Estrenada en su momento como uno de los grandes títulos de género de los años 80, Scanners se ha convertido con los años en un referente absoluto de la filmografía de David Cronenberg, director de grandes cintas como The Fly o Crash.
No es atípico escuchar que el cine es el reflejo de la sociedad. Películas como Invasion of the Body Snatchers, alegoría de la paranoia norteamericana causada por el comunismo, son claro ejemplo de ello. El séptimo arte es capaz de captar los miedos y obsesiones de la población. Esto desemboca en verdaderas joyas que con el tiempo pasan a ser una clase de historia camuflada con tramas inverosímiles.
Scanners nos muestra un mundo donde 237 personas poseen poderes telequinéticos derivados de un fármaco que consumían las embarazadas para suavizar el estrés al cual se veían sometidas. Los efectos secundarios que contenía este fármaco, denominado ephemerol, hicieron que una compañía dedicada al armamento llamada ConSec viera un potencial arma en estos superhombres. Este contexto, que bien podría ser el de una película de X-Men, desemboca en un conflicto entre los superhombres, quienes también se enfrentan entre ellos, y los humanos sin poderes.
La trama es algo difusa en Scanners. A pesar de que en todo momento el espectador presencia las diversas perspectivas que ofrece el film, la complejidad de la historia y la ambigüedad de los personajes no terminan de conducir por un camino claro. Creemos en todo momento que estamos en el bando correcto de la historia, pero los diversos giros argumentales nos confunden y provocan que en todo momento nos planteemos la veracidad de todo lo que estamos viendo.
Scanners puede verse como si de una distopía sobrenatural se tratase. Los géneros se entremezclan con suma naturalidad y condicionan un universo único y reconocible dentro de la filmografía de Cronenberg. El gore extremo (esa mítica escena que incluso los que no conocen la obra reconocen) y ese mix entre ciencia ficción, fantasía y terror convierten a Scanners una pesadilla que, como punto de partida, podía parecer un sueño. ¿Por qué un sueño? Aquí viene la alegoría.
Las alegorías son el vehículo favorito del cine a la hora de conducir hacia ese terreno fangoso que es plasmar la realidad. La alegoría que reside en Scanners es sútil e incluso puede discutirse, pero las similitudes con la realidad hacen imposible que no caigamos en la hipótesis. La historia que narra la obra de Cronenberg empieza en 1947 y retrata una nueva tendencia traducida en la aparición de superhombres que prometen traer un salto evolutivo en la naturaleza humana. El punto de partida de esta nueva generación es como un plácido sueño para algunos personajes como el doctor Paul Ruth, creador del fármaco que los originó, pero también crea divergencia entre los conocedores de este hecho, quienes los ven como una amenaza.
Finalmente se opta por no utilizar este fármaco para crear más superhombres. El doctor Ruth pasa a trabajar para ConSec, la empresa que aspira a usar a esta nueva generación como un ejército. El doctor tiene controlador a los 237 telépatas, pero uno de ellos toma consciencia de su extraordinario poder y organiza su propio ejército. Este líder, llamado Darryl Revok, elimina a los telépatas que no quieren forman parte de su ejército y adoctrina a los que se muestran predispuestos a unírsele.
Creo que explicando estos puntos de la trama, los cuales no son más que el punto de partida del relato, puedo exponer la alegoría:
Scanners es una metáfora de la guerra fría y de la divergencia que causó el comunismo durante todo aquel conflicto, tanto en suelo norteamericano como en la URSS. Los telépatas representan al comunismo, una utopía que no tarda en tornarse en distopía por los deseos más egocéntricos y malvados del ser humano. Los humanos, por su parte, representan al capitalismo.
Los telépatas, a pesar de formar parte de un grupo homogéneo (el proletariado), no tardan en enfrentarse entre ellos. Los humanos presencian esta nueva generación (amenaza ideológica) con temor y, a su vez, ínfulas mesiánicas; se creen con el poder de controlar a la amenaza. Ambos bandos son ambiguos, incompatibles y peligrosos para la raza humana. Con el tiempo parece que los telépatas, liderados por Revok, van a vencer a los humanos, pero estos contraatacan con otro telépata. Esta divergencia en el propio movimiento telépata evoca a las luchas de poder que había en la unión soviética. Por otro lado, la figura del infiltrado evoca a la del espía desertor.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE EL SNYDER CUT
Es especialmente relevante que tanto la Guerra fría como la historia que narra Scanners empezaran en el mismo año. La cinta de Cronenberg se estrenó en 1981, ocho años antes del final del conflicto, por lo que el final imagina una conclusión hipotética. Aviso de que lo siguiente es un SPOILER del final de Scanners:
El infiltrado se enfrenta a Revok, pero este intenta disuadirlo explicándole la verdad: ambos son hermanos e hijos del doctor Ruth. Esta revelación cuestiona los ideales que el infiltrado ha seguido durante toda la película, pero eso no lo disuade de enfrentarse a Revok. Tras una violenta lucha telepática, el infiltrado pasa a controlar el cuerpo de Revok, mientras que este ha ocupado el cuerpo del otro, totalmente calcinado a causa de la lucha. El final de la película nos muestra al infiltrado exclamando victoria mientras se encuentra en el cuerpo del villano.
Este final podría interpretarse como que el capitalismo ha vencido al alimentar el confrontamiento entre las dos corrientes antagónicas del comunismo. El infiltrado acaba venciendo a su oponente, suponiendo la victoria del capitalismo y la derrota del ala más supremacista del comunismo. Eso sí, la ambigüedad latente en todo el film no permite afirmar con rotundidad. Podríamos interpretar esta nueva fusión (alma capitalista con cuerpo comunista) como el siguiente paso de los telépatas. Su evolución hacia un estado mucho más poderoso que oprima a los humanos puede acabar llegando.
VER SCANNERS EN FILMIN
Sea como sea, Scanners es una obra de culto imprescindible. Consigue plasmar perfectamente el estado de temor latente en la sociedad norteamericana durante la Guerra fría. Cronenberg iba consolidando su posición de maestro del género con cada película que estrenaba. Esta cinta lo colocó es un pedestal del que no se bajaría gracias al tiempo y a la inmortalidad de su obra.