Somos conscientes del nivel de paranoia al que hemos llegado? ¡A la hoguera con Shakespeare! ¡Que ni era Montesco ni Capuleto y aun así osó a escribir Romeo y Julieta! ¿Cómo pudo atreverse? Esto de ofendernos absolutamente por todo hace tiempo que se nos fue de las manos.

¿Qué es lo primero que vamos a encontrar en Carmen y Lola? Tras las primeras imágenes descubrimos que Arantxa Echevarría apuesta por el neo-realismo espacios reales y actores no profesionales. No son actores haciendo un papel, sino las mismas personas de ese mundo son las que vemos en pantalla. Esto como concepto suena muy bien pero es un arma de doble filo: Es una película, no Informe semanal. Toda película es una historia de ficción en la que estamos reconstruyendo la realidad, por mucho que queramos darle una intención documental.

Los actores no profesionales, podrán conocer mejor su propia vida, tener más frescura y todo lo que tú quieras, pero no tienen por qué saber construir un personaje. Ni siquiera cuando se están interpretando a si mismos. En Carmen y Lola hay momentos en los que vemos a algunos personajes “leer mentalmente” el texto que tienen que declamar. La sensación de estar asistiendo a una función de agrupación vecinal sobrevuela más de una vez la película. Sé lo que me vas a decir: “¡Quieto parao, que ha tenido cuatro nominaciones interpretativas a los Goya e incluso ha ganado actriz de reparto!” En efecto, pero es que he dicho “a veces”, porque el trabajo de Carolina Yuste y Moreno Borja es cualquier cosa menos amateur.

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Ambos están impresionantes. ¡Qué digo impresionantes!. Eso es quedarse cortos, pero incluso eso me resulta problemático. El contraste entre dos actores como la copa de un pino y el resto del reparto, que no son actores sino “personas normales”, es demasiado grande. Tanto, que a veces da la sensación de estar en dos películas distintas.

¿Y las protagonistas? Porque la película no se llama “Paco y Paqui” sino Carmen y Lola. Pues mira, casi da igual si son o no buenas actrices. Aquí lo que cuenta es que es una historia de amor y eso se tiene que ver en la química de ambas actrices. ¿Y cómo es esa relación? En dos palabras: “Im-Presionante”. Hay tanta verdad en cada mirada, gesto, caricia… que parece imposible que no sean pareja en la vida real. Nadie mira así a otra persona si no está enamorada hasta la médula. Mostrar el enamoramiento en pantalla es de matrícula de honor.

Aunque Zaira Morales y Rosy Rodríguez no hayan estudiado interpretación, con este trabajo es para convalidarles la carrera entera. Es tal la magia que se crea cuando están juntas en pantalla, que sus partes por separado no funcionan igual de bien. Algo similar ocurre en Ha nacido una estrella, que se sostiene en la magia que crean sus protagonistas y brillan más juntos que separados.

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A mi entender, esa búsqueda de hiperrealidad se queda trabada por dos constantes en los diálogos. La primera es la cantidad de veces que se dice la palabra “gitano”. Los personajes se pasan toda la película recordándose unos a otros que lo son. Desde luego, al espectador le queda claro desde el minuto uno y aun así no dejan de repetirlo. Es como si se les fuera a olvidar si no se lo refrescan. No entiendo muy bien qué les ocurriría si pasados cinco minutos alguien no les recordara que son gitanos. ¿Pensarían que son esquimales a partir de entonces? No lo tengo muy claro.

En segundo lugar, el libreto recurre demasiado a los “diálogos a tercero”. Me explico. ¿Te acuerdas de Hospital Central? ¿Te viene a la cabeza cada vez que estaban en la sala de operaciones, y un cirujano le explicaba al otro todo el procedimiento? ¿Cómo no va a saberlo? ¡Si es el doctor Vilches, con años de experiencia y encima ya está en plena intervención! ¡Como para no saber lo que tiene que hacer! Claro, él sí pero tú no. Esos diálogos explicativos se los dice un personaje a otro, pero el receptor de la información es el espectador, que no tiene por qué saber cómo se realiza una cirugía.

Carmen y Lola cae más de una vez en esto y asistimos atónitos (palabra bonita donde las haya) a cómo un personaje le da una información a otro que, obviamente ya sabe. Y justo a continuación le vuelve a repetir que son gitanos. No se le vaya a olvidar y se piense que son masais. Recordé una máxima de la narrativa japonesa que dice: “Si la noche es fría, no me lo digas. Muéstramelo

Una última cosa. Ofendiditos del mundo, que sé que me estáis leyendo. Sí, tú también, no te hagas el despistado que todos llevamos un ofendidito dentro: Si tienes algún problema con una expresión pública, lo último que deberías hacer es quejarte. Ignóralo porque lo único que vas a conseguir es darle una publicidad que, de no ser por ti, quizá no habría tenido. Y eso va para todos, porque ya nos vale con la notoriedad que le dimos al dichoso autobús contra los niños transexuales. Al final, nuestra indignación se nos viene encima.

Queriéndol boicotear a Arantxa Echevarría al final le han hecho un favor. Y a muchos de nosotros también, porque gracias a vuestros lloriqueos hemos querido ver su película.

 

Reseña
Carmen y Lola
8.5
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Redactor de cinefilosfrustrados.com - Iba para DaVinci pero me quedé en Christian Gálvez
critica-de-carmen-y-lolaCarmen es una adolescente gitana que vive en el extrarradio de Madrid. Como cualquier otra gitana, está destinada a vivir una vida que se repite generación tras generación: casarse y criar a tantos niños como sea posible. Pero un día conoce a Lola, una gitana poco común que sueña con ir a la universidad, dibuja graffitis de pájaros y es diferente. Carmen desarrolla rápidamente una complicidad con Lola, y ambas tratarán de llevar hacia delante su romance, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por su familia.