En su tercera temporada, Agents of Shield persiste en su receta de acción sin freno y se pregunta qué hacer con los inhumanos
La fórmula de Agents of SHIELD quedó anclada de forma definitiva a partir de la segunda mitad de la primera temporada: acción sin pausa, misión tras misión, en una batalla constante en la que el grupo del agente Phil Coulson (Clark Gregg) suele ser, a la vez, perseguido y perseguidor.
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Dicha fórmula, a la que Agents of SHIELD se entrega sin reparos, está sujeta a la demanda de 22 episodios por temporada, por lo que ponerse a ver una de ellas es un ejercicio intenso -demasiado, a veces- y con un notable componente del conocido enganche que generan algunas series. Ver Agents of SHIELD mola, entretiene, y a veces eso puede erigirse como una debilidad y otras muchas veces, como en este caso, como una notable virtud.
La segunda temporada de Agents of SHIELD terminaba abrazando por completo a los Inhumans como vehículo narrativo de los quehaceres de SHIELD y, en particular, de Phil Coulson, cuya debilidad por su propia padawan, Daisy Johnson (Chloe Bennet) -ahora convertida en una Inhumana la mar de poderosa-, impulsa su ambición de proteger a esta nueva especie de cualquier amenaza en forma de ataque preventivo. Precisamente lo que parecen pretender en la misteriosa organización gubernamental denominada ATCU, liderada por Rosalind Price (Constance Zimmer), y cuya rivalidad con SHIELD marcará el devenir de la primera mitad de temporada.
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La mencionada velocidad de la trama impide que podamos tomarnos un respiro y debatir sobre la ética que sugiere el estudio, o protección, o aislamiento (elija usted la opción que mejor le convenga según la agencia secreta para la que trabaje) de los Inhumans aunque podemos intuir algo de ello en los pocos momentos que nos dejan para respirar: la revelación inhumana de un personaje conocido en SHIELD y su transformación en el violento Lash detonará en el seno del grupo de Coulson el necesario toque personal aunque -nuevamente- se aplica la hyper-velocidad narrativa y, de golpe, estamos ya en la segunda mitad de temporada.
¿Y qué tenemos en ahí? Pues a Grant Ward (un Brett Dalton que se erige como una de las sorpresas por sus sutiles variaciones dramáticas para dar vida al ahora psicótico agente de Hydra) dispuesto a liderar Hydra, proceso en el que terminará convertido en el villano más potente -hasta la fecha- de Agents of SHIELD: Hive. En ese punto Maurissa Tancharoen, Jed Whedon, Jeffrey Bell (showrunners de la serie), y demás implicados, saben entender el potencial del asunto: Hive, como primer inhumano, y con unos prácticos poderes de convicción a la causa, pretende inhumanizar todo el planeta, empezando con la conversión de una Daisy cuya condición, y conversión, será el gran conflicto final de temporada.