Actualmente, el término película de culto es usado a diestro y siniestro, llegando incluso a la violación del término en sí mismo. Por ello, pasaremos a desengranar todo aquello que puede involucrar a esta denominación.
Según la RAE, la palabra culto se define como la admiración afectuosa de que son objeto algunas cosas. Esto aplicado al cine puede tener una ambigüedad muy extensa, por lo que definir el rango de la terminología película de culto, puede ser algo complicado. Lo que sí está claro es que, el significado de culto engloba a un conjunto de personas que profesan una admiración hacía una determinada película, pudiendo derivar en el posicionamiento de dicha película como un Must See, véase Ciudad de Dios de Fernando Meirelles.
Ahora bien, dada la subjetividad de la locución, las películas que englobarían este selecto club, aunque cada vez más grande, dependen en mayor medida de su público, pero también de otros factores. Como la necesidad de alejarse de lo denominado políticamente correcto, así como de lo mainstream. Por ello, las películas de culto se suelen relacionar con géneros de cine atípicos, como la serie B, el cine de explotación, el cine independiente, el cine camp o el cine experimental, donde los elementos narrativos, técnicos, de producción y/o comerciales que rodean la película afecten al público como no lo harían aquellos filmes que están destinados a unos espectadores más conservadores, seguidor de convencionalismos y de lo establecido. De igual forma, elementos externos a la construcción y divulgación de la película, pueden afectar a dicho filme para convertirse en culto. Un claro ejemplo de ello sería la película El Cuervo de Alex Proyas, en la que el hijo de Bruce Lee, Brandon Lee, murió accidentalmente durante su rodaje a causa de un arma de fuego.
Entonces, ¿con qué características específicas ha de contar una película para ser considerada de culto? Para simplificarlo, lo dividiremos en dos:
El interior de la película: Antes de nada, aclarar el concepto que utilizamos. Nos referimos al interior de la película, a aquello que engloba todos elementos que dan forma a una película, guión, montaje, fotografía, distribución, actores… Dentro de esta característica, se incluirían aquellas películas transgresoras cuya diferencia con respecto a los filmes convencionales, radica en distintos aspectos que intentaremos nombrar a continuación. Aquel generado por el uso de estilos propios no ensayados con anterioridad, ya fuese por falta de atrevimiento o ocurrencia, capaz de atraer a un público ávido de innovación y de probar cosas nunca antes vistas. Dentro de esto, encontramos películas como El Topo de Alejandro Jodorowsky o El ángel exterminador de Luis Buñuel, capaces de contar historias de la forma más inverosímil posible. También hay directores que se deben a su estilo característico, del cual son seguidores la cantidad necesaria de personas como para convertir sus películas en culto. En este grupo entraría por ejemplo David Lynch con Cabeza borradora (Eraserhead) o Mulholland Drive entre otras.
La trama también puede influenciar a la hora de discernir entre culto y no culto. La creación de un tema con el que puedan sentirse identificadas un grupo reducido de personas, o el mero hecho de levantar un interés creciente, rozando incluso la adoración por elementos extraordinarios dentro de la trama, ocasiona la inclusión de películas como son Trainspotting de Danny Boyle o Los amos de la noche (The Warriors) dentro de las películas de culto. Otro aspecto a considerar dentro de esta caracterización, es la creación de polémica generada por argumentos o escenas cargadas de violencia explícita, sangre, elementos inmorales o filosóficos, que pueden repercutir en el espectador causando desagrado e incomodidad, como sería el caso de Posesión infernal (Evil Dead) de Sam Raimi o Ichi The Killer de Takashi Miike.
Tampoco hemos de olvidarnos de las carencias o excesos dentro de la película, factor que puede influenciar a un tipo determinado de público que busque lucrarse intelectualmente o solamente busque regocijo. Como ejemplo, usaremos el diálogo en dos películas consideradas de culto, Koyaanisqatsi de Godfrey Reggio, la cual ofrece una serie de secuencias e imágenes carentes de diálogo y con una música minimalista, frente a The Man from Earth de Richard Schenkman, que se basa enteramente en el diálogo entre sus personajes. No se puede seguir con este tema, sin nombrar a Ed Wood y su mítica Plan 9 del espacio exterior, donde la carencia de calidad la ha llevado a formar parte de este selecto club, siendo catalogada como la peor película de la historia, la cual puede tomarse con humor pese a haber sido dirigida con seriedad.
