Comenzamos nuestro ciclo sobre Scorsese con el repaso de Silencio, una película muy especial en la que el director invirtió más de veinte años en los procesos de pre-producción y desarrollo.
El 27 de Noviembre se estrenará en Netflix El Irlandés, la nueva película de Martin Scorsese. Unos días antes el film tendrá su estreno en cines, el día 1 en Estados Unidos, y después de mucho silencio y muchos rumores, el día 15 en otros países, entre los que se encuentra España.
Se trata de un estreno muy especial por muchos motivos: marca el retorno del tándem Scorsese – De Niro, supone el regreso del director al mundo de la mafia, vuelve a juntar en pantalla a Robet De Niro y Al Pacino en una de sus escasas apariciones conjuntas. También nos vuelve a traer al cine a Joe Pesci, que raramente actúa en los últimos años. Y por si fuera poco es la película número veinticinco de Scorsese.
Veinticinco largometrajes (sin contar documentales ni similares) desde 1967 hasta 2019. Ni más ni menos que cincuenta y dos años detrás de las cámaras. Cinco décadas en las que este director neoyorquino nos ha regalado una producción fílmica, no solo envidiablemente disfrutable, sino de una importancia e impacto innegables en el desarrollo del cine moderno.
Desde Taxi Driver hasta La Invención de Hugo, pasando por Toro Salvaje, Uno De Los Nuestros, Infiltrados o El Lobo De Wall Street, la carrera de Scorsese ha sabido reflejar siempre la realidad social de cada época retratada en sus películas y al mismo tiempo otorgarles un halo de atemporalidad, haciendo siempre hincapié en el hecho de que la raíz de toda historia está en las personas que la protagonizan y, no importa cuánto tiempo pase, las virtudes y defectos del ser humano siempre son los mismos.
Su carrera es envidiable y resulta chocante que su palmarés solo contemple un premio Oscar al mejor director, algo que podría cambiar con el estreno de El Irlandés, que después de haber sido proyectada a finales de Septiembre en el festival de Nueva York ha comenzado a recibir unas críticas abrumadoramente positivas.
Con todo esto en mente hemos considerado oportuno rendir un pequeño homenaje a la figura de este gran cineasta con un ciclo repasando sus cintas y reflejando en una serie de artículos los elementos más importantes y característicos de su cine. Lo haremos en sentido inverso, empezando por la última y retrocediendo en el tiempo hasta sus inicios. Así pues, sin más dilación, pasamos a comentar Silencio, la película estrenada en 2016 y, hasta el estreno de El Irlandés, la más reciente de sus cintas.
Cuestión de Fe
Silencio nos traslada a mediados del siglo diecisiete y nos pone en la piel de dos sacerdotes jesuitas que viajan a Japón para buscar a su maestro y expandir la fe cristiana. El país del sol naciente se encontraba sumido un momento bastante oscuro y violento y los cristianos eran perseguidos y ejecutados sin compasión.
Nos encontramos ante una película que, desde mi punto de vista, no recibió ni de lejos la atención que merecía. Lo diré sin tapujos: creo que dentro de algunos años se la considerará como una de las diez mejores películas de Scorsese. Se trata de una cinta profundamente personal, con una historia atípica en un momento muy convulso y que de nuevo regresa a los encontrados sentimientos de Scorsese con la fe cristiana, que tanto simbolismo ha dejado en sus películas.
A nivel visual la película es, posiblemente, una de las más bonitas de la carrera del director, pero también una de las más duras, ya que muestra la violencia y las atrocidades que se cometían contra los cristianos en Japón sin ningún tipo de artificio ni velo. Y esto es algo muy característico del cine de Scorsese, que siempre ha mostrado la violencia y sus consecuencias de una forma muy natural, evitando frivolidades innecesarias ni haciéndola más protagonista de lo que es: una simple circunstancia más, una característica más de la naturaleza humana.
Silencio es una película razonablemente larga (161 minutos) y abarcarla por competo en este análisis convertiría el artículo casi en una tesis, por lo que he decidido escoger algunas escenas señaladas de la cinta para explicar su simbología y subtexto y mostrar, lo mejor que pueda, las claves del cine de Scorsese.
