Lo primero que hago al visitar alguna ciudad es saber si allí hay un restaurante colombiano. Y sin embargo, encuentro de lo más gracioso ver las hordas de turistas que llegan a restaurantes que ofertan la comida del país de origen de esas visitas. Como si no fuésemos a volver jamás. Me atrevo a decir que nos ayuda a sentir en casa, y eso significa protegidos. La lengua, entonces, como el órgano por el cual sufrimos a inclinarnos por lo nuestro, esto es lo que pretendemos en Cine con Acento.
Y bien se dice que es más fácil cambiar de religión que de dieta. ¿Cine con Acento? Adelante.
Sin embargo, no es solo el gusto lo que tiene el músculo, el más fuerte del cuerpo, que tenemos guardado en la boca. Por intermedio de la lengua también aprendemos a expresarnos en los mismos términos que nuestros cercanos en el cómo ver y entender el mundo. Y lo identificamos como la «lengua materna». Grosero resumir tanta historia en un párrafo, apelo a su memoria para que recuerden el por qué este sudaca escribe en la «misma» lengua que vosotros. Pero una cosa es escribir y otra es hablar.
Y llega el oido, por el cual las diferencias se hacen más que notables en eso que llamamos lengua materna. Porque al fin y al cabo estoy escribiendo de un podcast. El cisma que hubo en el podcast original de Cinéfilos Frustrados y por el cual se creo este nuevo canal llamado Cine con Acento.
Más allá de indentificarnos en la manera de ver el cine, sentimos la necesidad de hablarles a los latinoamericanos con los mismos acentos —que aún no todos, pero en ello andamos— y crear este nuevo espacio para conversar sobre las interpretaciones y de los mensajes que devienen de esas creaciones audiovisuales que tanto nos gustan.
Así pues, arranca esta primera temporada de Cine con Acento, y espero que sean muchas.
Para empezar, arrancamos hablando de It. De esa cordillera narrativa nacida en los 80 de la pluma de Stephen King que ha sabido parir serie de televisión y una adaptación en dos tiempos al cine de la mano del argentino Andy Muschietti.