Año: 2017 | Título: Alien: Covenant | Dirección: Ridley Scott | Producción: Twentieth Centurdy Fox Film Corporation / Scott Free Productions / Brandywine Productions | Guión: John Logan, Dante Harper | Música: Jed Kurzel | Fotografía: Dariusz Wolski | Reparto: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Demián Bichir, Danny McBride, Billy Crudup, James Franco | Género: Ciencia Ficción, Terror, Secuela | Duración: 123 minutos
A nadie se le escapa que la irregularidad es algo que ha acompañado casi desde el inicio al director de Alien: Covenant, Ridley Scott. Un visionario para muchos, pero también estancado en una perpetua sensación de una carrera no planificada, no siguiendo los pasos que se supone que uno debe seguir en la búsqueda de su propio camino, quizás por haber dejado su mácula en la historia del séptimo arte en los primeros cinco años de su carrera, con Alien y Blade Runner. Un director sobrevalorado para otros, con tendencia a cierta hipertrofia en el estilo que lastra la narrativa de su cine en favor de un espectáculo palomitero y coartando al autor latente presente en películas como Black Hawk Derribado o Gladiator.
una primera hora magnífica, un back to basics excepcionalmenTe bien llevado, con un manejo de la atmósfera y la tensión contenida que acredita a los maestros
Por su parte, la saga Alien ha seguido un camino semejante, irregular, no planificado, pero autoral en inicio y clásico instantáneo desde el momento de su concepción. Su intención, ser el Tiburón de la ciencia ficción. Pero si aquella respiraba mar, esta respiraba aire, si aquella era renacentista, esta iba a ser gótica e incluso barroca; y si aquella sonaba a Williams, esta sonaba a Goldsmith. Cual fue la sorpresa al contemplar que un director novel con aspiraciones tales iba a conseguir su propósito e iba a crear Alien. La película definitiva de un género que para un servidor empieza y acaba con ella. Una segunda parte que reedita su mitología y se hace más cercana a la acción, con James Cameron a los mandos, consiguiendo una de las 4 ó 5 mejores secuelas de la historia del cine. Con casi diez años entre ambas, y el éxito de esta segunda parte, Fox ve la oportunidad de crear una saga donde ya estaba todo dicho, dando lugar a una tercera y cuarta entrega que no aportaban nada a una historia ya agotada.
Entrados ya en el nuevo milenio, en 2012, llegaba Prometheus, una propuesta curiosa, a falta de una palabra mejor, suponiendo además la vuelta del hijo pródigo; con Scott a los mandos todo parecía retomado de la mejor manera posible, una decepción por tanto al encontrarse con filosofía de azucarillo, secuencias crípticas y una supuesta búsqueda de sentido para una saga que no necesita tenerlo, o no al menos de esa manera. Padeciendo el mayor mal que padecen las precuelas, hacer literal algo que es mejor percibir, y perdiendo aquello que hizo grande a Alien, la sensación de ver cuando es sugestión, intentando ser explícito donde es mejor ser sutil, sustituyendo el minimalismo por la grandilocuencia, y la emoción pura por una no conseguida trascendencia.
el mito de Frankenstein hace presencia y la sublevación de lo creado hacía su creador se convierte en el centro de la historia
Entonces uno entra a la sala, se acomoda, y empieza a pensar en todo lo expuesto, ¿será el Ridley Scott de Prometheus, o el de Alien? Se apagan las luces, deja la mente en blanco y espera. Se suceden las secuencias, una primera hora magnífica, un back to basics excepcionalmente bien llevado, con un manejo de la atmósfera y la tensión contenida que acredita a los maestros, con una dirección muy clásica en lo que a movimientos de cámara y montaje se refiere, recuperando lo mejor del clásico de 1979. Gozando de un diseño de producción glorioso, con una sensación claustrofóbica y desasosegante, con planos cerrados, largos, tranquilos, sin pensar más allá del propio ritmo que la historia pide; recuperando además la banda sonora que Goldsmith compuso hace ahora 38 años.
A partir de los 60 minutos de metraje, la película adquiere un tono más abierto, algo menos consistente en términos de dirección, con más movimiento de cámara y un montaje algo más de nuevo siglo, pero donde el guion se presenta mediante un par de giros muy bien diseñados por John Logan como lo mejor de la saga en lo que a planteamientos filosóficos se refiere, pues dota a la película de, aquí sí, un intelecto nada pretencioso, donde el mito de Frankenstein hace presencia y la sublevación de lo creado hacía su creador se convierte en el centro de la historia, pasando los Xenomorfos a un segundo plano como simples armas biológicas y llevando la historia a un terreno no explorado antes en la saga, dando un sentido diferente a todo lo visto hasta ahora. Añadiendo a esto que la segunda mitad de Alien: Covenant contiene la mayor parte de la acción, con un guion muy controlado y medido a través de un crescendo narrativo que culmina con una secuencia que planta las semillas necesarias para continuar por el camino adecuado.
Mención aparte se merecen los dos actores principales, Michael Fassbender y Katherine Waterston, muy bien ambos, dotando de matices a sus personajes que parten de un guion que les da todo el protagonismo; además de alguna aparición de la película anterior como, por ejemplo, en el excelente prólogo; y algún que otro homenaje que rinde el bueno de Ridley a las dos primeras partes de la saga.
Por comentar lo negativo diría que la película desprende cierta sensación de remake de la original. En lo referido a la estructura es esencialmente lo mismo, con ciertas soluciones de guion aleatorias, si bien es cierto que cuentan cosas diferentes; y por otro lado, los personajes más allá de los dos protagonistas apenas están dibujados en un par de líneas de diálogo.
Alien: Covenant, las primeras reacciones
Por lo demás, Alien: Covenant, es una propuesta que corrige el rumbo de la anterior película y reformula la saga de manera muy inteligente, con un personaje confirmado aquí como el protagonista, y con un director que parece tomarse muy en serio la expansión del universo que creó en 1979.