Otro punto a tener en cuenta para considerar una película de culto es la mezcla entre el tema tratado por dicha película y la situación social, política, económica… del momento. Este punto mezclaría las dos características generales de las que vamos a hablar en este artículo. En este grupo se podrían reunir aquellos filmes que tengan la reputación de ser adelantados a su época. La mayoría de estas películas no suelen tener la apreciación merecida en el momento del estreno, pero es con el pasar de los años cuando realmente se revalorizan y se saben apreciar realmente. Dentro de esta agrupación incorporaríamos películas como Metrópolis de Fritz Lang, Blade Runner de Ridley Scott o 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick.
El exterior de la película: Al hablar del exterior de la película, nos referimos a los elementos ajenos a la película, como sería el éxito en taquilla, las películas vedadas, la situación social de la época, los accidentes dentro de la película… Varios son los componentes que pueden volver a una película de culto, mientras involucren al espectador o despierten su interés. Incluso el mero hecho de ser exhibida en un festival de cine provocando en su público sentimientos contrarios, como fuese el abandono masivo de la sala, mareos generalizados o la generación de náuseas a varios espectadores, puede ser sinónimo de futura película de culto, como es probable que pase con Crudo de Julia Ducournau o Swiss Army Man de Dan Kwan y Daniel Scheinert, por poner algunos ejemplos actuales.
Las maldiciones y accidentes, como el nombrado anteriormente en el inicio del texto, también pueden crear un gran revuelo alrededor de una película, generando morbo en sus espectadores, que son capaces de convertirlas en extrañas piezas del cine de culto atrayendo a gente sedienta de morbidez. Aquí se incluirían películas como El exorcista de William Friedkin, en cuyo rodaje ocurrieron contratiempos inexplicables, incluyendo la muerte de algunos miembros del rodaje, y también Poltergeist de Tobe Hooper, donde la maldición se extendió a lo largo de sus tres películas iniciales y la cual también esta rodeada de muertes.
Otra de las característica con la que se puede calificar una película de culto es por el hecho de haber sido prohibida o censuradas fuera del país de origen o incluso dentro del mismo. El morbo despertado por esta prohibición y censura produce una curiosidad creciente en determinados espectadores acostumbrados a este tipo de cine. El ejemplo más claro son los vídeos nasty, que hacen referencia a las películas cuya distribución en videocinta o videocasete fue prohibida por las autoridades censoras del Reino Unido, ejemplos como I Spit on Your Grave de Meir Zarchi o Holocausto Caníbal de Ruggero Deodato. Dentro de esta categoría también se podrían incluir aquellas más conocidas, que por diversos motivos han sido censuradas o prohibidas en otros países como Perros de paja de Sam Peckinpah o La naranja mecánica de Stanley Kubrick.
La taquilla y la distribución también puede influir notablemente a la hora de discernir entre película de culto y no. Normalmente, es más sencillo convertirse en película de culto si se ha generado menos taquilla y no se ha convertido en un boom social, pero como en todo, hay excepciones. Ahora bien, fallos en las distribuciones y controversias generadas por el estreno de determinados filmes, ocasionan o ayudan a crear películas de culto. Anécdotas como la exposición de La matanza de Texas de Tobe Hooper en sesión matinal para niños, o como el destrozo causado por la extrema derecha en la sala y el cine donde se exhibió La edad de oro de Luis Buñuel.
El cruce de fronteras también puede significar una atracción hacía lo desconocido, convirtiendo películas corrientes en su país de origen a hitos en el cine de culto. Algo inherente en la cultura originaria de la película y algo exótico fuera de ella. El más claro ejemplo es el exotismo despertado por la cultura japonesa, pionera en la animación y singular en sus costumbres. Ejemplos del exotismo japones lo encontramos en Los siete samuráis de Akira Kurosawa o en la película de animación de Akira de Katsuhiro Ôtomo. Pero no solo lo encontramos en Japón, sino que se expande por el resto del globo, como sería la trilogía de Apu del hindú Satyajit Ray o Underground de Emir Kusturica.
En definitiva, el término película de culto tiene una amplitud exacerbada, y es muy difícil categorizar y enumerar todas las características que pueden convertir una película normal en una de culto. No hay reglas definidas a la hora de clasificar una película como tal, todo queda en manos de los consumidores de cine y de sus gustos e inquietudes, por lo que hasta la película más inesperada, puede convertirse en culto.
Esperamos que el artículo haya servido para introduciros en este mundillo tan amplio y extravagante, y que no os olvidéis de los más importante, disfrutar del cine.