Crítica de Obediencia (2019): ¿Y qué más?

obediencia

Obediencia supone la ópera prima del británico Jamie Jones ¿Es un buen pistoletazo de salida?

Antes de darte mi respuesta a esta pregunta déjame que argumente. Obediencia supone un ejercicio de mezclas. Jones decide convertirse en un barman, ponerse tras la barra y meter en la coctelera todo lo posible. Para este debut pone un poquito de drama social, o un mucho… (familia monoparental, disturbio social, alcoholismo y drogas…), lo agita con esmero, porque la saturación de elementos llegados a este punto era ya un tanto acojonante; y lo remata con una bonita sombrilla amorosa. Además esta relación, anodina hasta la extenuación, tiene la misma química que la de cualquier gas noble, es decir… ninguna.

¡¡Aaai lector!! Casi lo olvidaba, a todo este mejunje hay que añadir una nueva dimensión. Otro ingrediente que casi podía constituir un género en si mismo, el boxeo. La cinta ahonda su primer tercio entre las cuatro cuerdas del ring, volviendo una y otra vez al cuadrilatero… ¿adivinas para que? Para nada. Parece que simplemente quieran que la comparemos a otros títulos como la saga Rocky… para como tan de moda está en la jerga de memes termine siendo un lo que pides en aliexpress/lo que te llega.

Creed pelea contra el hijo de Drago en el potente primer tráiler de Creed II

El ritmo de la película es cachazudo, y esos huecos interminables entre los poco sustanciales diálogos, que podrían hacer brillar al elenco, no hacen más que hundirlos en la miseria.

Porqué otra cosa no, pero Obediencia ambiciosa es un rato. Quizás esta misma historia con unos protagonistas con un poco más de sangre en las venas, hubiese sido agua de otro costal. Mención a parte merece la madre del protagonista; T’Nia Miller, personaje que podría pasarse en la sobreactuación pero que en su autodominio encuentra la virtud.

El uso del sonido, es desafortunado. La música pasa de acompañar a las imágenes a un mutismo apabullante, y que más que una virtud, o una ayuda a la carga dramática nos deja un regusto de «nos hemos quedado sin»…

Una película que no consigue en ningún momento atraparte, de las de comprobar el reloj cada dos minutos para darte cuenta de que la barra de reproducción sufre por avanzar hasta los títulos finales.

 

Creo que no necesitas que te responda a la pregunta inicial… te recomiendo que vuelvas a cualquier plataforma de VOD, y te dediques a dar vueltas por el menú. Aprovecharás más el tiempo.

 

Reseña
Obediencia
2
Artículo anteriorRepaso a la taquilla: Alita y el milagro asiático
Artículo siguienteCrítica de ¿Podrás perdonarme algún día? (2018): Que sí… que te perdono
Clarinetista a tiempo completo, devoradora de libros y seriadicta en rehabilitación. Gracias a mi giratiempo, si es necesario, me teletransporto a Fargo, Neo-Tokyo, Caprica o donde sea menester. Una película: La "Principesa" Prometida...
cratica-de-obediencia-2019ay-quamasHistoria ambientada en las calles de Hackney, en el East End de Londres, uno de los puntos calientes de los disturbios que sacudieron la capital inglesa en 2011. Leon, un chico de 19 años de edad vive con su madre, la alcohólica Chelsea, y, de cuando en cuando, con alguno de sus novios, a cual más granuja. Su hogar está tan roto que el propio Leon se entrega a los servicios sociales y pasa su tiempo libre boxeando en el gimnasio. A veces, también, cometiendo pequeños delitos. Su vida cambia cuando se enamora de un espíritu libre como Twiggy.