Grandes trabajos ignorados en los Oscar: Maquillaje y peluquería (I)

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Maquillaje y peluquería. La única categoría que le ha faltado a Guillermo del Toro para igualar el récord de nominaciones de Titanic, Eva al desnudo y La la land. La única que traicionó a James Cameron para hacer historia con Titanic y superar la marca de premios de Ben Hur. Justicia poética. Así, el gremio se vengó de haber sido ninguneado hasta 1982. Ese fue el año en el que se inauguró el premio. Hasta entonces, se otorgaba como premio especial (y aún así solo se otorgó en dos ocasiones en toda la historia de los Oscar)

Maquillajes míticos han sido muchos a lo largo del cine. Tanto, que éste va a ser el artículo más largo de esta sección. Porque se lo merecen. Porque pocos profesionales han sido capaces de concebir tal número de iconos como ellos. Porque si alguien ha creado imágenes que forman parte de la cultura occidental, son ellos. Y porque no queremos que también se venguen de nosotros el día de mañana.

La venganza de Fu Manchú (George Partlenton)

Empezamos con el villano chino, por ser símbolo de algo que jamás volveremos a ver en el cine. Y cuando digo jamás no exagero nada de nada. Para empezar, la transformación racial hoy es herejía. No porque tenga una base de construcción sociocultural en vez de biológica. El cine es cine, no es ciencia. Superman viene de Kripton, ha atravesado medio universo y encima vuela. Tarzán va perfectamente afeitado y depilado pese a no saber qué es ninguna de las dos cosas. Hasta Sally Hawkings practica la fecundación externa por acostarse con un anfibio. No va la cosa por ahí. A nosotros nos choca porque en España no existe las tensiones raciales estadounidenses, país en el que la segregación fue legal hasta los años sesenta. Que (alguien que hemos decidido que sea) un blanco se disfrace de (alguien que hemos decidido que sea) un negro no lo vamos a volver a ver. Y encima después de las presiones y movilizaciones para potenciar su visibilidad en el cine. No, va a ser que no. Pero hay algo más importante aún. En Estados Unidos no hay carnavales ni a Baltasar lo interpreta un concejal de juventud nacido en Palencia (que ya se que un ayuntamiento palentino, por haber puede haber masáis, pero ya me habéis entendido)

Pues si esto no os parece poco, os voy a dar la clave definitiva para asegurar que jamás volveremos a ver a Fu Manchú. En China está prohibido cualquier película extranjera que trate a un chino de manera despectiva. Y la motivación de este villano es destruir la cultura occidental. Lo mismo desde Pekín no ven eso como algo censurable, no lo se. Pero por si acaso, ningún estudio va a atreverse a que le veten el estreno en el gigante asiático, y la sombra chinesca sobre el cine va para largo. Voy avisando.

Y pensar que Alex de la Iglesia estuvo a punto de rodar la última película del genio mandarín protagonizada por Robert De Niro y Antonio Banderas como Sir Denis Nayland Smith. Qué lástima.

Sé que la primera película de Fu Manchú la protagonizó Boris Karloff nada menos que en 1932, pero la imagen que todos tenemos en la cabeza pertenece al grandísimo Christopher Lee. No te apenes, Boris… tú vas a continuación.

Frankenstein (Jack Pierce)

De lo que Mary Shelley escribió a lo que puso en imágenes James Whale va un abismo. Al igual que sucede con Drácula, la Universal no utilizó el material literario original sino la adaptación teatral. Y en este caso no se parecen en casi nada. No es la mejor película de su director, de hecho, está a años luz de su segunda parte, que sí es una obra maestra. Por no ser, no es ni una buena película y a nivel narrativo hace aguas por todas parte. ¿Qué tiene entonces el clásico de la Universal para haberse convertido en eso, en un clásico? Pues no es mérito de Whale sino de Jack Pierce, al haber creado a uno de los personajes más icónicos, representativos y reconocibles de todo el séptimo arte. Tal y como se describe en la película, el monstruo es un mosaico de cadáveres ensamblados. Nada de eso es el resultado que vemos, pero visualmente es tan impresionante que la suspensión de credibilidad funciona. Nuestro cerebro se queda tan ensimismado con la propuesta visual que no tiene tiempo de pensar que eso no es lo que nos estaban vendiendo. Más tarde reconoció que sólo había hecho el cráneo plano porque así era más fácil de almacenar y no tenía que hacer uno nuevo cada día. Pero así son los genios. Crean obras maestras hasta cuando se están escaqueando. Jack Pierce no solo realizó este diseño, La novia de Frankenstein es también mérito suyo. Y casi, casi, el Joker también. Para su creación se basaron en el trabajo de Pierce para El hombre que ríe. Porque así son los genios. Hacen obras maestras hasta de trabajos ajenos.

