Si en sólo tres años eres capaz de pasar de Chicas malas a Sé quién me mató, o eres la actriz más grande y con menos vergüenza de la historia, o eres Lindsay Lohan.
Hay que reconocerle que con Sé Quién Me Mató estaba tratando de redimirse. Redimirse como actriz, porque seguía siendo estrella. Y eso tras destruir su imagen pública con todo tipo de escándalos y su imagen real por culpa de unos cirujanos que debían de estar más colocados que ella. Y aun así seguía siendo noticia. Y eso solo lo consigue la actriz más grande y con menos vergüenza de la historia.
Lindsey quería volver a ser actriz. Y lo hizo no con uno, sino con dos personajes distintos. Claro uno de ellos era una striper desestructurada. Va a ser verdad eso de que la cabra tira al monte… Sea como fuera, Lindsey quería resucitar con otra película de gemelas, tal y como el mundo la había visto triunfar en Tú a Boston y Yo a California. Renacería como actriz con la versión oscura y adulta del clásico Disney. Adiós a la inocencia. Bienvenida la madurez y complejidad.
Y todavía se preguntará qué pudo fallar.
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Pero como no hay película que no tenga nada bueno, Sé quien me mató no va a ser menos:
Cinco razones por las que la película aún puede salvarse.
1: Hombre, como comedia involuntaria funciona.
Es otra película de borrachera. Si te lo quieres pasar bien con los colegas en casa y con unas cuantas birras, lo mismo es hasta buen plan. Y, por cierto, si realmente estás un sábado por la noche borracho y viendo esta película, pregúntate qué ha fallado en tu vida y cómo has llegado a esa situación.
2: Nadie puede culpar a Lohan de no haberlo intentado.
Cuando todo estaba perdido, cuando sólo el Cuore, Cazamariposas e Intouch se interesaban por ella… siguió queriendo ser actriz (¿Siguen existiendo Cuore y compañía?). Entre toma y toma, ensayaba su discurso para el Óscar que ganaría por esta película. Porque claro, la Academia era imposible que se resistiera a la resurrección de la niña bonita de Hollywood.
Ganó el Razzie.
Sea como sea una cosa estaba clara: Amaba su profesión y yo no puedo criticar a nadie que ame el cine. Y pensar que si no lo hubiera mandado todo por la borda, si no se le hubiera ido la cabeza (y la cara), ese Óscar lo podría haber ganado diez años después. No es nada descabellado. Decidme que de no haberse truncado su carrera no tenía todas las papeletas para hacerse con el papel protagonista de La La Land. Además, sabía cantar y tenía varios discos en el mercado de cierto éxito en EEUU. Menos mal que la señorita Stone tiene la mente mejor amueblada.
3: No destruyó su carrera.
No será tan mala cuando a continuación consiguió el papel de sus sueños: Interpretar a Elizabeth Taylor en Liz & Dick. Y estamos hablando de palabras mayores. Liz Taylor. Hay que ser muy estrella para encarnar a la más grande. Claro que eso sí… eso sí ya fue lo que destruyó su carrera (aunque estaba increíblemente guapa).
4: El argumento tampoco era malo:
Otro director, otro guionista… otra actriz, pero la historia prometía. Una víctima de un asesino en serie que vuelve a la vida con amnesia, pero en verdad es su hermana gemela. Vale que así dicho no parece gran cosa, pero en su día el argumento fue lo único que no fallaba de la película. O no, ya no lo tengo tan claro.
5: El título:
Sé quién me mató es uno de los títulos más ridículos y al mismo tiempo más efectivos que se recuerda. Es como los nombres de las películas porno, que provocan esa mezcla entre simpatía y vergüenza ajena pero que nunca se te olvidan. Seguramente lo eligiera la misma persona que creó genialidades como Fue a pedir trabajo y le comieron lo de abajo, Rabocop y Chupando cámara.
No, ninguna película puede ser mala con ese título.