La primera escena que quiero repasar llega bastante pronto en el metraje de la película, alrededor de los veinte minutos. Los sacerdotes Rodrigues y Garupe acaban de llegar a Japón y son recogidos por una pequeña congregación de cristianos locales, que viven su fe en secreto y con miedo a ser ejecutados por ella. Ya desde el principio la película ha venido jugando con los efectos sonoros. Nos encontramos ante una película llamada Silencio en la que la banda sonora es inexistente y los sonidos que se muestran o se escuchan tienen una importancia vital.
Mientras los dos sacerdotes están en la cabaña en la que acaban de acogerles, iluminados solo por la luz del fuego que les calienta, Rodrigues decide entregarle a uno de los fieles el crucifijo que lleva colgado al cuello. En este momento todos los sonidos de la película se detienen y solo se escucha el canto de los grillos: ni los sollozos agradecidos del japonés, ni el frufrú de las ropas, ni las voces del resto de personajes, ni los rezos. Solo los grillos. Porque al entregarle la cruz para que pueda rezar y profesar su fe, el padre Rodrigues le está entregando a este hombre El Silencio. Y lo pongo en mayúsculas porque este es el tema más importante de la película: por muy fuerte que sea tu fe, por muy devotamente que reces y muy detenidamente que escuches, Dios solo te devuelve Silencio: esa es su voz.
¿Y cómo se puede mantener una fe que no te da respuestas y por la que te persiguen hasta la muerte? ¿Dónde se encuentra el verdadero motivo y motor de un amor tan profundo e incorruptible por esas creencias? En torno a estas preguntas gira el verdadero viaje de nuestros protagonistas. Y esta es otra muestra importante del cine de Scorsese: cómo es capaz de mostrar tanto con tan poco
El Rugido de las Olas
La segunda escena que he escogido es una de las más duras de la película. No revelaré muchos detalles para evitar los spoilers a aquellos que no hayáis visto la película aún, pero se trata de una escena en la playa, con una fuerza visual enorme. Tres ejecuciones, esto se puede decir, porque lo importante es cómo se llevan a cabo, la violencia de unas imágenes que rodadas de otra forma, quizás apoyadas en una banda sonora, habrían sido mucho menos impactantes, mucho menos crudas, mucho peores. De esta forma resultan un ejemplo impecable de la crueldad de la situación y, apoyadas por la narrativa del padre Rodrigues, nos vuelven a poner el foco en el leit motiv de la cinta.
Scorsese vuelve a demostrar, como comenté anteriormente, su maestría a la hora de poner en pantalla hasta que límites puede llegar la violencia y crueldad humana y con qué impactante, casi inverosímil naturalidad lo hace. Es una de las escenas más memorables que he visto en una película.
La película continúa su avance, atrapándote en el viaje de estos pastores jesuitas y siempre utilizando la fuerza de las imágenes y, más aún, la fuerza del sonido y el silencio para conseguir abrir un canal transmisor de emociones. Hay una escena en la película que no quiero pasar por alto:
Rodrigues se encuentra encarcelado, ha visto horrores y sus convicciones se resquebrajan. Se trata de una escena absolutamente cautivadora y por momentos casi terrorífica en la que vemos como no solo su fe se tambalea, sino su propia cordura y humanidad se llevan al límite. Esta forma de mostrar la fragilidad de la mente y el espíritu humano es algo que ha marcado la carrera de Scorsese y que, una vez más, se hace presente a lo largo de esta cinta.
Hay mucho más de lo que hablar en Silencio. Mucho más de lo que sacar mensajes, críticas a la iglesia, cuestiones sobre la propia fe y la naturaleza humana, sobre la universalidad o no de un mensaje, críticas la sociedad y la historia (al colonialismo, a la globalización, la imposición de culturas…). Se trata de una cinta con un gran peso filosófico y si bien este tipo de reflexiones son habituales en el cine del neoyorquino, en ninguna otra película se muestran de forman tan amplia, tan profunda y tan intensa.
Cautivadora en todos los aspectos, Silencio es una película que requiere una mente abierta y mucha atención para llegar a captar todos los detalles que oculta. Sin duda se trata de una cinta muy especial, que pone sobre la mesa no solo los elementos clásicos y definitorios de Scorsese, sino también muchos de su valores morales y filosóficos.