La Ciencia de Matar es el quinto episodio de la tercera temporada de Black Mirror. A los largo de los capítulos visionados, se han mostrado gran cantidad de géneros como drama romántico, thriller futurista, investigación policial…etc., ahora le llega el turno al bélico. ¿Habrá estado a la altura?
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Catalogado por muchos como el peor episodio de la temporada, La Ciencia de Matar plantea aspectos realmente interesantes, además de un drama humano de fondo muy presente en las guerras u otros enfrentamientos. Un capítulo que toca algunos palos diferentes a los vistos con anterioridad.
Stripe es un soldado que debe proteger a los habitantes de una aldea, que sufren los ataques y robos de unos mutantes peligrosos. A pesar de poseer grandes avances tecnológicos, los militares librarán una despiadada guerra frente a estos seres misteriosos.
Bajo esta premisa, se desarrolla un episodio que invita a meditar acerca de los dramas humanos y los enfrentamientos bélicos, además de hacer referencia a grandes genocidios de la historia -como el nazismo, por ejemplo-.
Stripe es un soldado novato que sufre sueños mientras duerme en los que aparece manteniendo relaciones con la misma mujer. El día de su primera misión, es enviado a socorrer una aldea que ha sufrido los ataques de las cucarachas. En ese momento, se nos muestran los grandes avances tecnológicos de la máscara: un chip que conlleva grandes ventajas al bando militar -tanto estratégicas como de propia comunicación-.
Tras asesinar a dos mutantes, uno de ellos ejecutará un siniestro artilugio que creará conflicto con el chip de Stripe. Como fruto de ello, el soldado sufrirá desconexiones y pérdidas de consciencia, hasta llegar al gran secreto que conlleva la implantación de este chip.
La máscara es un invento que, entre otras cosas, modifica la realidad que ve el portador. Es decir, no hay ningún mutante con rostro deforme y voz insoportable. No. Lo que hay son seres humanos atormentados y despreciados por, precisamente, no ser iguales a los demás. Una clara referencia a grandes genocidios de la historia.
Pero este capítulo quiere ir mucho más lejos, y para ello incide en las relaciones personales entre cada bando y uno mismo. Nos hace ver que el perdón es posible y, sobre todo, que los soldados no disfrutan con lo que hacen. Por eso mismo inventan La Máscara, para jugar a ser Dios de nuevo y engañar a nuestra naturaleza una vez más.
Y es que Black Mirror vuelve a jugar al escondite, proponiéndolo de una forma diferente. En esta ocasión, el escondido no es la persona que se oculta, sino la que persigue. Una propuesta más que interesante, y es que no hay mayor ciego que el que no quiere ver -o, en este caso, no le dejan ver-.
Charlie Brooker nos presenta un episodio diferente a cuantos hemos visto de la serie. Un vistazo al pasado desde el futuro, concretamente hacia las guerras y los grandes genocidios, pero desde un punto de vista humano. Y es que, al final, en las guerras no hay ni malos ni buenos, sino marionetas.