The young Pope: Un oscuro discurso (1×02)

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The young Pope sigue manteniendo el interés en este segundo episodio. En esta ocasión se hace patente las diferencias entre Pío XIII y el cardenal Voiello.

En este episodio siguen deslumbrando la ampulosidad y ese aire casi místico con el que parece va a contar la serie. Aunque el inicio no es tan brillante como en el primer episodio. En esta ocasión aparecen pequeños fragmentos de lo que fue la infancia del nuevo Papa.

La serie nos sigue deslumbrando con su ampulosidad y ese aire casi místico con la que está impregnada.

Una vez hechas las presentaciones (los títulos de crédito), el joven Papa tiene que empezar a tratar sus asuntos. Uno de ellos es la esperada homilía en la Plaza de San Pedro, presentándose al mundo como nuevo Papa. Pero antes tiene que tratar los temas de marketing de sus productos. La publicista del Vaticano se llama Sofía y está interpretada por Cécile de France. Ella tiene unas ideas para promocionar la imagen del Papa, pero este no parece muy de acuerdo con mostrar su rostro. De nuevo estamos ante un más que posible enfrentamiento, pero Sofía queda como hechizada por el líder de la Iglesia Católica. Ese talante altivo del nuevo Papa lo hace un personaje realmente atractivo al público. El nuevo Papa quiere ser a la Iglesia lo que Daft Punk es a la música, o Bansky al arte callejero. Alguién omnipresente pero del que nadie sepa su rostro.

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Cécile de France es Sofía, la encargada de publicidad y Marketing del Vaticano

También se va asistiendo al distanciamiento con el cardenal Voiello, que no encuentra la forma de dirigir al nuevo Papa ni de terminar con sus ideas poco ortodoxas. El acercamiento que intentaba hacer la iglesia con el pueblo parece difícil, debido al carácter intransigente del nuevo líder.

Y nuevas confesiones en las azoteas del Vaticano, donde según el nuevo Papa esta la casa de Dios. Si ya en el primer capítulo mata a su mayordomo Domen, interpretado por Daniel Vivian, diciendo que no creía en Dios, esta vez es Domen el que perturba al Papa. Según el Vaticano, Marie es la que mueve los hilos, lo que hace que Pío XIII se distancie de ella.

El capítulo va discurriendo despacio. Sin prisa pero sin pausa.

El capítulo va discurriendo despacio, sin prisa pero sin pausa. Encuentros con personajes del pasado, sobre todo el que tiene con el que fuera su mentor, aquél que debería haber sido el nuevo Papa. El cardenal Michael Spencer, al que da vida James Cromwell, se distancia de Pío XIII, dolido porque ve que un »niñato» le ha quitado el puesto para el que llevaba toda una vida preparado.

Quizás uno de los momentos más extravagantes de este episodio, muy bien realizado por cierto, es cuando el joven Papa »abre» su regalo recién llegado desde las autoridades australianas. La escena es tan surrealista como bella, el Papa es casi divino a los ojos del espectador.

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El mayordomo del Papa y confesor del Vaticano será sus ojos y oídos

Y ya para terminar el discurso. Sin la ayuda del cardenal Spencer, Pío XIII no tiene más remedio que leer el que le ha preparado Voiello. Pero no. En lugar del discurso lleva otra cosa que no tiene nada que ver. Con una Plaza de San Pedro llena de gente, prensa de todos los países y los balcones laterales con todos los cardenales vestidos para la ocasión. Ampulosa y exagerada puesta en escena la del balcón papal. Y entonces sale él. Se me olvidaba comentar que es de noche y se supone que el balcón papal estará alumbrado para ver el rostro de el nuevo Papa. Pues no. Y el discurso deja muy claro el distanciamiento que puede provocar Pío XIII de la gente. El oscurantismo que representa esta imagen es enorme y todo el mundo se pregunta quién se esconde tras esa oscuridad.

El capítulo acaba con el cardenal Voiello dejando claro que tendrá que hacer lo que sea para salvar a la Iglesia a la que ha dado su vida, dando a entender que puede llegar a matar para conseguirlo.