En San Junipero, Black Mirror nos deleita con uno de sus mejores capítulos vistos hasta la fecha -que será episodio de culto instantáneo-. Un drama humano y romántico, dados de la mano, que no dejará a nadie indiferente. Black Mirror en estado puro.
Black Mirror 3×01 ‘Caída en picado’: Colorida distopía disfrazada de cruel utopía
Black Mirror 3×02 ‘Playtest’: La Realidad Virtual al poder de la mente
Black Mirror 3×03 ‘Cállate y baila’: La amenaza Fantasma
Déjenme decirles que, en el anterior análisis, me equivocaba completamente. No, Black Mirror no está aquí para «hacernos pasar un mal rato». Todo lo contrario. Black Mirror está aquí para emocionarnos, inquietarnos, sobresaltarnos…etc. está aquí para hacernos despertar. San Junipero ha llegado para quedarse con nosotros, como él mismo.
San Junipero es un divertido destino de vacaciones, ambientado en la California de 1987. Allí, la gente simplemente va a divertirse y pasárselo bien. En medio de todo ello, Yorkie -interpretada por Mackenzie Davis- y Kelly -interpretada por Gugu Mbatha-Raw- acaban de llegar, y su encuentro supondrá un irreversible cambio en sus vidas.
Con astucia, rapidez y sin detalles innecesarios, Charlie Brooker nos presenta al personaje de Yorkie, una tímida e inocente mujer que se ve inmersa en el mundo de fantasía de San Junipero, un lugar donde el único objetivo es olvidar todo y pasarlo bien. Allí, su camino se entrecruza con el de Kelly, una extrovertida mujer de raza negra que intentará llevarla a su terreno. Pero Yorkie hará alarde de su timidez y la rechazará, arrepintiéndose y yendo en su búsqueda por décadas como los 80, mediados de los 90 o inicios del 00.
¿Cómo? ¿Por qué esos cambios de época tan significativos en semanas? ¿Estamos hablando de androides? Todo a su debido tiempo. Inmersas en una peculiar historia de amor, se destapa el misterio que rodea a todo el asunto: ambas están ahí por un motivo, huyendo de algo o pretendiendo olvidarlo. Y es que San Junipero es mucho más que un mundo virtual.
Este lugar es una recreación cercana del cielo. Sí, aquel lugar descrito como el paraíso, donde la gente no envejece y sólo debe pasarlo bien las 24 horas del día. Un idílico lugar donde los vivos sólo pueden estar de visita. Porque claro, es el mundo de los muertos.
Tradicionalmente, nuestras visitas a la Iglesia nos han relatado la muerte como un hecho bello, no negativo. La última etapa de la vida, en la que un ser divino y majestuoso juzgará nuestros hechos y decidirá otorgarnos un descanso merecido, en función de la vida que hayamos llevado. En este caso, el ser divino no será más que el hombre creando un falso cielo, jugando una vez más a ser el Dios que tanto ha venerado.
¿Y qué supone la muerte? Un repaso a la vida, una oportunidad de valorarnos a nosotros mismos. Mientras que Yorkie lamenta su vida estando tetrapléjica -desencadenada por un accidente fruto de la reacción de unos padres conservadores-, Kelly hablará sobre su marido: la misma persona por la que ha luchado 49 años y que rechazó estar en San Junipero por no estar con ella. Una analogía de la vida y la vejez simbolizada con la transición, es decir, el paso de la vida a la muerte -o el paso de la cruel vida hacia el bello paraíso-.
Pero, ¿cómo es el paraíso? Básicamente, un repaso a nuestra memoria y recuerdos. Un lugar perfecto donde nosotros construimos nuestros sueños. Porque claro, como diría el maestro David Lynch: «Nuestro mundo no es el sueño más brillante». Y de ahí que el hombre luche desesperádamente por encontrarlo.
Una oda a la vida y la muerte, a la transición. Charlie Brooker vuelve a demostrar su talento como guionista, y nos regala 1 hora de ensueño, en la que nos perderemos en el paraíso de San Junipero. Dejad que la música, los coches antiguos y las luces de neón se claven en vuestros ojos, y entonces estaréis también en él.
Un capítulo recomendable.