Con el estreno de El Irlandés cada vez más cerca, continuamos con este ciclo de Scorsese haciendo un pequeño repaso a una de sus películas más emblemáticas: la reverenciada Uno de los Nuestros (Goodfellas). Advierto, doy por sentado que todo el mundo la ha visto así que ojito a los SPOILERS.
Todos somos Goodfellas
Lo cierto es que habré visto Goodfellas un millón de veces, es una de mis cintas favoritas de todos los tiempos y su importancia en el cine y la televisión posteriores es abrumadora. Tengo una infinidad de cosas que decir de esta película y sin embargo ahora no sé por dónde empezar.
Bueno, supongo que lo mejor será un resumen rápido: Goodfellas está considerada como una de las mejores películas de “gangsters” de la historia y su importancia y reflejo de la vida en la mafia es tan valioso que ha inspirado películas, documentales e incluso series de tanto calado como la aclamada Los Soprano. En la cinta nos adentramos en las tres décadas de vida de Henry Hill como un “chico listo” y al alzamiento y declive de Jimmy Conway y Tommy DeVito. Supongo que a estas alturas está de más contar más sobre esta cinta: es un clásico y pocos cinéfilos habrá que no la hayan visto por lo menos una vez.
Para muchos esta película es la cima del cine de Scorsese (para mí su cine tiene muchas cimas, pero ese es otro cantar) y lo cierto es que no les faltan razones para argumentar este parecer. Pero lo que nos ocupa principalmente en este monográfico del director es tratar de identificar qué es exactamente eso que llamamos “el cine de Scorsese”. Y en pocas películas podemos apreciarlo tan profunda y extensamente como en esta.
Podría detenerme en cada plano, en cada escena, en cada diálogo de esta película, analizarlos hasta sacarles la última gota de jugo y todos y cada uno serían un ejemplo del cine de Scorsese. Pero eso se parecería más a una tesis y no creo que haya espacio para quinientas páginas de reflexión. Me he comprometido a escoger un máximo de tres escenas y, creedme, no ha sido nada fácil.
¿Es una rueda pinchada?
Antes decía que no sabía por dónde empezar, pero supongo que lo mejor es empezar por el principio, porque ahí es donde encontramos la primera escena que quiero analizar:
Noche cerrada y Ray Liotta, Robert De Niro y Joe Pesci (Henry, Jimmy y Tommy) viajan en coche por una autopista rodeada de bosques. De pronto empiezan a escuchar un ruido extraño y se preguntan si habrán atropellado algún animal o si quizás han pinchado una rueda. Lo comentan entre ellos como lo haría cualquier persona, y deciden apartarse del camino para echar un vistazo. Les vemos a continuación bajando del coche, con la cámara enfocando el maletero, del que vienen los golpes. Se ve a Jimmy sacar su pistola, a Tommy echar mano a un cuchillo que lleva en el cinturón. Henry abre el maletero y un hombre ensangrentado y en vuelto en una sábana lucha por permanecer con vida.
Tommy reacciona el primero, sorprendido de que siga con vida, y le asesta varias puñaladas al grito de “¡Muérete de una vez!” y reclamando que le mire a los ojos. Cuando se aparta, Jimmy le propina cuatro tiros al pobre desgraciado, como si fuera lo más normal del mundo. Nadie se sobresalta, nadie se asombra: es un acto de violencia extrema, de crueldad y sin embargo para ellos es algo incidental, un detalle cualquiera que ha pasado en un día cualquiera. La luz roja del piloto trasero del Pontiac les ilumina mientras Henry cierra el maletero y comienza su narración, con la inmortal “Rags To Riches” de Tony Bennet poniéndonos en situación.
La relación de Scorsese con el cine de mafias es de sobra conocida y, además de haber contado siempre con testimonios y relatos reales y cargados de crudeza y veracidad, una de las mayores virtudes del director ha sido siempre saber tratar la violencia sin que resulte morbosa y en Goodfellas sublima ese arte. Muchos directores después (y al mismo tiempo) han tratado y utilizado la violencia de forma muy gratuita: la han convertido en el eje de sus películas, la han vendido y frivolizado. Scorsese no. Él la muestra, porque la violencia existe, y lo hace sin marketizarla, sin idealizarla, sin adularla, romantizarla o edulcorarla; simplemente lo hace. Vemos la sangre. Sentimos la rabia y el sadismo de Tommy. La indiferencia y la frialdad casi compasivas de Jimmy. La costumbre de Henry, que asiste a la escena como el que ve cortar un filete. Y en Goodfellas lo logra de forma sublime.
