Al finalizar la temporada de Better Call Saul, la tercera, reflexionando sobre lo visto y ahora escribiendo sobre ello, me he dado cuenta de que si bien argumentalmente es esencialmente lo mismo que Breaking Bad, plantea un punto de vista filosófico opuesto.
Me explico, Breaking Bad mostraba aquello que defendían Hobbes o Locke entre otros; el hombre es malo por naturaleza, aquello que es Walter White; aprovecha una tesitura sin consecuencias para mostrar su verdadero yo y tomarse su particular venganza con la vida.
Better Call Saul cuenta una historia semejante, la bajada a los infiernos de un hombre común, pero, y este es uno grande, defendiendo en términos deontológicos la idea contraria, que el hombre es bueno por naturaleza y, como defiende Rousseau, es la sociedad y la opresión de los más fuertes la que lo corrompe. Jimmy es un tipo común, una buena persona, estrafalaria, pero genuina; y es la presión de su alrededor la que lo lleva al lado equivocado de la balanza que sostiene La Dama de la Justicia. En Walter hay un hombre malo luchando por salir, en Jimmy hay un hombre justo tratando de coger aire mientras bucea en las cloacas. Walter es un mal hombre que hace, en ocasiones, cosas bien; Jimmy es un buen hombre que hace, en ocasiones, cosas mal.
En Breaking Bad el guía moral era un drogadicto, un pobre diablo que todos añoramos y que, seguramente, tomó la decisión equivocada en el momento clave de su vida; el personaje positivo de la serie, el último hombre justo en Sodoma, aquel que hace que la especie humana tenga una rendija por la que escapar del infierno que ha creado y de los campos que ha arrasado; y aquel que hace que, a disgusto del coronel Kilgore, no llueva napalm.
El resto de personajes son esencialmente malos; la representación que se hace del hombre en sociedad está reflejada por medio de un empresario narcotraficante, un abogado corrupto, un policía imbécil, una mujer que encuentra el sentido de la vida a través de una hija, una cuñada cleptómana y algunos más que veo innecesario enumerar. Una tendencia en el mapa de personajes muy calculada que denota que Breaking Bad puede que hable de Walter White, pero ¿y si ese Breaking Bad se refiere a algo más grande, y si hemos fracasado como experimento?
En Better Call Saul los personajes son primordialmente buenos; empezando por un protagonista que intenta, por encima de todo, llegar a buen puerto en términos morales, hacer lo que puede sin saltarse su propio criterio ético; una mujer que busca abrirse paso en un mundo de hombres, un abogado con sentido de la justicia, un hombre que no arrastra a los demás al fango cuando se hunde… Se trata de unas manzanas podridas que, aparentemente, tocan a los demás cual rey de Midas en funciones, tirando pilares de carga y haciendo que el edificio entero se derrumbe.
A través de ambas series, este universo hace una línea tangencial en la que nos muestran dos propuestas filosóficas antagónicas, iguales pero opuestas, como una imagen en el espejo, como un espejo en el espejo.