La guerra de las galaxias: Una nueva esperanza (Stuart Freeborn)

Nada, absolutamente nada, podemos añadir a lo que se ha dicho y redicho de esta saga. Porque en ella todo, absolutamente todo, se ha convertido en un icono. Ninguna otra película en toda la historia ha sido capaz de crear tantos símbolos en la cultura occidental, y si me apuras, ninguna otra obra de arte. Ni El Quijote, ni Las Meninas, ni La Odisea. Ninguna otra. No solo es lo que se ve, sino también los elementos constructivos: desde el guión y sus míticas frases («Que la fuerza te acompañe», «Hazlo o no lo hagas pero no lo intentes») hasta su osadísimo montaje a base de cortinillas. Pero es a nivel visual donde todos y cada uno de sus diseños se han convertido en ADN cultural. El vestuario, sus extraterrestres (¿no lo son hasta los humanos?), las naves, las espadas láser… todo. ¡Si hasta la tipografía y sus textos en escorzo deberían estar en el Museo del Prado!

La película consiguió diez nominaciones al Oscar de los que ganó cinco. A eso hay que sumarle un premio especial a los efectos sonoros. Teniendo en cuenta que maquillaje no era aun una categoría competitiva, está claro que la Academia ya dio por satisfecho a George Lucas. Incluso, Star Wars fue la primera película de ciencia ficción nominada al premio gordo. No, no iban a darle dos Oscar especiales a Star Wars, pero su obra merecía que incluso hubieran creado apartados específicos para ella, esa era Star Wars: Mejor marketing, mejor merchandising, mejor movimiento fan o mejor película que ha cambiado el rumbo del cine.

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El hombre elefante (Christopher Tucker)

Y precisamente fue en La guerra  de las Galaxias donde comenzó su andadura  Christopher Tucker. Su trabajo se «limitó» a ser maquillador de refuerzo para la escena de la cantina y ni siquiera fue acreditado. Cuatro años después estaba haciendo historia en una película en la que por poco no trabaja. Ni el ni nadie. David Lynch pretendía hacer todo el trabajo de maquillaje el mismo. Debió ser el único que no había visto que la imagen de sí mismo excedía a la realidad, por lo que pronto llamaron a un profesional con experiencia en prótesis. Ocho horas diarias de maquillaje fueron necesarias para transformar a John Hurt en el malogrado Joseph Merrick. Al menos lo hicieron de tal manera que le dejaban fumar. Tucker estaba en todo.

Su proeza consiste en hacer de un ser humano un monstruo. Todo eso sin apartarse de la verdad histórica y de la apariencia real del personaje. Los estragos del síndrome de Proteus en John Merrick le hicieron parecer un fenómeno de feria. A todos excepto al espectador. El mérito reside en la sensibilidad de Lynch y en la humanidad que la mirada de Anthony Hopkins posa sobre él. Eso no lo niega nadie, como tampoco que la caracterización del personaje emana lo que parecía imposible: dignidad. Ninguna de las ocho nominaciones con las que partió la película consiguió materializarse. Ni siquiera el Oscar a Tucker, al que se daba por hecho que se premiaría con una mención especial. El ninguneo a su trabajo provocó tal malestar en el mundillo que precipitó la instauración de maquillaje como categoría competitiva fija.

Tucker nunca logró el galardón, pero de no ser por su trabajo ninguno de sus compañeros de oficio podrían aspirar a él. Gracias a él, todos los demás han triunfado donde él no pudo. Les abrió el camino, pese a que él no lo consiguiera. Puede estar satisfecho de ello. O lo mismo le llevan los demonios, que también puede ser.

Desafío total (Craig Berkeley)

Imagina que Nolan hiciera una película tan impresionante que todo el mundo la votara en los Oscars. Y cuando digo eso, me refiero a todo el mundo. Absolutamente todos, que nadie votara a otra película y le dieran a él directamente el premio. O que Bryan Cranston hiciera la actuación de su vida y en vez de haber cinco nominaciones a actor… solo estuviera la suya. ¿Te parece que eso es imposible? Pues en 1991 ocurrió con Desafío total. Ninguna otra película fue nominada a efectos especiales. De toda la cosecha cinematográfica del año, nadie fue capaz de competir con el espectáculo de Verhoeven.

Que el apartado de efectos visuales fue impresionante no lo puede negar nadie, no. El lado negativo es que eso hizo que el resto de departamentos se vieran ensombrecidos, sobre todo el departamento de maquillaje. En estos artículos estamos destacando iconos de la historia del cine. Es imposible olvidar a Kuato, el líder de la resistencia mutante en Marte. ¿Cómo? ¿Que sí que lo has olvidado? A ver. ¿Te acuerdas del chico que se descamisa y tiene en el pecho a un mini Jordi Pujol (valga la redundancia)? Seguro que sí. Pero por si acaso esta es la prueba definitiva: la chica de tres pechos. ¿A que ahora sí? Hace casi treinta años de su aparición y es una imagen tan famosa como el final de Casablanca. Si eso no se merece un Oscar, un Nobel o el oro en los Juegos Olímpicos, es que yo ya no sé nada de cine.

Para terminar, aviso de que ahora te voy a reventar la película. Si no quieres no poder verla igual nunca más, deja de leer ahora y te esperamos en la segunda parte de nuestro especial sobre de maquillaje. ¿Seguro que no? ¿Quieres seguir? Está bien, que conste que te había avisado. Bien, allá vamos. Todas las localizaciones de Desafío total se rodaron en México DF. Los extras eran todos de la misma ciudad. Fíjate bien. Todos los extras. ¿A que ya no podrás ver la película igual nunca más?