The Young Pope, la serie de Sorrentino pierde fuelle por momentos, a pesar de que el director se esfuerza creo que se equivoca al meter tantas historias en un mismo episodio, sin terminar de rematar bien ninguna de ellas.
The Young Pope sigue en un quinto episodio de transición, una llegada a la primera mitad de una temporada que ha dejado muy buenos momento. Pero me esperaba más sorpresas, aunque confío en que Sorrentino nos depare más momentos inolvidables de la mano de su protagonista, un Jude Law al que injustamente han olvidado en los Globos de Oro. La originalidad parece que no gusta tanto y prefieren dragones alados a historias realmente interesantes.
El Papa aún siente un fuerte dolor por el abandono de sus padres cuando era niño.
Volviendo a la serie, empezamos a vislumbrar, más fuerte si cabe, el dolor que aún sigue teniendo por el abandono de sus padres. Por fin vemos un poco más al amigo de la infancia de Lenny, un padre Andrew con unas perspectivas muy distintas que las del joven Papa. Vemos un flashback en el que Lenny y Andrew, siendo niños, escapan del convento donde los crío la hermana Marie con la intención de buscar a sus padres. Una escapada que volverán a protagonizar en este episodio, donde la sensualidad vuelve a asomarse.



En este episodio no podía faltar Esther y sus intentos por seducir al Papa. La bella joven tienta al Papa en una trampa ideada por Voiello. Ella se desabrocha la camiseta y coge la mano de Lenny. En ese momento, mientras ella le pasa las manos por sus senos, Lenny vuelve a ser el místico Papa Pío. Todo ellos sin olvidar que Voiello cuenta con un intérprete que lee los labios y un fotógrafo que capta el momento, el escándalo está servido. Pero las palabras de Lenny a Esther hacen ver, tanto a ella como a Voiello, que es un hombre con un misticismo intachable. Voiello decide entonces rendirse ante el que considera un santo, un hombre capaz de vencer cualquier tentación.
Para Pío XIII la Iglesia tiene que ser un amante misterioso y esquivo, a la que hay que adorar y amar por encima de todas las cosas.
Y por fin el gran momento que tanto había pospuesto Pío XIII, la presentación ante los cardenales. Como si de una estrella de rock se tratara, Pío XIII se prepara para la presentación. Todo elegido con sumo detalle, quizás haciendo presagiar un gran momento en la serie. La entrada es espectacular, como un auténtico rey. Pero el discurso suena repetido, quizás porque sea sobre las intenciones del nuevo Papa. La Iglesia tiene que ser un amante misterioso y esquivo a la que hay que adorar por encima de todo, aunque para ello se creen fanáticos. Porque para Pío XIII el fanatismo es amor incondicional. Por cierto, en esta escena se produce uno de los momentos más inquietantes del capítulo, donde aparece una misteriosa puertecita creada por el propio Papa. Desconcertante.
Ya para acabar, se hace notar la unión de la Iglesia, saliendo en busca de un charlatan que decía haber visto a la Virgen María. Voiello, quien beso de forma un tanto forzada el pie del Papa, va con él en esta especie de misión para acallar a este mesías que hablaba con las cabras. Lo dicho, espero Venecia con ansías.