Scorsese muestra a sus personajes tal y como son, con sus luces y sus sombras: tres hombres normales viajando en un coche. Tres monstruos asesinando en un bosque. Son las mismas personas. Y la violencia, la sangre y la muerte forma parte de ellas, pero no es lo único que son. Son los dos primeros minutos de la película y el director ya nos ha mostrado que lo suyo, “su cine”, es ponerle una lente a la realidad del mundo del hampa. En toda su crudeza, en toda su tragedia, y en toda su gloria, inmortalizada en la frase e Henry “Que yo recuerde, desde que tengo uso de razón quise ser un gangster”.
Estaba todo riquísimo
La segunda escena de Goodfellas que quiero repasar con vosotros enlaza directamente con esta. Nuestros tres protagonistas creen haberse cargado al pobre desgraciado del maletero de antes, lo meten en el coche y se van a la casa de la madre de Tommy a buscar una pala. Una vez allí, la buena mujer les obliga a quedarse a cenar. Todos comparten una cena de índole familiar, con la madre preguntándole a Tommy que cuándo va a sentar la cabeza con una buena chica.
Una escena hogareña que vuelve a hacer hincapié en el lado humano de los mismos monstruos capaces de asesinar a sangre fría y sin remordimientos. Lo grotesco es que este momento tan natural y común (cenar en familia) transcurre con el trasfondo de un crimen, pasando de una cosa a la otra como si nada. Incluso Tommy pide prestado el cuchillo que utilizará luego para rematar la faena. Así es la vida del “gangster”. Sin artificios ni añadidos. Esa es su vida, como lo es para nosotros ir a trabajar o salir a tomar algo con unos amigos. Y Scorsese lo muestra al natural, sin interferir, sin inmutarse más de lo que lo hace Jimmy al vaciar un cargador.
¡No me jod…!
En estas dos escenas, en las que hemos visto las distintas partes que conforman la personalidad y la vida de los personajes de Goodfellas, sin embargo hemos recibido esas partes como una especie de dualidad diferenciada: dos vertientes de una misma persona. En la tercera escena que me gustaría destacar de la película las cosas cambian un poco. Es posiblemente la escena más icónica de la cinta: Tommy acude a una cita y cuando llega al lugar señalado, entra en una habitación vacía e inmediatamente comprende que se lo van a cargar. Sin darle siquiera tiempo a terminar su frase una bala le atraviesa la cabeza, un chorro de sangre salta disparado y se desploma en el suelo.
Lo más llamativo de la escena es que se trata de la muerte de uno de los personajes principales de Goodfellas, es claramente un antes y un después, es un momento que debería ser totalmente climático en muchos aspectos… pero no lo es. Es una muerte más, es un momento más, es un incidente más en la vida del gangster. No lo maquilla, no hay un gran build-up (bueno, sí lo hay, pero es sutil, elegante, no es llamativo ni significativo cuando lo ves por primera vez). Una vez más Scorsese hace gala de su capacidad para mostrar las cosas más oscuras, más truculentas y morbosas como si fuera el plano de un lago en absoluta calma: lo más natural del mundo.
La escena no termina así, porque mientras vemos a Tommy morir y desangrarse sobre una vieja moqueta, nos intercalan momentos de Jimmy y Henry recibiendo la noticia, con Jimmy perdiendo los papeles contra la cabina de teléfonos, llorando y desmoronándose durante un momento: mostrando todas las emociones que no ha dejado ver en ningún otro momento de la película: es el asesino más frío e indiferente, pero sigue siendo una persona con un corazón y unos sentimientos como los de cualquier otro Y finalmente el plano final, desde arriba, con el cuerpo de Tommy flanqueado por sus dos asesinos, la sangre encharcándolo todo y la vida que sigue igual, como si nada hubiera cambiado. Es sencillamente sublime y me acompaña desde que lo vi por primera vez.
Describir estas tres escenas de Goodfellas tenía como objetivo poner de manifiesto qué es el cine de Scorsese así pues ¿Qué es? Pues el cine de Scorsese es la vida misma: es mostrar todo lo que ocurre y hacer que las cosas más horripilantes, macabras, espectaculares y fantásticas parezcan absolutamente naturales, y que las cosas más naturales del mundo (como una cena en familia) sean asombrósamente complejas, emocionantes, impresionantes o incluso, aterradoras. O al menos, así lo veo yo.