Hace escasos días saltó la noticia. David Lynch, uno de los más grandes autores de la historia del cine, va a rodar Wisteria (título provisional) una miniserie para Netflix; la escribirá y dirigirá. Será filmada durante la próxima primavera en Los Ángeles, lugar fetiche para el autor de Missoula. No vamos a caer en preguntarnos qué debemos esperar, pero es inevitable preguntarse qué NO debemos esperar.
Resulta redundante, incluso inútil, introducir a David Lynch. El creador de obras indiscutiblemente cruciales en la historia del arte como Twin Peaks, Blue Velvet o Eraserhead es una de esas raras avis en la industria que hace lo que quiere. Sus películas son una oda a la libertad creativa. Tal vez estemos hablando de uno de los directores que más se han desnudado a través de sus películas, hasta tal punto que conocemos miedos que igual no es consciente de ellos.
Sus pesadillescas obras nos muestran a un hombre libre que vaga un mundo que a sus ojos de niño bueno es sombrío, peligroso y sádico. Película tras película hemos ido accediendo a un mundo único e intransferible que ha ido degenerando con el paso de los años; tan solo hay que «ver» Inland Empire, su última película, para comprender su degeneración artística. Como no podía ser de otra manera, he caído en la trampa de volver a introducir su persona. Es inevitable. Una figura tan única y carismática es carne de cañón para la verborrea incesante de alguien que escribe sobre él.
Después del estreno de la inclasificable tercera temporada de Twin Peaks (must de cualquier amante del arte), parecía que el retiro de Lynch era una realidad. Recordemos que entre Inland Empire y Twin Peaks transcurrieron once largos años en los que Lynch se había convertido en un loco de 71 años dispuesto a volver a reventar la televisión. Estrenó aquella obra maestra en Showtime Networks y volvió a trollear (en el sentido literal de la palabra y no es la basura en la que se ha convertido) a toda la audiencia. Misión cumplida. Cualquier esperanza de volver a ver a Lynch detrás de las cámaras parecía una utopía… hasta hace unos días.
Wisteria (o así se llama de momento) es el próximo proyecto de David Lynch. Se trata de una miniserie producida y distribuida por Netflix cuyo argumento es completamente desconocido hoy en día. Tan solo se sabe que se rodará en primavera de 2021 en Los Angeles (localización fetiche del director). La información no puede ser más básica y las teorías, más abundantes.
Que el artista de Missoula haya querido volver a sumergirse en un rodaje solo puede ser considerada una de las noticias del año. En unos meses en los que las noticias buenas se cuentan con los dedos de una mano, que Lynch vuelva debe ser motivo de celebración. Tan solo espero que siga siendo Lynch y nos regale una parte más de sí mismo.
¿Qué nos esperamos de Wisteria? La filmografía de Lynch demuestra la inutilidad de esta pregunta. Cualquiera que la haya seguido con atención ha podido discernir un cambio abrupto desde inicios de los 90s hasta la actualidad. Si antes de Twin Peaks sus obras eran medianamente convencionales (Blue Velvet, The Elephant Man y Dune son películas «normales»), a partir de su obra maestra su cine viró hacia un terreno del que ya no pudo salir. Twin Peaks: Fire Walk With Me, Lost Highway, Mulholland Drive e Inland Empire son una completa locura. Luego, como he comentado antes, volvió a destrozar la televisión con la tercera temporada de Twin Peaks, una miniserie en sí misma cuya apariencia convencional escondía algunos de los episodios más rompedores de la historia de la televisión.
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¿Qué NO nos esperamos de Wisteria? Nada normal. El camino que ha recorrido Lynch le ha llevado a un punto en el que probablemente ni siquiera él sabe dónde se encuentra. Podremos teorizar si es una idea completamente nueva o la continuación de alguna obra suya (como sea la 4ª temporada de Twin Peaks se cae el mundo), pero de ahí es inútil pasar. Esa incertidumbre solo añade misticismo al director más místico de la historia. Un genio único e irrepetible.